Capítulo IV

1348 Words
Narra Abel. No podía estar más tiempo a solas con Luciana. Me despedí de ella y me dirigí hacía mi oficina, cuando llegué cerré la puerta, luego me senté en mi silla, sobre el escritorio tenía una botella de whisky, me serví un trago y luego tomé un gran sorbo, luego tomé más y más necesitando el efecto de la bebida para despertarme. Me froté la cara con las palmas sudorosas, tratando de borrar las imágenes de la pequeña amiga de mi hija, masturbándose pronunciando mí nombre —Mierda. ¿Qué demonios es lo que me pasa?—exclame, no estaba en mi sano juicio. El estrés del trabajo y el exceso de alcohol estaban provocando esta respuesta inapropiada y empañando mi maldito sentido común. Sabía que mostrarme su selfie desnuda no había sido un error, claramente me estaba coqueteando. Al parecer no le importaba que yo fuera mucho mayor que ella. Mi  polla estaba dura como una roca amenazando con romperme el pantalón. Maldecí en voz baja, enojado conmigo mismo por actuar tan descuidadamente. No debería haberla dejado tan cerca. Era el adulto, por el amor de Dios. Dejé que ella tocará mí polla mientras me limpiaba el pantalón. Debería haberme dado cuenta de lo que estaba haciendo y detenerla; pero vi el brillo perverso en sus ojos. Ella era demasiado joven. No debería ofrecer avances tan seductores a alguien de mi edad. Pero esos labios, sus muslos desnudos eran tentadores. Un hombre más fuerte habría negado los pases inapropiados o los habría cerrado en el instante en que comenzaron. La forma en que apoyó esas perfectas tetas pequeñas sobre la mesa… Dios, no quería nada más que meter mi polla entre ellas. Mi mano ha estado alrededor de mi pene demasiadas veces para contar fantaseando con eso. Pasé  mi mano sobre mi erección, tal vez si me acariciaba un par de veces, liberaría algo de presión. Metí mí  mano  en mi pantalón, gemí al primer tirón  deslicé hacia arriba y hacia abajo. En lugar de buscar una liberación sin sentido, mi mente volvió a ella mirándome, lamiendo su labio inferior con la lengua. Joder ...me  acaricié más fuerte. Me iría  al infierno si seguía pensando  en la amiga  de mi hija, el hecho de que tuviera dieciocho años debería ser una gran razón para dejar de masturbarme. El problema era que mi mente no dejaba de reproducir la forma en que su mano se introdujo en su coño  cuando se masturbó. Mis párpados se volvieron pesados, los cerré  por completo, seguí  trabajando mí polla con  mi mano, tratando de luchar contra las imágenes de sus pezones rosados,  apostaría a que su coño era  igual de rosa—. Joder— me queje, trabajando más rápido. Esa niña traviesa se estaba burlando de mí. Queriendo que… Un golpe en la puerta de mi oficina hizo que mi cabeza se levantará y mis ojos se abrieran de golpe. Mierda. Liberé mi polla de mi mano, negando con la cabeza. ¿Qué diablos estaba haciendo? —¿Señor Brown?—escuche la voz de Luciana  mientras asomaba la cabeza—. ¿Qué está haciendo?—preguntó mientras entraba a mí oficina sin darle yo permiso. Mí pantalón estaba desabrochado y mi polla todavía estaba dura en mi regazo—. Tal vez pueda ayudarle con su trabajo—añadió en un tono lujurioso. —Luciana  creo que deberías irte a la cama—le dije,  mi voz no sonó convincente y mi polla palpitaba con cada paso que ella daba—.Lo digo en serio. No es una buena idea—añadí. Ella no escuchó. Esta niña mala no escuchaba. —Señor Brown ¿o puedo llamarlo Abel?—preguntó con mucha confianza. Joder, la forma en que mi nombre salió de su lengua a través de sus labios rojos, fue excitante, no dejaba de pensar qué hermosa se vería mi polla metida en su garganta. Era imposible apartar mis ojos de los de ella mientras rodeaba mi escritorio. No  podía negar que me había  atrapado—.Oh, señor Brown qué ha estado haciendo?—mencionó. En Sus labios se formó una  sonrisa traviesa, su lengua sobresalió para lamer su labio inferior. —Esto no es lo que parece. No es lo que tú ... —Creo que es exactamente lo que parece—dijo inclinándose hacia adelante, subiéndose la falda de algodón que tenía puesto de la tarde para arrastrarse lentamente hasta mi escritorio. Sus nalgas se asomaron por detrás, mi mano dolía por azotar su pequeño culo travieso y desnudo. Luego se arrastró hasta el centro de mi escritorio, después maniobró para quedar frente a mí. Sus piernas estaban bien abiertas, no tenía bragas, ella estaba desnuda, tenía una vista privilegiada de su coño—.Como dije, tal vez pueda ayudarlo—mencionó, ella se acercó y mis manos se levantaron para envolver sus muslos desnudos para detenerla. —Luciana ¿Qué estás haciendo?—pronuncie con demasiado deseo. Sus manos cubrieron  las mías. Eran pequeñas, pero cálidas—.Señor Brown, no nos engañemos. Algo está pasando entre nosotros. Dígame que no  siente deseos por mí, si me dice que todo me lo he imaginado me iré ahora mismo de su oficina—pronunció comenzando a  guiar mis manos por sus muslos, pero me aparte, esto era un error. Necesitaba decirle que se fuera, pero ella continuaba burlándose de mí—.Sé que quiere esto. Veo la forma en que me mira. Compartimos un ardiente deseo que nos consume por dentro. Estoy dispuesta a darle exactamente lo que anhela —dijo con un tono que me indicaba que hablaba enserio. Mi polla se sacudió con sus palabras. —Luciana detente—le  exigí. Ella se rio y no pude evitar quedar hipnotizado por la forma en que su garganta se movía mientras tragaba. Mi atención volvió a su falda, que ahora apenas la cubría. —.Luciana —le advertí, pero solo le daba más poder. —Dejemos de fingir que no solo tiene un poco de curiosidad—me dijo deslizando aún más su falda, dejando al descubierto más su coño—. Porque yo siento más que curiosidad por usted—mencionó tomando mí polla con su mano, pero la tomé de la muñeca. —Detén esto ahora mismo—le dije queriendo parecer serio. —¿Detener qué? ¿Esto?—dijo abriendo más sus piernas ampliamente, abriendo aún más su coño, los pliegos quedaron visibles. Con su mano libre, insertó un dedo dentro de su v****a húmeda deslizándose hacia adentro y hacia afuera—.Este podría ser usted. Apuesto a que sus dedos se sentirían increíbles—murmuró, mientras yo observaban fascinado mientras se tocaba con los dedos, luego inclinó la cabeza hacia atrás, separó los labios,  recordé en ese momento cuando la vi masturbarse. Joder, no sabia quién estaba disfrutando más con esto. Me moría de las ganas de tomar mí polla con mí puño para tocarme viéndola. —Puedo oler tu excitación— pronuncie, me sorprendí por mi propia confesión. El alcohol estaba tomando la delantera, haciendo que mi mente se confundiera entre el bien y el mal. Quería tirarla de mi escritorio y exigirle que se fuera, pero estaba demasiado cautivado por ella. Su atrevimiento para venir aquí y ofrecerse a mí ... ¿Sabe lo privado que he estado por el sabor de algo delicioso y prohibido? La forma en que se tocaba a sí misma era excitante. Luego lentamente sacó su dedo y lo llevó hacía mis labios. —Abra, Señor Brown—dijo.Joder, esto estaba mal, pero mis labios se abrieron de todos modos, lo que le permitió insertar su dedo cubierto. La bestia salvaje en mí se rompió y atacó, chupándola hasta dejarla limpia—. Vea lo que se está perdiendo—agregó tentándome aún más.  Me pregunté a mí mismo si debía  seguir con este juego, pero mí cerebro no pensaba con claridad en ese momento. Mí ardiente deseo por ella era más fuerte que otra cosa y este me decía que debía continuar.
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