Al día siguiente Respiro profundo y tomo el valor para entrar a mi oficina. Sé que ha llegado ya, puedo escuchar el ruido de sus dedos sobre el teclado de la computadora. Sin mirarlo camino hasta mi escritorio y apoyo el vaso de café que compre en el camino sobre el escritorio para luego acomodar mis cosas y sentarme en mi silla, ni quiero que me mencione la conversación que hemos tenido ayer. No quiero que me pregunte si he pensado lo que hemos hablado, porque la verdad es que no creo que pueda llegar a perdonarle lo que me ha hecho por más que comencemos de cero. Muevo el ratón para que el monitor de la computadora se ilumine, ingreso mi clave, y como cada mañana desde que he comenzado a trabajar aquí de tiempo completo; leo mis correos electrónicos. Puedo sentir su mirada sobre mí y m