Auto de lujo, restaurante elegante, y atención del más alto nivel, esa es la consecuencia de venir a almorzar con Raúl Sandoval. Pretende ser un caballero y me pide que sea yo quien camine delante de él pero, no puedo fiarme, de seguro está mirándome como camino y no quiero ni pensar lo que debe pasar por su mente, los hombres como él son así, si es que se le puede llamar hombre a este sujeto. Observo a mi alrededor y todo el mundo aquí parece ser de la alta sociedad de Miami; elegantes, bien vestidos, y la mayoría en reuniones de negocios. Mi mirada se encuentra con esos ojos azules que tan bien conozco y al igual que él estoy sorprendida. «¡¿Lucas?! ¡¿Pero qué hace aquí?!» Disimuladamente vuelvo a mirar hacia su mesa, y frente a él hay una señora de unos más o menos 60 años que parece