Es el solo hecho de entrar a su oficina y sentir su mirada sobre mi nuevamente lo que hace que mi cuerpo tiemble, «¿es posible tenerle tanto miedo a alguien? Supongo que si... sobre todo cuando sabes de lo que esa persona es capaz de hacer, ¿no?» —Sienna, acércate... prometo que no muerdo — dice con un tono sarcástico al notar que me he quedado inmóvil en la entrada de su oficina. «Siento muchísimas ganas de decirle que lo que menos miedo me da es que me muerda, pero no puedo...» —Sí, disculpe es que creí que estaba ocupado y no quise molestarle.— me defiendo y se sonríe. Niega —Hoy he apartado todo el día para poder entrenarte — se explica y esos ojos verdes recorren mi anatomía de una manera que no me agrada. No puedo parar de pensar que, si Lucas estuviera aquí y se diera cuenta de