02. “La promesa silenciosa”

1799 Words
Alek me hizo el favor de pasar a una floristería para comprarme unas flores, un gesto que miré verdaderamente estúpido, ante todo el daño que fui capaz de hacerle en un abrir y cerrar de ojos… por mi gran culpa, Hope había muerto, yo la maté, yo fui el culpable de alejarla de mi lado. Mi hermano empuja la silla de ruedas entre aquellas frías lápidas que tan solo desprenden la tristeza de las personas que han perdido alguno de sus seres queridos, mi pecho se contrae, al mismo tiempo en que mis manos comienzan a temblar al recordar su risa, aquella risa tan escandalosa que era capaz de contagiarme con rapidez. Había perdido lo más importante que tenía en mi vida, y todo por mis malditos ataques de celos. —Es aquí —señala mi hermano al detenerse frente a una lápida de color rosa—, iré a caminar, regreso en quince minutos —masculle al comenzar a alejarse para darme privacidad. De inmediato, mis ojos se llenan de lágrimas, mientras me hundo en el dolor, aquel dolor que me hace percibir una vez más, que jamás volveré a ver sus preciosos ojos celestes, que nunca volveré a escuchar su risa… cierro los ojos, dejando que las lágrimas se paseen con libertad sobre mis mejillas, rogando para poder sacar el dolor de esa forma. —Lo siento tanto, mi dulce Hope —susurro al estirar una mano para acariciar su imagen—, siento tanto haber apagado tu vida de esa forma tan cruel. Bajo la cabeza, dejándome llenar por los sollozos, a la vez de que comienzo a gritar de rabia y dolor. Vagos recuerdos de esa noche llegan a mi mente, lo bien que la pasamos en esa cena de aniversario, luego la llegada de ese hijo de puta al lugar que me hizo enojar, verla sonreír cuando recibió esas flores que él le envió con tal de fastidiarme, y luego la forma en que me descontrolé en el auto después de tirar las malditas flores. Siempre fui un adicto a la velocidad, amaba sentir la adrenalina al acelerar hasta el fondo, a ella no le gustaba, por lo que, quise castigarla de ese modo, sin saber que, con ello lograría matarla. —Perdóname, Hope —mascullo sin dejar de llorar—, perdón para apagar tus sueños, tú no mereces estar aquí. Más recuerdos llegan a mi mente, la forma en que se sentía su mano contra la mía, la manera en la que sus labios encajaban a la perfección con los míos, cómo sus ojos se dilataban cada vez que hacíamos el amor… mi preciosa rubia, ¿Qué iba a ser de mi vida sin ella? ¿Cómo podría seguir sin poder verla cada día? Hope Sokolova se convirtió en el amor de mi vida en el instante en que nuestras miradas se cruzaron al iniciar el cuarto año de la de la universidad. Fuimos amigos durante mucho tiempo, tiempo que ahora creía haber perdido al no declararle mi amor desde un inicio. ¡j***r! ¡Solo pude tenerla dos años! Abro los ojos, dedicándome a ver aquella imagen sonriente, sintiendo cómo una pequeña brisa comenzaba a llamarme… una pequeña sonrisa se forma en mis labios mientras asiento con la cabeza, a la vez de que le hago una promesa silenciosa. —Pronto volveremos a estar juntos, mi amor —susurro al llevar mis dedos hasta mis labios, los cuales beso para luego colocarlos sobre su imagen—, pronto voy a reunirme contigo, te lo prometo. Dejo las flores sobre su lápida, a la vez de que comienzo a analizar las formas más factibles en las que podía llevar a cabo aquella silenciosa promesa que ahora solo sería de nosotros. A partir del instante en que Hope se fue, mi mundo se volvió insignificante y vacío, sin ella, ya no tenía sentido seguir respirando un aire que ella ya no respiraba. —¿Listo, Nikolay? —pregunta mi hermano al acercarse otra vez. Asiento con la cabeza sin decir una sola palabra, permitiendo que él comience a empujar la silla para alejarme del lugar de descanso de mi bella chica, Alek me da un golpecito en el hombro, dejando salir un lento suspiro. —Ya, que morir es parte del ciclo al que todos tendremos que llegar en algún momento, Hope ya se ha ido, era su momento, ahora solo queda superarla y seguir hasta que sea nuestro tiempo —trata de consolarme, lo que provoca que suelte una risa cargada de sarcasmo. —¿Superarla? ¿tal y cómo tú lo has hecho con Sasha? —la mano que mantenía sobre mi hombro, me aprieta más de la cuenta, lo que me hace percibir que definitivamente, no le ha gustado que mencione aquel nombre que, para él, ya era prohibido. Vuelvo a reír, negando con la cabeza—, sí, tal y como lo imaginé. —Nikolay, cierra la boca y no metas a Sasha en esto —me advierte al empujarme con fuerza, provocando que la silla pegue contra una de las lápidas, probablemente haciéndolo a propósito por castigo al tocar un tema que, desde un principio, resultó ser delicado para él. (…) Alek me deja en la casa de mis padres, donde me esperaban un par de las chicas del servicio, quienes me reciben con una enorme sonrisa, tal y como si la tuviesen ensayada. —Joven Nikolay, ¡que bueno tenerlo en casa otra vez! —exclama la morena con falso entusiasmo, lo que me provoca voltear los ojos. —¿Cómo te llamas? —cuestiono al ladear la cabeza. —Dalya, señor. —Bien, Dalya, estás despedida. Su sonrisa se borra de inmediato, mientras sus ojos se abren de par en par, buscando ayuda en mi hermano. —Po - ¿Por qué motivo, señor? —pregunta al titubear. —Porque no me agradas, tienes los dientes torcidos y una horrible sonrisa, no soportaré ver tu cara cada día. —¡Nikolay, basta! —profiere Alek al golpear mis hombros—, tú no tienes ningún derecho de venir a despedir el personal de nuestros padres, así que cierra la maldita boca y deja que las chicas vuelvan a su trabajo. Él las hace un gesto con su mano, lo que hace que ambas se den prisa en volver a su trabajo. —Y tú compórtate, este no eres tú, maldita sea, ¿acaso crees que a Hope le hubiese gustado ver el puto ogro en el que te convertiste al despertar? —interroga al comenzar a empujarme hacia una de las habitaciones del piso inferior—. ¡Aprende a vivir con su ausencia! ¡sigue siendo tú mismo, que estoy seguro de que sería lo que ella hubiese deseado! —A Hope solo le hubiese gustado que la acompañara en su camino hacia el otro lado —me limito a decir al suspirar con pesadez. Alek se queda conmigo por largas tres horas, hasta que al final, debo de fingir quedarme dormido para que pudiese dejarme en paz. Justo cuando escucho la puerta al ser cerrada, abro los ojos y me arrastro hasta sentarme, apoyado en las almohadas, me inclino hacia un lado, abro una de las gavetas de mi mesilla y saco las tijeras que guardo ahí para emergencias. Aprieto los labios mientras extiendo una mano, decidido a terminar con esto en minutos, para dejar de sentir pena. Abro las tijeras y sin dudarlo, la paso por mi muñeca derecha, hago una mueca al sentir como escoce mi piel, al mismo tiempo en que aquel líquido espeso y carmesí, comienza a bajar por mi brazo, a como puedo, hago lo mismo con mi otra muñeca, para luego, simplemente recostarme en la cama para cerrar los ojos, esperando lo inevitable. Una pequeña sonrisa se forma en mis labios al saber que pronto iba a reunirme con ella, con mi linda rubia de ojos celestes, nuestro amor debía de ser eterno, no podía morir con su partida. Poco a poco, siento como las fuerzas comienzan a fallarme, el dolor se va y pronto comienzo a sentirme en una espesa oscuridad, bastante lejos de aquel sitio donde no me sentía feliz. —¡Ayuda! —muy lejos logro escuchar la voz aterrada de una mujer—. ¡Llamen a una ambulancia! ¡el señor Kozlov está muriendo! —y después simplemente pierdo el conocimiento. (…) Un horrible pitido se escucha a lo lejos, hago una mueca al sentir un fuerte olor a alcohol y desinfectante cerca de mis fosas nasales. Mi labio inferior tiembla al mismo tiempo en que comienzo a derramar lágrimas sin que sea capaz de evitarlas, aún estaba aquí, no me habían dejado marchar. —Está deprimido —logro escuchar la voz grave de un hombre—, Nikolay no puede permanecer solo, él necesita ayuda. —¡Dios! —la voz cansada de mi hermano resuena en mis oídos—, ¿Cómo puede hacer esto? ¿Por qué se empeña en querer castigarse de ese modo? —Ha sufrido un trauma, él está roto —afirma el hombre—, yo recomendaría que sea hospitalizado, donde pueda estar siendo vigilado por profesionales, él necesita ayuda. —No, yo me encargaré de él —le asegura Alek al suspirar—, no voy a encerrarlo en un lugar donde vaya a sentirse abandonado, solo… él me necesita, él necesita de su familia para superar este amargo trago. —Señor Kozlov, por favor, debe de entender lo grave que es la situación de su hermano. ¡Estuvo a punto de morir! ¡a menos de diez horas de haber dejado el hospital! ¿no le parece que en cualquier descuido vaya a lograrlo? —Ya le dije que no voy a permitir que mi hermano sea hospitalizado en un sitio de esos. Yo sabré cómo ayudarlo —gruñe el otro con notoria molestia—, ahora, si no le importa, vuelva a hacer su trabajo y déjeme con él. Abro los ojos, dedicándome a ver a mi hermano con rabia, él sonríe mientras se acerca para sentarme a mi lado. —Bienvenido, Nikolay. —Déjame —le pido al apretar los labios—, déjame. —No, voy a dejarte —dice al negar con la cabeza, dedicándose a fruncir el ceño—, entiende de una puta vez que aquí te necesito conmigo y que no permitiré que te vayas —estira una mano para apretar la pasar sus dedos por mi muñeca izquierda, la cual estaba vendada—, no voy a dejarte —repite—, estaré contigo hasta el momento en que logre verte salir de este horrible aguajero al que has entrado a partir de ese puto accidente.
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