Drogado

1464 Words
—Creo que puedo ayudar con eso —dijo Owen mientras sacaba su teléfono y acercaba la pantalla a la puerta. Zoe, que había estado a punto de hacer un comentario sarcástico, se quedó en silencio mientras la puerta se abría al instante. —Soy un técnico. Chica —explicó Owen, guiándolas hacia dentro. Colocaron a Selene en el sofá y le dieron agua. No tardó en vomitar, lo que no sorprendió a nadie. Zoe, resignada por el trabajo que se había traído indirectamente, comenzó a limpiar el desorden. Cuando su teléfono empezó a sonar, le pasó el palo de la fregona a Owen, quien aún no entendía su misión. Él se hizo cargo y le dio espacio para que pudiera contestar. Unos minutos después, Zoe volvió al salón y se sorprendió al ver que Selene había caído en un sueño profundo en el sofá. —Lo lograste bastante rápido —comentó Zoe, aliviada. —He tenido ayuda —respondió Owen, de manera misteriosa. Con aire preocupado, Zoe le pidió que se sentara. —Es urgente —le dijo en voz baja—. ¿Puedo confiar en ti con ella? —Seré un perfecto caballero —respondió él con una ligera sonrisa, tranquilizándola. —¿Cuándo te vas? —preguntó Zoe, aún algo nerviosa. —De eso no estoy seguro —dijo Owen, mirando a Selene dormida en el sofá—. Vine a hablar, pero parece que eso no va a suceder esta noche. Mañana, entonces. —Bien, me mantendré en contacto. Gracias —dijo Zoe, corriendo hacia la puerta cuando el teléfono volvió a sonar. —Adiós —llamó mientras se alejaba. Selene despertó con un terrible dolor de cabeza. Su cabeza era una masa de dolor pulsante. Cuando se movió, golpeó una cálida presencia a su lado. El calor la atrajo. A veces, durante la noche, había sentido frío, pero ahora estaba envuelta en una sensación reconfortante. Intentó levantarse, pero de inmediato se dio cuenta de que algo no estaba bien. La trasladaron de la sala al dormitorio. Cuando giró de nuevo, golpeó la pared con fuerza. Sorprendida, se sentó erguida de un salto. —¿Por qué está él aquí? —pensó al ver a Owen Pierce acostado en su cama, profundamente dormido. ¿Cómo y cuándo había llegado él allí? Recordó vagamente que había llegado la noche anterior para ayudarles con la puerta, pero no recordaba que hubiera dormido allí. Golpeándose ligeramente la cabeza, Selene se dio cuenta de que, probablemente, había hecho un desastre la noche anterior. Con vergüenza, se levantó de la cama, tomó su teléfono y salió silenciosamente al baño. Cuando cerró la puerta del baño, Owen, que había estado despierto desde que ella se agitó en la cama, se levantó. De hecho, se había despertado antes que ella y la había estado observando mientras dormía. Cuando se movió, él cerró los ojos rápidamente, asustado de ser sorprendido haciendo algo que no debía. Aunque quería tener esa conversación que tanto necesitaba, no estaba seguro de si ahora era el momento adecuado. Tomó sus cosas y, buscando algo para escribir, encontró un bolígrafo y un bloc de notas en su tocador. Garabateó rápidamente unas palabras y las dejó donde ella pudiera encontrarlas fácilmente. Sin saber que Owen ya se había ido, Selene susurraba mientras llamaba a Zoe. —Estás muerta, nena. ¿Cómo pudiste dejarme con un total extraño? —regañó, aún medio aturdida. —Bueno, en mi defensa, incluso en tu estado de embriagues, lo conocías como el hombre de Nueva York. Entonces, ¿qué importa? —respondió Zoe, algo divertida. —¿Cause problemas? —preguntó Selene, con tono preocupado. —¿Aparte de los ronquidos? No... espera, vomitaste —Zoe no pudo evitar reírse. Selene se cubrió el rostro de vergüenza, recordando ese episodio en particular. —¡Oh, Dios! —exclamó, arrepentida. —¿Y por qué estás susurrando? —Eso es porque está durmiendo... en mi cama, por cierto, y yo estoy en el baño tratando de averiguar cuánta vergüenza causé —dijo Selene, mientras su amiga se reía con un eco increíblemente fuerte. —Me duele la cabeza —se quejó. —Consigue un poco de aspirina —aconsejó Zoe—. Saluda a ese lindo hombre de ahí. Selene salió de puntillas hacia la habitación, solo para descubrir que Owen se había ido. Fue como si estuviera en la cama un minuto y al siguiente no. Se encogió de hombros y empezó a prepararse para el trabajo. No era como si esperara nada de ese hombre irritante. ¿Qué lo había hecho ir a su casa? En su tocador, encontró una nota pegada en el espejo: "Tengo una reunión en 20. Hasta luego" La arrancó y la tiró a la papelera. —¡Lo que sea, hombre! —murmuró mientras se sentaba frente al espejo. Algo le dijo que había venido a hablar de la gestación subrogada, pero ni siquiera sabía qué pensar sobre eso todavía. Ese mismo día, a Pete le informaron sobre el origen de la foto. Mary había enviado las fotos y el IP de Pete se rastreó. Le entregaron el gráfico y empezaron a explicarlo. —Ella envió las fotos y, de alguna manera, cambió de ubicación —informó el investigador. —VPN —añadió Pete, entendiendo rápidamente el concepto. —Sí. Sin embargo, quienquiera que se lo haya enviado no fue lo suficientemente inteligente como para cambiar su ubicación. Lo rastreamos usando su IP y descubrimos que es un blogger de startup —explicó, trazando una línea en el gráfico presentado. —¿Pero por qué haría eso? —preguntó Pete, más para sí mismo que para su investigador, que no se molestó en responder. —Necesito otra cosa. Consígueme las cámaras de seguridad de esa noche. No puedo recordar lo que pasó. Tal vez me hayan drogado. El investigador sonrió sabiamente. —No estoy seguro de eso. Tu equipo estaba allí. —Los despedí cuando apareció Mary. Iba a reunirme con Sel, pero ella no contestaba. Mary vino a decirme que estaba en una de esas reuniones de negocios. Eso es todo lo que recuerdo. Tomé unos tragos... —Bien. Puedo hacer que alguien lo envíe ahora —respondió el investigador. —Eso estaría bien —dijo Pete, recostándose en su silla y rodando hacia la otra habitación, dejando que su investigador trabajara en su esquina. ¿Por qué Mary haría esto, sabiendo lo que sentía por su amiga? Y lo más importante, ¿cómo se había rebajado tanto para quedar atrapada en esta telaraña? Las fotos habían causado un gran revuelo entre los accionistas. Odiaba tener su frente manchada. Era la oportunidad perfecta para que sus enemigos se aprovecharan. Unos minutos después, su investigador entró con la grabación. —Falta una parte, pero creo que es posible que desee ver esto —dijo, mostrándole el video. Pete observó el video, donde Mary le daba un trago. Parecía algo que haría una amiga. Nada fuera de lo común, hasta ese momento. Luego retrocedió el video. —No veo nada raro —comentó, frunciendo el ceño. —Al principio, no. —El investigador pausó el video—. Aquí, mira... Mary intercambió la bebida. Ella fue la que trajo el trago, pero luego lo cambió por el suyo. De alguna manera, en la grabación faltaban partes importantes sobre cómo Mary había conseguido la bebida y qué ocurrió después. Si había jugado sucio, tenía los recursos suficientes para borrar cualquier rastro de las cámaras de seguridad. —Pequeña, sucia... —murmuró Pete, frustrado, mientras su teléfono sonaba alegremente. Molesto, tomó la llamada y dijo: —¿Qué? Su secretaria en el otro extremo le informó: —Señor, Mary está aquí. —Déjala entrar —dijo Pete, despidiendo a su investigador—. Déjame llegar a esto. —Hey, baby —saludó Mary, mirando al investigador mientras salía de la habitación. Se sentó en el regazo de Pete, quien fingió que no le importaba. —¿Cómo estás? —preguntó ella. —¿Hablaste con Sel? —preguntó Pete, serio. —No, ella no responde mis llamadas —mintió Mary—. Te he echado de menos. —¿Qué tal en el almuerzo? —preguntó Pete, manteniéndose distante. —Déjala, olvida eso por un momento. Ella lo superará —respondió Mary, con una sonrisa falsa. Pete frunció el ceño, rechazando la sugerencia. —¿Olvidarlo? ¿De alguna manera estás obteniendo algún beneficio de todo esto? Ella es tu amiga, por el amor de Dios —exclamó, levantando la voz. —Y eso no te impidió pasar un buen rato conmigo —replicó Mary con una sonrisa burlona. —¿El buen rato que pasaste por drogarme? —respondió Pete, la ira en su voz.
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