La misma noche Tarfaya, Marruecos Fatma Dicen que donde hubo fuego, cenizas quedan. Pero no es solo una frase hueca; es una verdad dolorosa. No importa cuánto te niegues, cuántas veces te jures a ti misma que esa persona se convertirá en un recuerdo lejano, porque el corazón traicionero siempre tiene un recuerdo persistente. La realidad es que la historia compartida, las promesas, los sueños, y los planes no desaparecen con un simple chasquido de dedos. El amor, por terco que sea, no se resigna a olvidar. Quizás sigue allí, esperando una señal para encenderse nuevamente con más intensidad, arrastrándote de nuevo a su deriva inestable. En lo personal, me encuentro atrapada en la tortura constante con la convivencia con Mehmet. Mi orgullo me impide perdonarlo, y el peso de su traición es