Leighton…
El autobús se detuvo en su parada final y al bajar fui a comprar el siguiente boleto hacía la ciudad a donde iba, nunca me había subido a un autobús, no significa que no sepa cómo funcionan, pero nunca antes había salido de la ciudad, aquí hay todo tipo de personas, desde niños hasta ancianos, madres con sus hijos, hombres con trajes que seguramente su destino es una empresa y personas con mochilas que seguramente se mantienen viajando.
Mi padre murió cuando yo era muy pequeña y al quedarnos en la casa Waldorf no tuvimos la oportunidad de disfrutar para salir a pasear o ir de compras, siempre nos limitamos a usar lo necesario, ojalá mamá hubiera tenido los estudios necesarios para tomar el control de la empresa junto a Daniel, ojalá yo hubiera tenido esos estudios necesarios, pero no fue así, en cuanto cumplí la mayoría de edad simplemente me case con Greg, solo me preparé para él, para que fuera feliz, estoy segura que si le hubiera pedido a Daniel lo que a mi padre le pertenecía me lo hubiera dado, él era bueno conmigo, debí despedirme al menos de él, estaba por subirme al autobús, todavía faltaban unos minutos para que saliera, miré un teléfono con cabina, no sé qué estaba pensando, pero fui a tomarlo y marqué el número de teléfono de Daniel Waldorf, sonó dos, tres veces, a la cuarta vez estaba por colgar, pero lo escuché…
–Hola.
Me quedé en silencio, no sabía cómo decirle que le había firmado el divorcio a su hijo y me había ido de su vida para siempre, que les dejaba el legado de mi padre y a cambio me dejarán tranquila, que ya no quería una vida atormentada por la sociedad, señalando sobre lo aprovechada que fui al casarme con su hijo, mantenida, cazafortunas, trepadora, algunos de los apodos que decían a mis espaldas como si yo no los escuchará y luego me sonreían al saludar, que solo quería vivir tranquila sin más señalamientos.
–Hola.
Estaba por hablar cuando escuche.
–Autobús setenta y siete, pasajeros del autobús setenta y siete, es el último llamado.
Corte la llamada y me fui corriendo, era mi autobús y lo perdería, en el camino me dí cuenta que mi bolsa con mis documentos, mi identificación y licencia de conducir se habían perdido y no sé dónde, tal vez lo dejé el taxi o cuando lancé el teléfono al río, ahora tendría que sacar nuevos, no es se necesiten mucho, pero quería enseñarlo a la persona que voy a buscar y espero que me crea, sobre todo que me reciba… Mi tío Kendal.
Después de pasar toda la noche en el autobús finalmente llegué a mi destino, recuerdo que mamá me contaba muchas historias sobre ella mi tío Kendal Baizen, eran muy unidos y era el mejor amigo de mi padre hasta que él salió a la gran ciudad para ir a la universidad y tener mejores oportunidades, en un verano cuando regresó a ver a sus padres para las fiestas se reencontró con Kendal y Leia mi madre, pasaron un fin de año maravilloso y mamá se fue con él a la ciudad, fue su salto de fe la amor y mi tío Kendal se quedó aquí.
Pasé varias casas y empecé a buscar la casa que aparecía en las fotografías, pensé en lo bobo que era esto porque no sabía si seguían viviendo ahí, pero era mi única opción ahora, no sé que voy a hacer si no están ahí, el dinero no me durará mucho tiempo y no tengo ninguna experiencia en ningún tipo de empleo o algo para buscar un trabajo decente, además, nadie me va a querer contratar si saben que estoy embarazada.
Me detuve frente a la casa, era igualita, color blanco, ventanas y puertas café y un roble al frente con un columpio de llantas, era aquí, no podía equivocarme, caminé a la entrada y toqué la puerta, me arreglé el cabello y sonreí nerviosa, pronto alguien abrió, una chica de cabello rubio rojizo apareció frente a mí, tenía los ojos azules y piel blanca como yo, no sé si estaba alucinando pero creo que era mi familia, podía ver el parecido a excepción del cabello, el mío es castaño.
–Hola.
–Hola –respondí –. Buenos días, soy… soy Leighton… emmm… –titubeé, no sabía qué apellido usar, así que mejor lo omití –. Está Kendal Baizen.
–Leighton –repitió la chica.
–Sí.
–¿Y por qué buscar a mi padre?
¡Lo sabía! Ella es mi prima, nos parecemos aunque solo se ve si pones demasiada atención.
–Es algo que quiero hablar con él.
–Eres alguna chica que quiere dinero.
–¿Qué?
–Rachel, ¿quién es? –se escuchó una voz al fondo y un hombre caminó al frente –. Espero que no estés jugando de nuevo…
Se detuvo cuando me miró, era un hombre alto de rasgos fuertes con barba y cabello gris.
–Buenos días, busco a Kendal Baizen.
–Leighton –dijo el hombre.
–Tío Kendal –sonreí casi me pongo a llorar, me conocía, no sé cómo, pero me conocía y su rostro de asombro seguido de un abrazo me hizo saber que era bienvenida.
Me dejaron pasar, la chica pelirroja es Rachel y tiene un hermano llamado Martín que ahora está trabajando con un amigo y socio, pero también vive aquí, me senté en la sala, Rachel fue por galletas y refresco que casi me los acabo en menos de cinco minutos.
–Lo siento –murmuré –. Es que no he comido nada en todo el camino.
–Está bien –sonrió mi tío –. Necesitas alimentarte, estás muy grande –sonrió –. Perdón es que nunca creí que te fuera a ver otra vez, desde que Leia murió perdí el contacto.
–Lo siento, yo debí llamarlo.
–Está bien, estás aquí.
–¿Qué haces aquí? –preguntó Rachel.
–Rachel, no molestes a las visitas –la regañó su padre.
–No son visitas, es mi prima –señaló la chica –. Y trae una mochila, además parece que no ha comido en semanas, ¿Eres alguna fugitiva? ¿Te busca la policía?
–¡Rachel!
Me empecé a reír por la escena, Rachel es muy expresiva y directa, eso me gusta.
–No soy fugitiva –respondí –. Y no me busca la policía, ni nadie –bajé la mirada –. Yo… Me acabo de divorciar y no tengo nada, ni a nadie –me ardieron los ojos solo de recordar –. Además, estoy embarazada y… –me limpie las lágrimas y lo miré a él –. Sé que fue una tontería pero era la única persona que se me vino a la mente que me podía ayudar, sólo pido un par de noches para dormir, te prometo que en cuanto consiga un trabajo y donde vivir me iré.
–No tienes que preguntar –me interrumpió mi tío –. Está casa era de tu madre y por lo tanto es tuya también.
–Aquí hay muchas habitaciones –mencionó Rachel –. Seguro también habrá una para el bebé.
–Gracias.
Sentí un gran alivio al tenerlos de mi lado, de verdad que era un gran alivio poder quedarme con ellos, saber que tenía una familia que podía apoyarme, mamá siempre me contó sobre el tío Kendal y su gran corazón ahora sé que no se equivocaba, poco después llegó Martín, él y su amigo tienen una empresa de negocios que están comenzando, Kendal dice que es una pérdida de tiempo, pero aún así lo apoya, Rachel está estudiando en la universidad local tenemos casi la misma edad y Martín es el mayor, su madre falleció hace unos años de cáncer, fue muy triste, pero ellos ya eran mayores, aún así decidieron quedarse con su padre y viven aquí con él, Kendal dice que le hacen la vida imposible, fue la cena más entretenida del mundo, no creí que tener una familia fuera así y tenían una cocina preciosa, eso fue lo que más me gusto, ahora me encargaría de cocinarles, era lo menos que podía hacer porque ninguno hizo preguntas y tampoco me pidieron que diera algún gasto, simplemente me aceptaron aquí y eso se los iba a agradecer toda la vida.
–¿Estás bien aquí? –me preguntó Rachel desde la puerta.
–Sí, es muy amplio, gracias.
Tomó mi respuesta como una invitación a entrar y se sentó a la orilla de la cama.
–Cocinas muy bien apuesto a que si el vecindario se entera tendremos a todos cenando en nuestra casa todas las noches.
–Tendríamos que hacer reservaciones –sonreí.
–Sería un buen negocio –contestó y nos quedamos en silencio, yo estaba sacando la ropa de mi mochila –. No entiendo como tu esposo fue tan malo para dejarte en la calle y embarazada, ¿Cómo no viste eso cuando te casaste?
–Ah… es que él era bueno cuando nos casamos, siempre me trato bien, de hecho él no supo del embarazo.
–¿Ah no?
–No –respondí –. Él quería el divorcio, pero yo quería solucionar las cosas hasta que lo encontré besándose con otra mujer, así que creí que solo quería ser libre para estar con ella y le firme los papeles –me detuve y respiré –. Yo todavía lo quiero –me sinceré –. Y no podía soportar verlo feliz con alguien más, por eso me fui.
–¿Y no le dijiste del embarazo? Tal vez si se lo dices ya no se quería divorciar. Tal vez eso cambie las cosas.
–No –contesté –. No quiero que se quede conmigo porque estoy embarazada, quiero que se quede porque me ama, pero eso ya no puede ser.
–Lo lamento, Leighton.
–Está bien, ahora solo quiero empezar de nuevo.
Y eso iba a hacer, está vez iba a buscar la forma de ser independiente, encontrar lo que me gusta y empezar de nuevo, aquí podía lograrlo, iba a ser difícil, pero lo iba a lograr.