En cuanto el alfa estuvo de pie ante los dos, Eric hizo una reverencia y no habló más por el resto de la noche. Amanda se sentía un poco culpable por haberle seguido la conversación sabiendo que estaban muy cerca del susodicho, pero tuvo que afrontar su responsabilidad ante los dos. —Creo que nos ha quedado claro quién eres, no hace falta que lo grites cada dos segundos— fue la hiriente respuesta de ella, quien dio una última calada a su cigarrillo y se fue de allí, no podía soportar un segundo más estar en ese lugar tan frío y alejado del calor humano. Con ayuda de sus pies, los cuales dolían a causa de los tacones de menor tamaño esa vez, se ayudó para dirigirse fuera de las instalaciones, específicamente a un balcón extenso que daba una muy buena vista hacia el jardín, ni siquiera le