Trix, gemidos, peligro

1880 Words
Durante el resto de la fiesta no dejaba de mirar hacia mi ventana, se supone que ella ya no saldría, yo tenía la llave de la habitación, ¿por qué me molestaba tanto? Me sentía de muy mal humor y mi mirada solo estaba hacia allá, había tomado una silla, solo observando la ventana mientras la luz estaba encendida. Seguro no podría dormir con la música. Aquellas personas habían dicho que lo que fumaban era marihuana, ¿habría inhalado mucho? La escuché reír como loca y gritar de igual modo. Solo se drogó con el humo que le pasaron a la cara. De alguna forma me esperaba que ella armara un desastre, pero no esto. Menos mal que Eleonor no se enojó, pero me miraba de reojo, estaba algo inquieta, pero yo mas. Se preguntaba porqué Trix estaba aquí o cuando se iría, que porqué la traje a casa sin conocerla. Pero yo no tenía una respuesta a nada. La fiesta me estaba pareciendo aburrida. Ahora solo tenía curiosidad por Trix, seguro que ese no era su nombre. ¿Por qué era tan pequeña y delgada? Pero mas que nada ¿por qué se veía tan ingenua? Con su mirada amable y rostro pálido. Alguien como ella tendría que estarse paseando por lugares lindos y hermosos, sin peligro alguno, tranquilos y calmados, puede que silenciosos. Eso era todo lo que ella transmitía. La luz de la habitación se apagó y yo me reincorporé nuevamente a la fiesta. —¿Estás bien? Te noto ausente.—Eleonor se acercó a mi, dándome un trago, ella se estaba fumando un porro. —Estoy bien, quizás aburrido. —le respondí, quitó el porro de sus labios y lo puso en los míos, le di una calada y se lo devolví. Duramos un rato charlando mientras lo consumíamos. Ahora sí, me sentía mas relajado. Comenzamos a bailar y a reír, nos acercamos a un grupo de amigos y allí bailábamos entre todos mientras algunos estaban todavía en la piscina. —¿Al agua?—me preguntó ella, yo solo asentí, la ayudé con su vestido y ella se quedó en ropa interior, yo hice lo mismo, deshaciéndome de mi ropa. La verdad es que ya me había entrado calor. Nos tomamos de la mano y juntos nos metimos a la piscina. Miré de forma inconsciente hacia la ventana de mi habitación y la luz volvía a estar encendida, ella no sería capaz de dormir con la música, ya estaba comprobado. Después de nadar un rato, me senté en el borde, Eleonor vino hacia mi y duró unos minutos sentada a mi lado, después salió hacia donde estaban unos chicos y regresó con dos porros encendidos, tomé uno y me recosté al suelo, mirando las estrellas que habían aquella madrugada mientras arrojaba el humo hacia arriba. Mi cuerpo se seguía calentando y yo me sentía de maravilla, demasiado bien. El rostro lloroso de Trix seguí en mi mente, no se esfumaba, ladeé mi rostro hacia la ventana y esta seguía encendida. —Oye, Eleonor, ya es hora de que la fiesta se acabe, tengo sueño, estoy cansado. ¿No tienes frío? —Iremos a casa de Tommy, ¿no quieres venir? —Prefiero que no, allí es probable que amanezcan y no me apetece. —Está bien, ¿me acompañas arriba a cambiarme? Nos pusimos de pie e íbamos entrando a casa mientras los del servicio ya recogían para marcharse. Eleonor comenzó a buscar ropa y entonces, yo sentado mojado en ropa interior sobre su cama, recordé que Trix no tenía nada que ponerse, seguro debajo de esa camiseta mía ella estaba desnuda. Muy desnuda. Eleonor se fue al baño y salió con ropa interior seca, tomó la ropa que estaba en la cama y se vistió con prisa. —No llegues al punto de emborracharte, ya no sigas fumando. Si necesitas desplazarte, no conduzcas. Llámame cuando quieras irse, si amanecerás allí solo toma un taxi hacia acá en la mañana.—le decía, ella tomaba su bolso.—No me agrada mucho Tommy. —Ni tu a él, siente que somos algo. —¿Te gusta? —Es lindo. —Bien, no tiene oportunidad si dices eso de él. —Puede ser. —Ya sabes, Eleonor, no conduzcas, menos te subas con nadie ebrio. —Ya lo sé, no te preocupes, ve a la cama. La vi salir de su habitación sin cerrar la puerta, yo seguía dentro, esperé a que ella ya hubiera bajado las escaleras y me asomé a la ventana. Quedaban pocas personas que ya iban de salida, otro grupo esperaba por Eleonor, permanecí allí hasta que vi a los del servicio salir, eran los últimos que quedaban. Abrí el armario de Eleonor y comencé a buscar algo de ropa para Trix, todas le quedarían algo grandes, Eleonor era mas alta, tenía mas cuerpo y por ende mas de todo que Trix. Solo pude tomar un vestido que aunque era corto, a ella le quedaría normal. Salí al patio y junto a la piscina vi mi ropa, tomé el pantalón y saqué la llave de mi bolsillo, caminé hacia la habitación, había mucho silencio sin toda la música y tantas personas, quizás ya se había dormido. Al llegar a la puerta, pude notar que no era así, la luz estaba encendida, lo noté por la luz que salía de debajo de la puerta, iba a introducir la llave cuando escuché un ruido. ¿Estaría llorando? Pegué mi cabeza a la puerta y pude oír con mas claridad, definitivamente esos eran gemidos. Se escuchaban gemidos de dentro de la habitación. Intenté abrir sin poner la llave, despacio, en silencio, pero la puerta no cedió, tenía seguro, nadie pudo haber entrado. Mi preocupación se desvaneció al saber eso, pero… ¡¿Qué diablos hacía Trix en mi cama que la hacía soltar gemidos?! ¿Se estaba…? No lo creía posible, no me la imaginaba, ella tenía una cara muy inocente, era incapaz de imaginarla haciendo eso o cualquier otra cosa que tuviera que ver con sexo. Podría jurar que era virgen y muy inocente. Quizás me había pasado un poco con el porro, de igual modo, introduje la llave de manera silenciosa y la giré, pero luego abrí rápido para sorprenderla. Ella… …Trix. Estaba en la cama con sus piernas dobladas, mi camiseta por encima de sus pechos, mordiendo el borde de esta, su mano izquierda cubría su v****a mientras en la derecha ella se apoyaba , sus ojos se iban haciendo mas enormes conforme me miraba, los segundos eran eternos y ninguno de los dos nos movíamos. ¡Se estaba masturbando…! Coloqué el vestido en mi hombro y froté mis ojos. ¿Qué tan drogado yo estaba? ¡¿Qué tan drogada estaba ella?! ¡Esa era la pregunta! Esto era real y estaba pasando. Dejó de morder mi camiseta, tiró de la sábana con sus pies, y solo retiró su mano cuando se cubrió, bajó la camiseta, cubriendo sus pequeños limones y luego se recostó en la cama, ignorando mi presencia y haciendo como que nada pasaba, estiró su mano para apagar la luz. ¿De verdad? —Oye…—yo no sabía que decir después de eso, pero bueno o malo, la tenía dura, apretando en mi calzoncillo húmedo. Escuché un ruido de parte de ella, se estaba moviendo, me acerqué a la puerta donde había un interruptor y encendí la luz del techo, ella me miró y seguido tomó la almohada que estaba a su lado y la colocó sobre su cara, gritando muy fuerte en ella repetidamente.—No vi nada, lo juro. Solo…todo. —¡Qué vergüenza! Me viste tocándome. —No ha sido tan malo, lo hacías bien, ¿al menos te corriste? —Esa es la peor parte, no pude acabar porque me interrumpiste. —Que pena, podrías haber seguido.—sugerí, viendo su cara de disgusto, quizás la interrumpí en el mejor momento. —¡Pervertido! —Claro, yo soy el pervertido, pero eras tú la que se estaba masturbando en mi cama, pero yo soy el pervertido, ¿no? —No podía dormir, hacían mucho ruido. Me recosté a la pared con aire despreocupado, pendiente de forma discreta a mi erección, muy consciente de que me había excitado al verla así. —¿Es lo que haces cuando no puedes dormir? —Usualmente.—ella se sentó, observando sus manos.—Pero también mi cuerpo esta vez me lo pedía, estaba inquieta, con un poco de calor interno y solo lo hice, llevo un rato. —Desde que encendiste la luz, ¿no? —Si. Estaba un poco desconcentrada y luego…—mordió de una manera muy provocadora su labio inferior y luego lo soltó con lentitud, dejando sus dientes sobre él hasta que ya estaba libre del todo. —¿Luego qué?—pregunté con interés, dándome cuenta que prestaba atención a cada una de sus palabras, escuchaba mi respiración y di una mirada rápida a mi erección, evitando tocarla con la mano, a pesar de que necesitaba moverla para acomodarla, pero eso sí me haría ver como un pervertido. —Me llegó tu imagen, la de esta mañana, cuando estabas haciendo ejercicio, corriendo de un lado a otro y entonces me sentí mas motivada.—confesó con algo de vergüenza, pero lo hizo. —En otras palabras—y siendo muy obvio—te tocaste con mi imagen en tu mente.—mi mano se fue directo a mi pene, puesto que ella no me miraba y lo acomodé debajo de la tela, tragué saliva, evitando mirarla a ella. Estaba excitado, tanto por la imagen que vi anteriormente, como también por su relato y el hecho de saber que ella usó mi imagen para tocarse, darse placer y gemir, porque también la había escuchado gemir. —Ari, aún estoy incompleta, ¿te gustaría cobrarte ese beso ahora? ¿Y arriesgarme a tener sexo con ella? Estaba algo colocado pero no estaba loco, no había fumado tanto como para que tuviéramos sexo. Es decir, su rostro era muy… ¿Cuál era su verdadera edad? No podía caer en tentaciones con su suave voz, la dulzura de sus palabras, su diminuto y encantador cuerpo, sus gemidos resonando en mi cabeza o aquel beso que me pertenecía y aún no reclamaba. Aclaré mi garganta para sonar firme. —Tienes que ir a dormir a tu cama, Trix. Recuerda que esta es mi habitación, hablaremos mañana y ya sí me cobro ese beso, ahora soy incapaz y ninguno de los dos se encuentra en condiciones, lo siento. Cuando ella se paró de la cama, yo retrocedí, rumbo al baño. Necesitando poner mas espacio entre los dos, la habitación se había hecho muy pequeña y yo estaba más inquieto que nunca, la tela se movía en sus muslos al caminar, podía ver la suave marca de su trasero y sus pezones en punta pegarse a la tela. —No creas que esa enorme erección pasa desapercibida, estás casi desnudo y puedo ver tu pene de forma clara debajo de la tela húmeda. Buenas noches, Ari. Solo cuando salió de la habitación fue cuando yo pude respirar, no podía, no podía hacerlo. Pese a las obvias insinuaciones.
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