El mismo día Rabat, Marruecos Fatma Dicen que todos mentimos, a veces sin siquiera darnos cuenta. Mentiras pequeñas, inofensivas, como piedras diminutas que lanzamos al agua esperando que no generen olas. Pero lo que no decimos es que esas piedras se hunden, van al fondo, acumulándose hasta que crean un peso invisible que un día nos arrastra con ellas. Mentir se vuelve tan fácil que terminas perdiendo la noción de dónde termina la realidad y dónde comienzan las historias que te cuentas a ti misma para sobrevivir. Las primeras veces lo haces para proteger a alguien, para evitar el dolor o un conflicto, como si pudieras controlar las emociones ajenas con un par de palabras. Pero luego, las mentiras se hacen cómodas, casi como una segunda piel que ya no sabes cómo quitarte. Y lo peor es qu