Tres días después de la muerte de Gianna y Derek, el FBI decidió que era momento de intervenir con todo lo que tuvieran. Sacarían a las serpientes de sus nidos para asesinarlas y así cobrar venganza por las víctimas. Madison se llenó de ira por ambas muertes. No lo merecían, no estaban involucrados como los demás, sin embargo, trastabillaron cuando asistieron con el equipo al hangar. Madison, quien se apersonó al lugar para comprobar que se trataba de sus pasantes, se culpó por no colocar protección para ellos. Ella los consideró menos importantes para la mafia, sin imaginar que serían el eslabón débil que usarían para herirla.
Ninguno de los involucrados en la muerte de los pasantes se sintió mal o conmovido por ello. Era parte de su trabajo, uno que llevaban practicando más de diez año
