Capítulo 3: El fin de una buena relación II

1189 Words
Maldito. Maldito. Maldito seas David Ramos. Ojalá el edifico en el que estás trabajando se derrumbe contigo adentro. Ojalá vuelva a ti el acné y tú asquerosa espalda se llene de pus como aquella vez cuando tenías 21. Ojalá estés cenando en este momento y la maldita esa de tu “supuesta amiga” no conozca de tu alergia al maní, lo haya usado para cocinar y te mueras. Ojalá, ojalá. La rabia e ira que arde en mi sistema circulatorio y digestivo no es común, no es normal. Como tampoco lo que me hace pensar la décima cerveza que me estoy tomando en la barra de este bar. Después de que tomase un taxi de ese infierno, alguien que hubiese sido cortada en una situación normal, se hubiese ido a llorar a su departamento. Pero el descaro y mofa de ese par de malditos era tan inmensa que necesitaba descargarme de otra manera. Me habían sido infieles por no sé cuánto, le había comprado un diamante seguro tan costoso como su auto, y habían sido tan requetecontrahipermegasuper desgraciados como para publicarlo en i********:. ¿Cuántos años se le daba a una mujer de mi edad y mi condición sentimental por matar a mi ex y a su prometida? Bebo mi décima cerveza tratando de mitigar el dolor, pero no lo hace, el ardor incrementa en todas partes. ─   Tómalo con cuidado amiga – dice una mujer desconocida que se sienta a mi lado izquierdo. ─   Sí, dejarás el bar sin cerveza y a nosotras sin espacio para robarnos el show de la borrachera de la noche – ríe otra mujer que se sienta a la derecha. ─   Luisa – extiende su mano la mujer de la derecha. Se la tomo como puedo. Veo algo borroso. ─   Mirta – imita a la otra la de la derecha – danos dos cervezas.   El bartender se la da y yo aprovecho para enfocarme en mi cerveza. Ya tengo ganas de las décimo primera. ─   ¿Y bien qué te hizo el tuyo? A mí me dejo embarazada y se fue a trabajar. Más nunca volvió. El niño tiene 2 años ya – confiesa bebiendo Mirta. ─   El mío se fue con una de 18 años y dos hijos – agrega Luisa. ─   Mi mardirtor – la traba se me lengua – le pidió primero matrimonio a su amiga que a mí que tenía 7 años de novia con él. Lo más gachosio es que se lo pidió antes de rompel conmigo.   Agrego un hipo de borracha y me siento orgullosa, creo Mirta y Luisa han aprobado mi estado. Mujeres unidas. Mujeres desconocidas unidas. ─   ¡Amiga eso ya pasará! ¡No hay nada que la cerveza y las canciones de despecho no puedan arreglar! – me asegura Mirta pasando su brazo por detrás de mis hombros – ¡Dj ponga una de Sin Bandera! ─   No, no, no ¡se nota que eres un de Paquita la del Barrio! – me dice colocando Luisa su brazo detrás de mi espalda – cantemos juntas Alimaña, culebra ponzoñosa, escoria de la vidaaaaaaaaa. ─   Rata de dos patasssssss, te estoy hablando a tiiiiiii – canta a todo pulmón Mirta. ─   Chicas, chicas no, no, no. ¿Qué esh esto de canciones de esa gente? – refuto – esto que yo siento aquís, aquí en mi pecho no se calmará cantando canciones de Pimpinela o de Vicente Fernández. ─   Ya sabía porque me caes tan bien, tienes gustos de despechada por naturaleza – ríe como la borracha en la que se está convirtiendo Mirta. ─   No, no, no – me mareo un poco y me estabilizo con seriedad – esta frustración tiene que ser descargada en alguna parte ¿no entienden? ¿qué hago? ¿qué hacemos? ─   ¡Ya sé! Venganza – afirma Mirta. ─   ¡Whojooooooooo! – grita Luisa – Piensa amiga amiga ¿Cómo te llamas? ─   Aishaaaaa. ─   Exacto Aishaaaaa. ¿Qué es lo que más le duele a tu ex? Para que la venganza sea sabrosaaaa – me propone Mirta. ─   Eso es fácil amigaaas ¿cómo me dijeron que se llamaban? – pregunto confundida. ─   ¡Qué importa eso! Mujeres unidas jamás serán vencidas – me jura una de ellas. Ya ni sé quién es quién. ─   ¿Qué es lo que le duele a ese parasito amiga Aishaaaaa? ─   Su lindo auto – sonrió con malicia.   Verán. Si esa noche alguien me hubiese aconsejado “Aléjate del alcohol. Las drogas no son tus amigas incondicionales” me hubiese evitado como 1001 problemas horrorosos que transformaron mi vida de mal en peor. Pero yo decidí ahogar mis penas sola a un bar con dos desconocidas tan o más intoxicadas que yo. Y el despecho y el alcohol no deben mezclarse por razones evidentes. Lo que ocurrió después de esa charla en el bar, está lleno de bruma en mi memoria. Lo que sí sé es que de alguna forma esas dos mujeres y yo nos montamos en un taxi con destino al departamento de mi ex. Era casi una década de relación, sabia de sus costumbres y todo de él, o eso creía, pero lo que sí sabía era que aparcaba su auto afuera del edificio donde vivía porque estaba teniendo problemas con la llave del garaje. Y allí estaba su lindo Toyota Avalon del 2020 en n***o. La mezcla perfecta de sofisticación y eficiencia por uno módicos 36 mil dólares. De los cuales ¿adivinen qué? ¡Yo le ayude a pagar 18 mil! Yo que no tenía ni siquiera auto y usaba el transporte público. Al contárselo a mis amigas Mirta y Lola ¿era que se llamaba? Decidimos que nuestra canción sería Bust Your Windows de Jazmine Sullivan. Así que cuando el taxi nos dejó cerca del bonito Avalon, me ayudaron a realizar mi venganza. Mirta y Leila eran tan buenas amigas de borrachera que de la nada me dieron un bate. Debían ser magas, sí, sí. Y yo hice lo que no se debía hacer. Ataque a batazos las ventanas del lado izquierdo del auto. Se sentía tan bien,  como mi propio video musical. Mirta y la otra amigaaa pusieron de hecho la canción desde uno de sus celulares. ─   ¡Rómpelo amigaaa cómo él te rompió el corazón! ─   ¡Wohoooooo! ─   I bust the windows out ya carrrr and no it didn't mend my broken hearrrrrrt – cantaban mis amigaaaas en coro desentonado.   Los vidrios volaron, las alarmas estallaron, y estaba intentando desmontar el retrovisor de ese lado a batazo limpio cuando las sirenas de una patrulla interrumpieron la canción de Jazmine en mi cabeza, sí porque ya la del celular había dejado de sonar. Cuando la agente me pidió que soltase el bate y preguntó qué había consumido, no me acordaba de qué había bebido, por lo que pedí ayuda a mis amigas pero no estaban. Se fueron. Ojalá alguien me hubiese aconsejado esa noche también “No te descargues con su auto. Romper los vidrios de un automóvil es penado”. Maldito seas David, perdón Avalon no era personal contigo.
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