—Señorita, señorita. Por favor, despierte. Anoche me había quedado dormida junto a la puerta, luego de cerrarla, recostada a ella llorando y allí mismo me dormí. La voz de Iris no dejaba de sonar en mi mente, haciendo que me despertara. —No te asustes, estoy bien. Solo me quedé aquí dormida, no es nada.—tomé su mano para ponerme de pie, recogí el bolso y mi móvil.—Estaba algo ebria y ese fue el lugar mas cómodo, no podría subir las escaleras sin caerme. —Debió llamarme.—dijo mas calmada. —¿Y despertarte? No hacía falta, solo tengo que volver a mi cama y hacer desaparecer este dolor. —¿Le duele el cuerpo? —Digamos que es eso lo que me duele. —¿Pudo conocer anoche a su prometido? —Si, ya nos vimos las caras, pudo ser peor. —caminé hasta el sofá, recostándome allí, me dolía la ca