Greg Waldorf…
Teníamos demasiado trabajo en la empresa, los edificios nos estaban pasando factura al presentar unos problemas técnicos, después de todo ya tenían muchos años debido a que mi padre y su amigo Nate comenzaron con este proyecto, ya eran varias casi cuatro décadas atrás.
Ahora había que darles el mantenimiento y reparaciones necesarias a esos edificios, lo que significaba más inversión.
–Estás listo.
Isaac entró a mi oficina sin avisar, no era ninguna sorpresa que hiciera eso, Isaac era uno de mis mejores amigos, siempre fuimos Isaac, Travis y yo desde la universidad, Travis estaba casado con Shelly y tenían un maravilloso matrimonio, yo estaba casado con Leighton y aunque las cosas no fueran tan bien debido al exceso de tiempo que pasó trabajando ella me comprendía y somos una pareja estable, pero Isaac se había quedado en los años de universidad, siempre quería ir de fiesta y beber, tal vez aún éramos jóvenes, pero esas ya no eran mis metas.
–¿Para qué? –pregunté.
Estaba seguro que me iba a arrepentir de preguntar eso.
–Para la cena de está noche, tienes que ir, es en uno de los salones de tu hotel.
–No voy a ir a ningún lado –contesté.
–¿Por qué?
La preguntaba estaba demás, tenía muchas respuestas para esa pregunta, para empezar, no me gustaban esos eventos, tenía demasiado trabajo, solo quería ir a casa con Leighton y quedarme en la cama por varios días, además, desde que ella ya no quiso acompañarme porque siempre la trataban muy mal, era aún peor, ni siquiera quería pensar en esos eventos, siempre existía el imbécil que me preguntaba por mi esposa la huérfana, la cazafortunas, la mantenida, se metían en lo que no les importa, lo odiaba demasiado, al menos el alcohol me ayudaba a pasar el mal rato.
–Tengo mil razones mejores por las que no quiero ir –respondí.
–Pero es un evento importante y tenemos que recuperarnos de la inversión que se está haciendo en los edificios ahora.
Suspiré pasando mi mano por la frente.
–Supongo que es un evento importante.
–Muy importante –aseguró Isaac.
–Bueno, entonces vamos.
–Yo te llevo –sonrió el imbécil.
Me apresuré a terminar todo para poder llegar pronto a la fiesta, hacer los negocios necesarios y poder irme a casa.
Fui yo quien fue a la oficina de Isaac, él era nuestro asistente financiero, lo había contratado apenas salimos de la universidad, confiaba mucho en su trabajo y yo había sido testigo de sus habilidades.
Nos fuimos en su auto porque insistió en llevarme. Sin embargo, cuando llegamos al lugar me dí cuenta que no era una fiesta tranquila.
–Esto es una celebración, Isaac.
–¿Ah sí? –dudó de forma cínica –. Mira, que casualidad, aún así hay varias personas importantes.
Me señaló a dos hombres al fondo, ellos eran hijos de unos socios importantes, no caería mal que les hablaran a sus padres sobre la calidad del edificio y las fiestas con excelente servicio.
Fue así como me incorporé a la fiesta, me sirvieron unos tragos y al poco tiempo entre en ambiente, solo tardaría unas dos horas, el suficiente tiempo para volver a casa, entonces ví a Travis y me sentí un poco mejor.
–Aquí estás –suspiré.
–Déjame adivinar, Isaac te engañó –se burló.
–Como siempre, me alegra que estés aquí –señalé ya tenía algunos tragos encima y también ya una chica se había acercado para preguntarme sobre mi mujer huérfana –. ¿Y Shelly?
–En casa, recién nos enteramos que está embarazada y no quiere que el bebé no tenga estos ambientes.
–¿Qué no escuchan hasta los tres meses? –dudé –. Y felicidades por lo del bebé.
–Gracias, ¿cómo sabes que escuchan hasta los tres meses?
–Algo he leído –encogí los hombros, recordé haberlo leído en alguna parte mientras vagaba en el internet.
–Tal vez quieres uno ya, nuestros hijos pueden crecer juntos.
–Ya te escuchas como señora –me burlé.
Tener un hijo se escuchaba bien, seguro Leighton se vería preciosa embarazada, pero ya se ha encerrado mucho en esa casa y no creo que un niño arregle esa situación. Nosotros no somos como Travis y Shelly que planeaban cada paso de su vida, ese bebé era planeado y se estaban preparando para tenerlo.
–Cuidado con la tóxica.
Apenas terminó de decir eso y ya sabía a quién se refería, Sarah Lawson venía hacía nosotros, no me dio tiempo de huir.
–Aquí están mis hombres –sonrió.
–Yo no soy tu hombre –dijo Travis, en las mismas se dio la vuelta y se fue dejándome a mi suerte cuando bien me podía llevar.
–Entonces mi hombre –extendió su mano con una copa –. Te traje un trago, me dí cuenta que el tuyo ya se había acabado.
–Gracias Sarah –lo tomé por cortesía –. Debería…
–Ven conmigo –me tomó de la mano ni siquiera me dio tiempo de hablarle, subimos las escaleras.
–Verás Sarah…
–Me encanta este lugar –señaló arriba –. Desde aquí puedes ver todo y es una zona más tranquila y privada por ser exclusiva.
–Esa era la idea.
–Es una magnífica idea, supongo que fue tuya.
–Fue del arquitecto, él lo sugirió –aclaré.
–Pero tú la autorizaste y es maravillosa.
–Sarah…
–¡Brindemos por eso!
Levantó su copa, me rasqué la nuca y por cortesía brinde con ella, será mejor que ya me vaya a casa, he hablado con las personas que quería hablar y eso es suficiente.
–Te agradezco el trago y creo que ya debería irme.
Coloqué el vaso en la mesa, me dí la vuelta y creo que lo hice demasiado rápido porque sentí un mareo, me sujeté el sofá que tenía cerca.
–¿Te encuentras bien? –preguntó Sarah.
–Sí –contesté e intenté alejarla cuando sentí su mano sobre mi hombro, luego tomé lugar en el mismo sofá –. Solo necesito un minuto.
–Tal vez necesitas algo de beber.
La música se empezó a escuchar lejana, no había bebido tanto para marearme de esa forma, es decir, siempre bebo, pero no me siento así.
–Aquí tienes.
Estuve confundido un momento hasta que ella puso el vaso en mi mano y lo tomé para beber, lo escupí de inmediato al sentir el sabor del licor.
–Esto tiene alcohol.
–Oh lo lamento.
–Agua –pedí –. Quiero agua.
Sentí unas manos en mi rostro, eran suaves, me recordaron a las de Leighton, se subieron sobre mí.
–Leighton…
Luego unos labios sobre los míos, me estaba besando, ¿cómo había llegado a casa? ¿O Leighton estaba aquí? No, está no era ella, no sé, la empuje mi mente no estaba clara.
–Leighton.
–Soy Sarah, tontito.
Si qué era tonto, ella no era Leighton y me había besado, me levanté como pude y busque mi teléfono entre la bolsa del pantalón, era un como un reto, el fuerte sonido, las luces parpadeantes, ¿dónde estaba?
Encontré mi teléfono al fin, tenía a Leighton en marcado rápido así que solo presioné el número uno y llamó, no me respondió, necesitaba que me enviará un auto a dónde sea que estuviera, seguro con el localizador del teléfono podía encontrarme rápido, me llevó a buzón, volví a marcar no sé cuántas veces más.
–Tontito, ¿qué haces? –sentí el brazo de Sarah.
–Me voy a casa –creo que logré decir.
–Yo te llevó, yo te llevo.
Apenas recuerdo que me moví y llegué a un auto, luego nada, luego unos pasos, luego nada, luego unos escalones, luego nada, luego una cama y luego…nada.