Tres días después Rabat, Marruecos Mehmet La mayor debilidad de un hombre es su familia, como un talón de Aquiles que, aunque escondido, late con fuerza. Nos volvemos leones cuando se trata de protegerlos, sacamos una ferocidad que a veces ni sabíamos que teníamos. Es como si al ver a los nuestros en peligro, una chispa interna encendiera un fuego imparable, una fuerza que nace de lo más profundo y que no obedece a la lógica. Nos lanzamos al peligro sin pensarlo dos veces, listos para desgarrar cualquier amenaza, aunque eso signifique exponer nuestra propia vida el pecho desnudo ante las garras de lo que sea que venga. No es estupidez, como algunos podrían pensar; es algo más primitivo, algo arraigado en el corazón. Es como si el amor a nuestra familia fuera una energía que nos impulsa