Debo admitir que la idea de estar a solas con Joe me tenía inquieta, los primeros minutos sentí incómodo el silencio, creí que tenía que hablar sobre algo, preguntar o hasta cantar algo, pero no se me ocurría nada, él iba tranquilo manejando viendo a hacía la carretera, paraba donde tenía que hacerlo y aumentaba la velocidad donde podía, era muy hábil conduciendo, a pesar de que siempre trae chófer.
–¿Cuál es tu color favorito? –pregunté.
Tardó un poco en reaccionar, me miró y luego volvió a ver a la carretera, pensé que no me había escuchado, era una pregunta tonta, lo sé, pero fue lo único que se me ocurrió, ojalá no me hubiera escuchado.
–¿Qué clase de pregunta es esa? –cuestionó.
–Lo siento –contesté –. Es solo que creí que podemos conocernos mejor, olvídalo.
–¿Cómo se supone
