Etienne y yo nos esforzamos toda la tarde en limpiar la habitación. Y mis sospechas tenían más sentido con este tiempo, ese hombre nunca había tomado un cepillo o una pala en su vida. Tampoco sabía cómo se tiraba la basura en un edificio residencial, mucho menos cómo lavar un baño.
Pero lo positivo era que aprendía rápido. Aunque su boca se pintaba con una mueca de desagrado, era ágil con sus manos. Lo que me hizo entender que no es que no pudiese hacerlo, es que no había necesitado hacerlo antes. Algunos dirán que era un hombre delicado o flojo, yo que era un niño de dinero.
Me dirán prejuiciosa, pero los que tienen dinero se diferencian de nosotros los pobres con una facilidad avasallante. Mucho más si menciono que en lo que peleaba con tallar el espejo del baño, aproveche para ver s
