Capítulo 5

1949 Words
Greg Waldorf… Sentí la luz sobre mis ojos, me levanté confundido, me dolía demasiado la cabeza, apenas podía recordar algo sobre Isaac llevándome a una fiesta, debería dejar de ser su amigo, lo detesto. Me pasé las manos sobre los ojos, malditas resacas, nunca había tenido una tan fuerte, ni siquiera recordaba cómo había vuelto a casa, Leighton debe estar decepcionada, lo que me hace sentir horrible, ojalá se molestará y me gritará, pero ella no era así, simplemente me miraba con esos preciosos ojos azules que me hacían sentir miserable. Aunque nada me hizo sentir más miserable que este momento cuando me di cuenta que no estaba en mi habitación y ni siquiera es mi casa, me toque el pecho desnudo. ¡No tenía ropa! Me alarmé y la encontré en una silla, ahí estaba mi traje, me apresuré a ponerme todo, ¿qué pasó? ¿Dónde estoy? –¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! –exclamé al levantarme, estaba por largarme de este lugar, lo que sea que hice anoche no fue nada, yo sé que no fue nada, no lo recuerdo, me voy a largar de aquí y olvidar todo, estaba por lograr mi objetivo cuando Sarah apareció. ¡Maldita sea! No con ella. –Despertaste –sonreía. –Sarah, disculpa por lo que pasó anoche, lo que sea, no era yo. –Sí la pasamos bien y podemos volver a repetirlo. Retrocedí. –Soy un hombre casado y lo sabes. –Pero me quieres –expresó –. Por eso te acostaste conmigo o nunca lo hubieras hecho. –Te estoy diciendo que bebí demás. –Aún así –encogió los hombros –. Seguro tu esposa te da el divorcio enseguida y podemos estar juntos, después de todo solo estás con ella por lástima. –¿Quién te dijo esa mentira? –fruncí el ceño –. Yo no me casé con ella por lástima. Ya ni sabía que seguía haciendo en esa lugar, mejor seguí mi camino hacía la puerta y salí, hasta ahí me percate que estaba en un apartamento, me fui al ascensor y vi a Sarah en la puerta. –Yo te voy a esperar. Travis tenía razón, debí cuidarme de ella desde el principio, pero su padre era uno de nuestros mejores clientes y quería ser cortés, los Lawson tenían varias tiendas de moda y cuando hacían eventos siempre solicitaban nuestros hoteles, no podía romper esa relación, aunque ahora ningún trabajo vale la pena si mi matrimonio se acaba. Conseguí un taxi y me fui a casa, ni yo sabía que jodidos estaba haciendo, pero debía hablar con Leighton, me arrastraría el resto de mi vida si ella me lo pedía, tal vez no deba decirle lo que pasó, ni yo sé que pasó, maldita sea. Al entrar a la casa fui directamente a la habitación, pero ella no estaba ahí, al menos me pude ir a dar un baño y cambiarme de ropa, bajé a la cocina, le gustaba estar ahí, era su lugar favorito de toda la casa, pero no la encontré. –Buenos días señor Waldorf –saludó Luisa –. ¿Café? –Por favor, lo necesito –le pedí, me sirvió el café y lo tomé, necesitaba estar tranquilo al encontrar a Leighton –. ¿Dónde está mi mujer? Luisa no respondió, siguió lavando los platos. –Luisa, ¿dónde está Leighton? Me trague el café porque debía hablar con ella. –Señor… me va a disculpar, pero la señora salió de la casa. –¿Y a dónde fue? –No lo sé. –No te dijo, ¿salió temprano? –Ah… la señora Waldorf se fue desde anoche. –¡¿Qué?! Luisa saltó del susto cuando me escuchó gritar, pero sentí el pánico porque si no había regresado anoche era porque algo le había pasado y Luisa no ha dicho o hecho nada hasta ahora. –Señor, ella salió ayer por la tarde y luego regresó –sollozó mientras explicaba –. Pero estaba llorando, estuvo en su oficina un tiempo y luego se fue con una maleta pequeña, dejó al chófer y todo. Me levanté de la silla y salí afuera de la casa, el chófer estaba cerca del auto leyendo el periódico el muy imbécil como si su tarea no fuera cuidar a Leighton. –¡¿Dónde está mi mujer?! –le grité. El hombre apenas pudo soltar las hojas en sus manos y se levantó. –Señor Waldorf –se enderezó –. La señora salió anoche, pero me prohibió acompañarla, luego ella salió de la casa y no sé a dónde. –Tu jodido trabajo es cuidarla. Tomé mi teléfono y estaba por llamarla, pero vi que tenía varias llamadas de Travis, tal vez Leighton había ido con ellos, así que lo llame primero mientras volvía entrar a la casa. –¡Travis! –¡Al fin llamas! –me gritó –. ¿Dónde cara.jos te metiste? Ahora no podía decirle dónde había estado, ni yo me lo creía. –Al menos dime que ya hablaste con Leighton y lograron solucionar todo. –¿Qué? ¿Cómo que solucionar? –dudé. –Greg, Leighton estuvo anoche en la fiesta y te vio con Sarah. Sentí que el mundo se me venía encima. No, Leighton no podía verme con Sarah. –Habló de muchas cosas… Ya no escuché cuando me apresuré a llegar a su oficina, ella tenía muchos libros y cosas ahí, guardaba todo, aunque lo que nunca imaginé encontrar fue un acuerdo de divorcio sobre la mesa. Miré la nota. “Espero que seas muy feliz” Tenía los anillos de boda y los papeles estaban firmados. –Divorcio. No, no, no, solo de pensarlo me quería morir, Leighton no me podía hacer esto, no me podía dejar así. –¿Qué? ¿Dijiste divorcio? Fue cuando vi que Travis seguía en línea. –Travis, Leighton no está en casa, dejó un acuerdo de divorcio firmado con sus anillos y todo, quiero que me ayudes, necesito encontrarla, por favor dime que te ha llamado o a Shelly. –Greg. –¡No me llames Greg! –grité –. Necesito encontrar a Leighton, ya. –Apenas han pasado unas horas, no pudo ir muy lejos, tiene que estar con alguien de confianza, alguien conocido. –Mi padre –fue lo que dije antes de cortar la llamada y salir a su casa, él tenía que saber dónde estaba, él siempre le mostró su aprecio y ella también, seguro estaba en casa, solo quiero que me perdone esta idiotez. Ni siquiera esperé al chófer, estaba demasiado desesperado como para esperar detrás de un asiento, tomé mi auto y me fui a casa de mis padres, al llegar fue mi madre quien apareció primero. –Hijo, al fin nos visitas. –Hola mamá –saludé nervioso tenía que encontrar a Leighton –. ¿Dónde está papá? –Es su hora de nadar, lo sabes –me recordó. –Mamá, ¿Leighton está aquí? –¿Por qué Leighton estaría aquí? –cuestionó ella –. No me digas que se te escapó, ya te he dicho que tengas cuidado, esos rumores que tiene un amante… No tenía tiempo para esto. –Voy a buscar a papá. Hace poco, una amiga de mamá le contó que había visto a Leighton con un hombre comprandole cosas, eso era imposible, para empezar a Leighton no le gustaba que le comprarán cosas, difícilmente me recibía algo a mí, me fui a la piscina y encontré a mi padre ahí, casi me lanzo a la piscina para que dejará de nadar, caminé de un lado a otro hasta que al fin se detuvo en una orilla antes de que volviera a dar otra vuelta lo detuve. –¡Papá! –Ah –me miró –. Greg, que gusto verte, ¿dónde está Leighton? Mierda, no planee bien esto. –Ah, pues a eso he venido –comenté –. Me dijo que iba a desayunar contigo. –¿Desayunar conmigo? –se alteró –. Santo cielo, no me digas que la he dejado esperando. –No salgas papá –lo detuve –. Eh… ¿no te llamó? –No que yo recuerde, ¿qué pasa? ¿Por qué estás así? ¿Le pasó algo a ella? Papá quería mucho a Leighton y si le decía que no aparecía seguro se iba a alterar, él padecía de la presión arterial alta, era mejor no preocuparlo. –No –contesté –. No, papá, yo solo pasaba a recogerla, pero seguro no pudo venir, iré a verla a la casa. –Está bien y dile que ella no necesita invitación para venir, también es su casa. –Si, gracias papá. –Cuídala Greg. –Eso hago. Seguro me ahogaría en la piscina si supiera esto ahora, al salir mamá estaba afuera esperando. –Hijo, te vas a quedar al almuerzo, te voy a preparar… –Lo siento mamá, será otro día. Apenas me despedí porque ya estaba llamando a Travis, solo en él podía confiar para esto, subí al auto y me fui a su casa, pero en el camino recordé el localizador de los teléfonos, habíamos instalado las aplicaciones por seguridad, nunca las usábamos para controlarnos, a mí ya hasta se me había olvidado que estaba ahí. –¿La encontraste? –No –contesté –. Pero recordé el GPS de los teléfonos. –¿El GPS? –¿Qué? –dudé al ver la ubicación. –¿Qué pasó? –Dice que está en el puente North. –Te alcanzo allá, creo que hay unas casas alrededor, tal vez tiene una amiga por ahí y no lo sabías, te ayudo a tocar puertas. –Sí, gracias. Conduje hasta donde la dirección del teléfono me llevó, pero era extraño, porque era como si estuviera en el lugar, pero al mismo tiempo no estaba ahí exactamente. Travis tardó un par de minutos en llegar y vi a Shelly bajar del auto. –Shelly –saludé –. ¿Qué haces aquí? –Travis me contó –lo miró –. Y si Leighton los ve seguro los lanza del puente, será mejor que yo esté para ella. –Shelly es que yo… –A mí no me des explicaciones, Greg –me puso la mano en la cara, tenía suerte que Leighton no tuviera su carácter porque estaba seguro que no me perdonaría nunca. –¿Dónde está exactamente? ¿O tendremos que buscar por casas? –No sé –mostré el celular –. Es que es como si estuviera aquí, pero a la vez no. –Sí, definitivamente por ahí. –Shelly señaló el puente. –No es nuestra zona –mencionó Travis caminando hacía la orilla del puente. –Habrá tirado el teléfono por el puente –comentó Shelly viendo a todos lados –. Al menos no fue a Greg. –Ah… Greg –me habló Travis y tenía algo en la mano una tela –. ¿Esto no es de Leighton? Me acerqué a ver y era el jersey de Leighton, un azul con franjas verdes que casi nunca usaba recuerdo haberla molestado porque se parecía a uno de una caricatura para niños. –No… –No –dijo Travis. Miré hacía abajo y luego mi celular, ahí abajo, ese era el lugar, ahí estaba el teléfono, pero eso no era posible. –No, no, no –repetí sintiendo como el mundo se me acababa, todo menos eso. –Greg… Leighton no se pudo haber quitado la vida por mi culpa…
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