Despierto y tomo el aire suficiente pese a que me siento mareada, tengo la movilidad suficiente y el instinto de querer salir corriendo se apodera de mi pecho. Parpadeo varias veces y veo que todo está bien, que no hay caos, no hay gritos y yo me encuentro en perfecto estado. Sin explosiones ni aquella desesperante sensación de angustia en mi pecho que me decía que estaba en peligro. Sin hablar observo que todo está en orden y nada ha cambiado, de no ser porque el color azul es reemplazado por el rojo. Pero quizás mi abuela hizo un pequeño cambio de último minuto. Miro hacia abajo donde efectivamente no hay un enorme agujero que me manda volando hacia algún lugar de la iglesia, el techo se encuentra en buenas condiciones. Observó que en uno de los decorados con flores, donde hay un enorme
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