Algo alocado

2420 Words
Era asombroso todo lo que yo había hecho en dos días luego de llegar al país. El primer día me enfrenté a mis padres y me negué por primera vez en mi vida a algo que ellos me pedían, me fui con un desconocido después de besarlo y pagar con dos besos dos noches de alojamiento y comida en su casa. Ahora, siendo esta mi ultima noche, estaba trabajando como camarera en una fiesta super lujosa de niños ricos, como yo, pero más atrevidos y animados, diez veces más y seguro que ninguno de ellos su familia se estaba yendo a la banca rota. No exagero cuando digo que lo hacía fatal, cada vez que me topaba con Ari este se ponía las manos en la cabeza o solo rodaba los ojos al verme, algunas veces simplemente decía la palabra limones y yo me esfumaba. Era muy juguetón y aunque me irritaba, solo era momentáneo, me agradaba, podría ser porque era muy guapo. Eleonor estaba espectacular en la fiesta, creo que era alguien agradable, es decir, la veía charlando y bailando con todos, se veía simpática en la fiesta. —Oye, cariño, comparte este martini conmigo.—me dijo un hombre quizás de la edad de Ari, quitó la copa de mi bandeja y la colocó en mis labios, haciéndome tomar de la bebida. Después de aquel fuerte trago, tomé la copa y me retiré de allí, tosiendo un poco, fui a la cocina por agua y regresé con mas tragos, la gente estaba un poco borracha, no parábamos de trabajar sin descanso y la música estaba muy alta con aquel DJ en vivo. —Voy al baño, lleva estas cervezas a esos chicos.—me pidió no se quién de las chicas, pues no las conocía a ningunas. Tomé la bandeja y me encaminé hacia la mesa que estaba cerca de la verja, mas atrás de la piscina, había mucho humo, fumaban como chimenea y reían no sé ni de qué, pues ninguno de ellos estaba hablando, fui repartiendo las cervezas en la mesa hasta que sentí unas manos en mis diminutas nalgas. —¡No pareces mesera!—gritó uno desde detrás de mi.—Creo que eres algo lenta y además tienes un rostro muy joven.—dejé la bandeja en la mesa y quité sus manos de mis nalgas.—¡Uy, lo siento! No se enfade usted.—dijo, mientras los otros reían, tomó una larga calada del cigarro que tenía en sus manos y poniéndose de pie arrojó todo el humo en mi cara a lo que yo tosía y él seguía echando es espantoso humo tan espeso y amargo, logré sentir el sabor en mi boca. Me aparté de allí agitando mi mano frente a mi cara para quitar el humo, dejé la bandeja y todo allí volviendo a la cocina, ¿cuando acabaría esto? Me dolían los pies, las manos de cargar las bandejas y estaba cansada de ir de un lado a otro con la música tan alta. Escuché unas risas en el salón, se supone que nadie estaba dentro de la casa, mas que los del servicio, según entendí la fiesta aquí dentro estaba prohibida. Se alzaba la risa de una mujer y ¿quizás unos gemidos? Seguí el sonido para decirles que debían de regresar a la fiesta, llegué hasta el salón, viendo a dos personas revolcándose en el sofá, muy alegres y entre besos y manoseos. —Disculpen.—dije en voz baja.—No pueden estar aquí, solo en el exterior.—pero no me hacían caso, estaban muy concentrados en tocarse como locos.—¡Disculpen!—dije mas alto, la mujer levantó el rostro y me observó con una mueca.—No pueden estar aquí dentro, la fiesta solo es en el exterior. —repetí. La cabeza empezaba a dolerme mucho y progresivamente. —Oye, déjanos en paz y tráenos unas bebidas.—dijo la mujer, miró al hombre debajo de ella y luego volvió a mirarme a mi. —Tráenos unas de esas que tienen un limón en la copa.—levantó la cabeza y me miró, con aquella maldita sonrisa malévola, era Ari quien estaba debajo de ella. Su comentario me llenó de rabia y ambos me miraban a la espera de que me marchara a por las bebidas, me di la vuelta mordiendo mis labios y obedeciendo, me estaban pagando para esto, tomé dos tragos y los coloqué en la bandeja, ellos me miraron al acercarme, le di su copa a la mujer y la otra la arrojé “accidentalmente” sobre Ari. —¡Lo siento!—exclamé, sin mostrar nada de arrepentimiento—Soy algo torpe.— quité la copa caída y luego me fui del lugar. —Oye, no damos a basto, ¿donde estas metida? Aquella mesa necesita bebidas. —señalaron la maldita mesa de antes. —Pero…—intenté quejarme, solo recibiendo una dura mirada en respuesta y una bandeja llena de cervezas. Otra vez cervezas. Aquí íbamos otra vez. Aquel mismo tipo me tomó por la cintura, haciendo que todas las bebidas se cayeran, en una de sus manos había un cigarro donde yo recibía todo el humo en lo que me intentaba zafar. —¡Suéltame!—tosía, sus manos subieron por mi cuerpo y ahora estaban en mis senos, yo no quería inhalar aquello, pero venía directo a mi rostro. Mi delgado y pequeño cuerpo se debatía en luchar mientras nadie hacía nada. Grité a una de las chicas y ella giró su rostro, haciendo que no me veía, era obvio que ellas habían estado evitando esta mesa porque también pasaron por lo mismo. Alguien tomó mi rostro y me obligó a beber no sé que cosa, la bebida entró incluso por mi nariz y aquellas manos todavía me sostenían, el humo golpeaba mi cara y las risas junto con la musica no dejaban de sonar en mi cabeza, unas manos tocaban mis muslos separando mis piernas y yendo debajo de la falda, mi cabeza reposaba en su hombro y ya no sentía que me sujetaban, pero yo no me movía, no me iba. Su toque me incomodaba por lo que me puse de pie, pero solo caí de rodillas, mi cuerpo estaba caliente y sentí un poco de arqueadas, alguien me extendió un vaso mientras yo tosía, yo solo lo tomé y bebí, escupiendo ese líquido al momento, sabía muy amargo. Miré hacia atrás sin creerme capaz de ponerme de pie, realmente estaba muy cansada y mi cuerpo muy débil, aquel humo seguía llegando a mi rostro, haciendo que me escocieran los ojos. ¿Qué diablos era? Grité a una de las chicas para que me ayudara y al fin una de ellas vino en mi ayuda, me levantó como si nada y yo me enderecé, a ella la llamaron para una bebida y me soltó al momento, al menos no me caía. Caminé entre la gente, tambaleándome, escuché que alguien dijo mi nombre, ¿quien aquí sabía mi nombre? Me seguían llamando pero con un tono enojado, tirando de mi mano y yo caí al suelo, no fue esa la intención, pero mi cuerpo débil y cansado lo soplaban y se caí. Me puse de pie de inmediato, viendo frente a mi el rostro enojado de Ari, había cambiado su camisa mojada y aquella mirada me indicaba que estaba en peligro. Por instinto yo solo retrocedí, lo escuché gritarme algo pero para cuando entendí, ya mis pies se estaban sumergiendo en la piscina, había caído al agua. Esta noche estaba siendo desastrosa y muy alocada. ¿Se puede estar feliz mientras el agua entra por boca y nariz? Pues yo lo estaba. Me dejé hundir hasta abajo unos segundos y entonces salí a la superficie, Ari me ofrecí su mano, yo después de dejar de toser solo comencé a reír, ignoré su mano y comencé a nada en la piscina, mientras todos me aplaudían y saltaban desde el borde, directo a la piscina, cuando miré hacia atrás ya está estaba llena de personas y mas se seguían arrojando. ¡Qué alocado todo! Nadé hasta la parte mas baja para salir y me quedé sentada en los escalones que esta tenía, exprimiendo mi ropa mientras parte de la fiesta ahora se daba en la piscina. ¿Por qué seguía riendo? Observé hacia mi derecha y Ari venía hacia mi, quise pararme pero al no poder solo empecé a gatear, huyendo de él, me sentí ridícula cuando él me alcanzó tan rápido. Me tomó por debajo de los brazos y me puso de pie, sosteniéndome. ¡Creo que jamás en mi vida había reído tanto de nada! ¡Jamás! —¡¿Pero qué te han hecho?!—preguntó con el ruido, me gritaba al oido. Tuve que concentrarme en parar de reír para poder hablar y justo cuando dejaba de reír llegaba el enojo y ahora el llanto, señalé la mesa donde me habían hecho bebe e inhalar esa podredumbre de humo. —¡Me agarrón mis limones, mis nalguitas y me obligaron a beber no sé que cosa! ¡También arrojaron mucho humo en mi cara! ¡Ellos!—Ari me sostuvo por la cintura y miró en la dirección que yo señalaba. —¿Esos de allí?—se quedó observando hacia la mesa que solo pedía cervezas.—¿Cómo te sientes? —¡Ridícula y enojada!—fue mi respuesta, muy descriptiva en como me sentía. Él me ayudó a sentarme otra vez en el borde de la piscina, yo lo había mojado un poco a él ya que estaba empapada. Lo vi alejarse en dirección contraria a la mesa, lo seguía con la mirada, ahora él hablaba con Eleonor, señaló la mesa y vi que ella movió la cabeza con los labios hechos una línea, cuando Ari se iba de su lado, Eleonor lo sostuvo por el hombro, secreteando algo en su oido, pero él siguió con la misma expresión, ¿estaba enojado? Siguió su camino, yo creí que venía hacia mi, pero pasó a mi lado, solo ignorándome, se dirigía hacia la mesa. Mis ojos se abrieron como platos cuando vi a Ari golpear a uno de los chicos y señalarme, no era el que me había tocado pero ese también fue participe de hacerme beber, asustado el hombre señaló al que sí me había tocado, este se puso de pie, haciéndole frente a Ari, lo empujó por el pecho y en respuesta este lo golpeó en el estomago y luego lo derribó, subiéndose sobre su pecho y llenándolo de puñetazos. Creo que…se estaba pasando de golpearlo y nadie los separaba. Me puse de pie y tambaleándome llegué hasta Ari. —¡Ya déjalo!—le pedí, el otro tenía sangre en la cara y Ari en las manos, los sostuvo por la camisa y le dio un último puñetazo. Tomé su mano y tiré de él, pero Ari solo se alejó. Me quedé de pie frente al hombre en el suelo y me invadió otra vez esa risa incontrolable, reía, reía y no paraba de hacerlo. Unas manos tiraron de mi con fuerza y ahora yo lloraba, era un mar de emociones muy extrañas, me llegaba una montaña rusa de tristeza y luego una oleada de alegría, se sentía demasiado incómodo sentir ambos. Me vi entrando a la casa, levanté la mirada y era Ari quien tiraba de mi. Logré subir las escaleras con su mano y ahora íbamos a ¿su habitación? Si, era su habitación. Abrió la puerta y entramos. Me quedé de pie, sin moverme, él si que se movía de un lado a otro. —Creo que estás drogada. ¿Qué rayos bebiste? ¡¿No sabes decir que no o golpear?! No había visto alguien tan estúpida como tú.—hablaba con rapidez, arrojando insultos.—¡Te dije que no bebieras nada! Solo tenias que servir tragos, ¿qué dificultad ves en eso, Trix? ¿Cómo mierda crees que vas a sobrevivir allí fuera sin tus padres? Un primer simple y sencillo trabajo y ya terminas manoseada, drogada y empapada. Te imagino en el mundo exterior y me asustas. ¿No te das cuenta que no puedes estar sin tus padres? Solo eres una niña buena, sola y asustada, has querido huir pero… se te da fatal. Mañana mismo te llevaré a donde sea que vivas, te entregaré a ellos y le diré el peligro andante que eres. ¡Como un imán de estupideces! No quiero tener mi consciencia sucia. Terminó de hablar al fin, me arrojó una camiseta y señaló el baño. Arrastré mis pies allí y cerré la puerta, la boina se me había perdido hace un rato, retiré todo de mi, ya que todo estaba mojado, esta camiseta me quedaba como vestido. —No te preocupes, mañana mismo podré desaparecer con la paga de esta noche.—dije, golpeada por la ola de tristeza, casi a punto de llorar.—Podrás tener tu consciencia limpia. Regresa a la fiesta, yo no saldré de esta habitación, ya no te doy problemas. —Hazle caso a tus palabras y no salgas de aquí, cerraré con llave, allí tienes agua y hay un baño, no necesitas nada mas. —Como digas.—dije en voz baja. Me senté en la cama y él abrió la puerta, tomando la llave de esta.—Oye, te debo un beso, ¿no piensas cobrarlo? Es mi última noche. —Es cuando yo diga, no cuando tu quieras. —No nos volveremos a ver, me iré temprano y puede que tu estés borracho y dormido. Toma tu beso ahora.—pero no le hizo caso a mis palabras y solo se marchó. Comencé a llorar, porque él tenía razón en todo lo que dijo. Si me quedaba deambulando de un lado a otro, no sabía qué iba a pasar conmigo. Quizás seguía unos días por libre, en algún hotelucho y podría ver si encontraba trabajo, no lo creía posible. Mi cara parecía la de una adolescente y no traía conmigo ningún tipo de identificación. Quizás podría…escabullirme en casa, hablar con Iris cuando mis padres no estén allí y tomar algunas cosas, idear un mejor plan y puede que con suerte todo saliera bien. Debía seguir intentando. Me acomodé en su cama luego de asegurarme que la puerta estaba cerrada, me aferré a las sábanas y me quedé dormida. ¿Qué otra cosa podría hacer?
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