Una mirada oscurecida como una noche tormentosa me observaba, analizaba y examinaba hasta el más mínimo detalle de mi rostro. Tras unos momentos de silencio solo me sonrió con total amabilidad.
—De acuerdo, no volveré a tocarte sin tu consentimiento.
Esa tarde me la pase recolectando bayas con Cristian las cuales se la daríamos a Beatrice. Ella la utilizaría para hacer unos pasteles. Me habia sentido nerviosa por el día anterior, pero Cristian resulto ser extremadamente amable y fácil de llevar, durante nuestras conversaciones descubrí que el se habia criado en una granja en Argentina. También supe que se habia mudado hace unos diez años a Texas por eso habia perdido su acento. Al final de ese día me invito para ir a la noche de liberación con el, aunque lo rechace amablemente pues quien quería que fuese conmigo era mi gruñón vecino. Esa noche intente acercarme a Tyler, pero siempre estaba ocupado con Victoria o la señora Mahina, mientras que por otra parte Ronaldo me hacía conversación.
—Oye mariposita, te noto triste —una serpentinas manos me abrazaban— ¿Todo bien en el paraíso? ¿Acaso la Tylerconda te decepciono?
—De que estas hablando Ronaldo.
—Es que como los vi anoche, pensé que hoy estarías de muy buen humor ¿Acaso no lo hicieron? O espera, aun peor, lo hicieron y fracaso ¡No te dio un orgasmo!
—¡Shh! —intentaba callar a Ronaldo con mi mano intentando no parecer nerviosa.
—¿Alguien hablo de coger en esta mesa? —Mimi se sentaba donde estábamos Ronaldo y yo mirándonos.
—No.
—¡Si! Tylerconda no funciono y por eso Danielle anda triste.
—No esperaba nada de pandita y aun asi logra decepcionarme.
—¡Que no! —replicaba nerviosa— ¡No hicimos nada! —totalmente sonrojada intentaba mirar hacia otro lado.
—¿No hicieron nada? Pero tenías su camisa —Ronaldo me escudriñaba de manera muy detenida— ¡Acaso no se le paro!
—Si, seguro es lo mas probable —prosiguió Mimi— seguro el pene se le ha caído de estar tanto tiempo en la jungla.
—¿Quieren dejar de hablar de esto? No lo hicimos porque no queremos algo físico, queremos algo mas interno.
—Chica ¿tu crees que si yo estuviera mas de tres años en el medio de la nada y una chica atractiva me ofrece una mamada me voy a negar? —Ronaldo disparaba como si nada.
—No le ofrecí una mamada.
—Y allí tenemos el problema —me daba una palmadita en la cabeza—Si vas a estar aquí por lo menos cógete a alguien.
—Ustedes hablan como si se cogieran a otras personas —los observaba detenidamente.
—Yo voy a la ciudad cuando quiero descargarme —agregaba Ronaldo.
—Yo igual —Mimi miraba a la distancia— aquí están el panda amargado, el chico gay, el militar que parece que nada le gusta, el viejo, y el doctor introvertido asi que no tenemos mucho de donde buscar.
—¿Por qué no intentas con Kai? Siento que si le mueves tu trasero el caerá.
—Simplemente porque Mimi es paciente de Kai, por ende, no sería buena praxis por parte del —Beatrice se sentaba en nuestra mesa irrumpiendo en nuestra conversacion—¿De que hablan además de que andan urgidos?
—Tyler no le quiso mostrar la Tylerconda a Danielle.
—Mmm —ofrecía a cada uno unas donas que habia hecho esa noche— Y no lo hará, el busca algo más sentimental con ella.
—Pero que aburrido —interrumpió Mimi— Yo digo que te le aparezcas en su puerta en ropa interior, asi caerá.
—Danielle no te lleves de estos dos locos —suspiraba levemente Beatrice— conozco a Tyler desde hace tiempo y pienso que deberías hacer cosas que le haga pensar en ti.
—En….en mi….—inconscientemente acariciaba el brazalete que me habia hecho— podría hacerle algo para que me recuerde.
—Que tierno —sonrió levemente Mimi— como en la secundaria.
—Si, secundaria.
Intentaba no parecer nerviosa pues por mi enfermedad nunca pude vivir un amorío escolar ¿Eran buenos? Solo sabía que eran románticos gracias a las películas que veía. Todas mis amistades de mi adolescencia las hice a través de una pantalla de computadora y tras cumplir dieciséis comencé a entrenar a presentarme a diferentes disqueras hasta que una decidió integrarme a un grupo musical gracias a Serenity.
—Entonces ¿Qué piensas hacerle? —Beatrice me observaba con cautela.
—Hace unos días compre un libro de como tejer brazaletes, collares y incluso ropa —sonaba totalmente alegre— Podría hacerle un collar.
—Es una buena idea —Ronaldo se estiraba levemente— Seria como un collarín de perro para declararlo como tuyo.
—De panda pasaría a perro—Mimi comenzó a reír levemente.
—Chicos, ya basta —Beatrice me volvía observar— si quieres hacerlo especial podríamos ir a buscar una piedra de unakite.
—¡Dios! ¡Beatrice quieres embarazar a Danielle!
—¿Eh?
—Ronaldo —su mirada azulada reprendía mentalmente al rubio— No, para las mujeres es para fertilidad pero también ayuda a balancear las emociones, estrés, depresión, y ayuda en la armonía.
—Creo que el pandita necesita eso y mucho más —Mimi movía su cabeza de un lado a otro.
—El es una muy buena persona Mimi, es solo que le cuesta abrirse completamente.
—Beatrice ¿puedes ayudarme a buscar esa piedra?
—Claro te llevo mañana, aunque dejare a Victoria con Mahina mientras te llevo.
Desde la distancia notaba a Tyler ayudar a la señora Mahina y al Señor Harry moviendo varias mesas para la reunión de liberación de esa noche. Mordía levemente mi labio ¿Acaso habia sido tan atractivo antes?
—Danielle, te vas a comer al pandita con la mirada —Mimi interrumpía mis pensamientos
— mejor cómele la v***a—Ronaldo continuaba tras Mimi terminar.
—Dios ustedes dos están enfermos.
—Si, de ninfomanía —Mimi agrego.
Intente no reírme pues todos en ese lugar eran tan diferente que parecían sacados de una película.
—Tengo una duda ¿Por qué llaman a Tyler panda?
—Oh —Beatrice comenzó a hablar— para una navidad se suponía que Tyler se disfrazaría de Santa Claus para Victoria, pero llego tarde a las tiendas de disfraces, al final tuvo que vestirse de un panda navideño.
Intente no reírme, pero fue imposible al imaginarme a Tyler vestido de panda, ese hombre definitivamente era una caja de sorpresa.
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Respiraba con dificultad siguiendo a Beatrice entre la hermosa fauna y flora de ese hermoso bosque. No estaba acostumbrada, pero quería seguir solamente porque era una hermosa visión. El frondoso bosque era tan delirante que parecía una película virtual. Sin poder evitarlo totalmente alegre comenzaba a tararear.
—Pareces feliz.
—Lo estoy, me llena de emoción este lugar incluso me siento inspirada con la música pero las letras no me llegan.
—¿A pesar del cansancio?
—Asi es —con mis ojos notaba a la lejanía una escalera natural moldeada con piedras.
—Te prometo que las piedras te van a gustar mucho, son preciosas —totalmente relajada se sujetaba su gorra— yo tiendo a venir de vez en cuando aquí cuando me toca ser compañera con Cristian.
—¿Y eso?
—El usa esta ruta para sus entrenamientos o algo asi, a pesar de que es una ruta complicada la visión es preciosa.
—Eso si no te lo puedo negar.
Tras caminar por mas de media hora llegábamos a una pequeña montaña. La vegetación brillaba con la luz del sol, el aire era fresco además de que se sentía algo húmedo.
—Ten cuidado Danielle, parece que llovió anoche y el área puede estar algo resbalosa.
—Tranquila, traje mis mejores zapatos para caminar.
Llegábamos a la pequeña área montañosa donde recorríamos una parte de un pequeño relieve que tenia varias piedras. Beatrice se acercaba a esa área agachándose, ella sujetaba una piedra verdosa con ligeros toques marrones. Sin entender el porque aquel marrón me recordaba a los ojos de Tyler cuando la luz del sol lo iluminaban.
—Esa es la piedra —Beatrice me entregaba una—algunas ya tienen una forma que deberíamos limar, pero si tienes suerte encontraras una que no tengas que hacerle mucho.
—Perfecto, deja la busco.
Durante mas de diez minutos habia buscado junto a Beatrice. Ella decidió sentarse en una parte de césped mientras yo continuaba mi búsqueda del tesoro Beatrice tomaba el sol totalmente relajado. Estaba tan exhorta buscando, alejándome poco a poco de Beatrice, pero no lo suficiente para quedar fuera de su vista. Tras un rato desde la distancia pude ver una roca en forma de una lagrima la cual me llamo la atención. Con rapidez intente llegar a ella colocándola en mi bolsillo al alcanzarla. Al intentar regresar hacia donde se encontraba Beatrice termine resbalando en las resbalosas rocas torciéndome levemente la pierna cayendo sentada.
—¡Ah!
—Danielle —Beatrice se paro enseguida al verme— ¿Estas bien?
—Si, tranquila si lo estoy —me levantaba con un adolorido trasero— vámonos.
Al intentar caminar sentía un dolor pulsante en mi tobillo cerrando uno de mis ojos por la molestia. Beatrice observaba mi rostro totalmente afligido a lo cual al llegar a ella me miró fijamente.
—Danielle, siéntate déjame revisarte.
—Estoy bien.
—Por tu rostro, lo dudo, siéntate.
Al sentarme la delicada mano pasteleras de Beatrice levantaron el ruedo de mi pantalón. Desde mi posición notaba lo enrojecido que estaba notándola hacer una leve mueca.
—Esto no me gusta—comenzaba a toquetearme mi tobillo derecho provocándome gimoteo quejumbroso con unos ojos totalmente lloroso—Ni te preguntare si te duele, con tu rostro ya sé que sí, creo que te torciste el tobillo —sus ojos analizadores estudiaban mi tobillo— ¿Puedes caminar? Theodoro puede revisarte, pero será una larga caminata.
—Si puedo.
Caminaba con Beatrice unos minutos, intentaba no llorar, pero se me escapaban unos sollozos por el dolor algo que parecía mortificar a la pobre Beatrice. A la distancia notábamos a Cristian correr, el al vernos se acerco notando mi rostro adolorido.
—¿Todo bien? —Cristian invadía demasiado mi espacio personal.
—No, Danielle resbalo y creemos que se le torció el tobillo.
—Ya veo, te llevare a las cabañas asi que súbete —Se agachaba delante de mí— te llevare a caballito.
—No gracias, puedo llegar caminando por mi propio pie —ignoraba al hombre cabello azabache pasándole por el lado con dificultad.
—Que complicada, me gusta.
En un rápido movimiento sentía que mi peso se elevaba con tanta velocidad y facilidad que era sorprendente. Cristian me cargaba como si fuese una novia comenzando a caminar conmigo encima que me hacía parecer una pluma.
—¡Bájame!
—¿Por qué? Ratoncita, debemos llegar al campamento.
—Debo de estar pesada.
—No mucho, cuando estuve en la guerra tuve que cargar a varios compañeros y tu eres tres veces mas livianos que ellos, eres como una pequeña florecita.
Una leve sonrisa se vislumbro mientras aun me cargaba.
—Cristian, tu siempre tienes muchas historias de guerra.
—Asi es Beatrice, y no todas son bonitas por eso intento no contarlas.
Llegábamos a los campamentos mientras Cristian me llevaba como si fuese una muñequita de porcelana. Buscábamos a Theodoro, pero mi visión se concentro en un Tyler el cual al verme su rostro se torno sombrío. Tuve mucha suerte que solo debería tener un par de días de reposo, suerte, eso fue lo que pensé.
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Habían pasado una semana donde Cristian me visitaba constantemente en mi cabaña. Durante esa semana habia tejido el collar de Tyler de una manera que al ensenársela a Ronaldo se sorprendió. Intentaba buscar el mejor momento para entregárselo a Tyler, pero nunca lo encontraba. Aunque el me habia visitado pidiéndome explícitamente que cerrara la puerta a Cristian cuando viniera, no pude pues quise ser amable. Hubo un punto donde Tyler comenzó a volverse tan frio e indiferente que me dolía, a veces prefería que me molestara pues eso me hacia sentir mejor que ser simplemente ignorada.
Canción: Touch por: Katseye
Su distancia me quemaba a un punto extraordinario haciéndome sentir que yo era la que tenía sentimientos, el solo se alejaba de mí cada vez mas ¿Era normal tanta distancia? Por otro lado, la relación con Cristian de amistad comenzó a desenvolverse con más tranquilidad de la que esperaba. Él era lo suficientemente amable de enseñarme algunos típs de supervivencia y aunque no salíamos del retiro él se la ingeniaba para que no me aburriera. Mientras más me acercaba de Cristian más se alejaba Tyler como si fueran dos polos opuestos. Una noche mientras estaba sentada en mi ventana pude verlo cocinar, sentía un pequeño pellizco de nostalgia pues, aunque fue poco me agradó la compañía que el me regaló. El sábado había llegado y con Tyler apenas cruzaba palabras con un “buenos días” o “buenas noches” dos completos extraños que, aunque no quisiera sentía que me castigaba por algo que no entendía ¿Por qué era así conmigo?
Ese día había decidido que iba a lavar mi ropa notando a Mimi y a Tyler hablar plácidamente. Se veían relajados, alegres, me molestaba. Mimi me saludó muy eufóricamente como siempre mientras que Tyler solo me miró de reojo sin decir ni un hola.
—Tyler ¿puedes ayudarme con mi otro cargamento de ropa?
Este exhaló levemente—debes dejar de juntar un mes de ropa sucia.
—No estoy acostumbrada a lavar por eso me da pereza.
—Bien, te ayudo solo esta vez.
«Maldito viejo decrépito, para otros si estas alegres, pero para mí no quieres ni hablarme»
Una ira incontrolable me invadía ¿No se suponía que yo le gustaba? Bueno, le haría recordar porque no debería meterse conmigo. Notaba la ropa blanca de Tyler lavarse, tomaba varias de mis tangas y brasieles de color rojos y lo lanzaba en su ropa. Yo ponía mi ropa a lavar yéndome a mi cabaña a sacar una carne que quería cocinar. Unos quince minutos bastaron, mi puerta sonaba como si una bomba nuclear quisiera derribarla.
—Maldita niña endiablada sal o voy a derrumbar la puerta —Se escuchaba un tono lleno de ira.
Salía de mi cocina para abrir la puerta notando a Tyler totalmente rojo de la rabia.
—Tu……¡Tu!
—¿Yo?
—¡Pusiste tus prendas con las mías!
Este levantaba una camisa de tonalidad rosada lo cual solo me hizo reír levemente.
—Si quieres mostrarme que tu color favorito es el rosado solo debías decírmelo.
—¡No me gusta el rosado! ¡Porque lo hiciste!
—No he hecho nada.
—¡Claro que si! ¡Dios porque me exasperas tanto! Intento ignorante para no matar al maldito de Cristian y tú vuelves otra vez a meterte a mi vida, aunque no quiera ¡Maldita niña de los demonios!
-¡Y quien dice que estoy con Cristian! —farfullaba en un grito— ¡Eres tan idiota que no ves que intento acercarme a ti! ¡Te odio! ¡Odio lo que me haces sentir! ¡Odio la distancia que me pones! ¡Odio que me gustes tanto!
Un rostro totalmente endurecido por parte de Tyler al escucharme solo se relajó. Entraba a mi cabaña abrazándome con tanta fuerza que me elevaba un poco poniéndome de puntilla. Aquella cercanía, sentía que me embrujaba, me asfixiaba, agitaba mi tonto corazón. El rostro de Tyler se hundía en mi cuello, sentía el aire salir de su nariz haciéndome cosquillas.
—Lo siento…
Su voz fue como un murmullo de una avecilla que viajaba en el viento del verano. Su abrazo se intensificaba a puntos que hacía revolotear mi corazón.
—Lo siento por alejarme…pensé que querías estar con Cristian y por eso te traía cargada ese día…..me llene de mucho celos…..por eso te pedí que te alejaras del….no puedo aguantar ver la persona que me gusta con alguien que se le nota a lengua que también le gusta.
—Eres un tonto…el no me gusta….me gustas tu —susurré cerca de su oído— si me hubieras preguntado te hubiera dicho que me encontré con él por casualidad, estaba buscando la pieza perfecta para tu regalo.
—¿Mi regalo?
—Así es —me liberaba de su abrazo— espérame aquí.
Me dirigía a mi habitación regresando a mi puerta notando a mi vecino de dos metros que usualmente parecía malhumorado totalmente feliz. Parecía un pequeño perrito esperando por su dueño. Me acerque a el sonriéndole.
—Agáchate, eres muy alto.
El se agachaba levemente hacia mí, su olor masculino me atraía, me hipnotizaba y me hacía estremecer. Le colocaba el collar sonriéndole levemente.
—Asi como me diste un brazalete hecho por ti que me hace pensar en ti —sonreía levemente— yo te he hecho este collar para que pienses en mí.
—¿Esto es lo que intentabas hacerme?
—Asi es —sonreía levemente— ¿Qué más piensas que haría?
Sus ojos indescifrables me miraban tan expectantes que me parecían querer ver hasta el último rincón de mi alma. Me sonrió, una sonrisa que me desalmaba y me hacia pensar que si debía demostrarle todos los días que solo pensaba en el lo haría.
—Me gustas Tyler.
Mi voz sonaba tan suave que incluso yo me sorprendí, el solo me correspondió aquella frase con un cálido beso. Me dejaba llevar por el, por su proximidad que sabía que podia ponerme en una balanza, o lo amaba o lo odiaba. Pero…mientras averiguaba lo que mi corazón sentiría al final solo me dejaría llevar.