Capítulo 30

1654 Words
24 de agosto de 2010 Querido diario, Desde que nos mudamos con mamá a la casa de Rafe, he empezado a tener estas pesadillas que no me dejan dormir tranquila. Y ahora, después de esos extraños encuentros con Anya, las pesadillas se han vuelto más intensas, más frecuentes. Siento un miedo que me envuelve, casi como una segunda piel. Cada noche, es como si me transportaran a ese mismo bosque oscuro y solitario. No hay estrellas ni luna que iluminen mi camino, solo la oscuridad que se extiende hasta donde alcanza la vista. Y entonces comienza, esa risa macabra, aguda y penetrante, de una mujer que no logro ver pero que siento cerca, demasiado cerca. Lo peor es escuchar mi nombre, gritado con desesperación por una voz masculina que me es desconocida. Sus gritos llevan promesas de castigo, resonando entre los árboles como un eco torturado que me persigue sin descanso. Me despierto con el corazón latiendo a mil por hora, el sudor frío recorriendo mi espalda. No he querido hablar de esto con nadie. Algo en mi interior me dice que estas pesadillas son solo el reflejo de mis propios miedos, mis inseguridades hablando a través de mis sueños. Pero, ¿y si hay algo más? ¿Y si estas pesadillas son una señal, un presagio de algo que está por venir? La sola idea hace que un escalofrío recorra mi columna. Por ahora, querido diario, guarda mi secreto. La oscuridad de mis noches y el miedo que habita en mis sueños quedan confinados a estas páginas. Solo espero encontrar pronto un respiro, algo que disipe la oscuridad que me acecha. Con cariño, Grace. Grace Volver a la rutina de las clases después de todo lo ocurrido fue sorprendentemente normal, casi como si los últimos días hubieran sido solo un sueño extraño y confuso. Jackson, a pesar de estar notablemente más distante que antes, al menos me había ofrecido un saludo al entrar al salón, un gesto pequeño pero significativo que aprecié. Elis, fiel como siempre, se mantuvo a mi lado durante toda la mañana, bombardeándome con preguntas sobre Owen y, en un giro más ligero, indagando si conocía a alguien tan atractivo como él para presentarle. Su curiosidad y empeño en mantener el ánimo ligero fueron un bálsamo para mi corazón agitado. Mientras compartíamos risas y chismes durante el almuerzo, Jackson se acercó a nuestra mesa. Su presencia inmediatamente cambió la atmósfera, y aunque estaba claro que tenía algo importante que decirme, la tensión entre nosotros era palpable. Con una voz suave pero firme, me pidió si podíamos hablar en privado. A pesar de las dudas y la ansiedad que esto me provocaba, sabía que no podía negarme. Al fin y al cabo, aún había asuntos pendientes entre nosotros que necesitábamos resolver. Elis, captando la seriedad del momento, se excusó con la promesa de regresar pronto, dejándonos solos. La miré alejarse, agradecida por su discreción y apoyo incondicional. Me levanté, siguiendo a Jackson a una esquina más tranquila del patio, donde podríamos hablar sin ser interrumpidos. Mientras caminaba tras él, mi mente giraba a mil por hora, preguntándome qué me diría, qué explicaciones daría o exigiría. Jackson me miró con una mezcla de esperanza y nerviosismo. —Grace, he estado pensando... sobre nosotros. Sé que este fin de semana te fuiste con alguien, un amigo, supongo. Y no sé quién es él ni qué significa para ti, pero... Hice una pausa, intentando encontrar las palabras adecuadas para no herirlo más. —Jackson, lo que pasó este fin de semana... cambió muchas cosas para mí. No es justo para ti seguir esperando algo que no puedo darte. Vi cómo la esperanza en sus ojos se desvanecía, sustituida por una tristeza profunda. —¿Entonces, eso es todo para nosotros? ¿No hay ninguna posibilidad de... intentarlo de nuevo? Mi corazón se apretó al verlo así. —Creo que es lo mejor. Lo siento mucho, Jackson, pero mi corazón está en otro lugar. Por un momento, el silencio colgaba entre nosotros, pesado y lleno de palabras no dichas. Finalmente, Jackson suspiró, resignado, pero todavía mostrando una fortaleza que siempre admiré en él. —Entiendo. No puedo obligarte a sentir algo que no sientes. Pero, ¿podemos al menos seguir siendo amigos? No quiero perderte completamente de mi vida. Su petición me tocó profundamente. A pesar del dolor y la confusión de los últimos días, Jackson seguía siendo una parte importante de mi vida. —Me gustaría eso, Jackson. Realmente valoro nuestra amistad. Una sonrisa triste se dibujó en sus labios. —Gracias, Grace. Eso significa mucho para mí. Siempre estaré aquí para ti, pase lo que pase. Regresamos con Elis, quien nos miró con curiosidad mientras nos acercábamos. Jackson, mostrando una resiliencia que siempre me impresionó, cambió rápidamente el tema. —Por cierto, estaba pensando... Mis padres quieren organizar una cena este fin de semana. Sería genial si ambas pudieran venir, —dijo, dirigiéndose tanto a Elis como a mí. Su invitación era un gesto amable, una forma de tender puentes en un momento complicado. Elis, siempre lista para levantar el ánimo, sonrió ampliamente. —¡Nos encantaría! ¿Verdad, Grace? —Me miró, esperando mi confirmación. —Sí, claro. Será agradable, —dije, agradecida por la distracción y la oportunidad de normalizar las cosas, aunque solo fuera por una noche. Mientras nos dirigíamos a nuestras siguientes clases, sentí mi teléfono vibrar en el bolsillo. Discretamente, saqué el dispositivo y desbloqueé la pantalla, revelando un mensaje recién llegado de Owen. Mis labios se curvaron en una sonrisa involuntaria al leer sus palabras, una mezcla perfecta de ternura y provocación que era tan característica de él. Owen Estoy contando los segundos hasta que pueda verte de nuevo. Cada momento lejos de ti se siente como una eternidad. Espero que estés sonriendo, Grace. Por cierto, ¿sabías que te ves increíblemente hermosa cuando sonríes? Espero estar ahí para verte sonreír pronto. Cuídate por mí. ? Grace Tu mensaje acaba de hacer mi día. No puedo evitar sonreír ahora, aunque Elis dice que me pongo roja ?. También extraño verte. Nos vemos pronto. Cuídate tú también. ? Sin que me diera cuenta, Elis se había deslizado detrás de mí y echó un vistazo por encima de mi hombro. —¡Uy, ese mensaje parece interesante! —exclamó con una risa traviesa. —¿Acaso Owen está siendo extra tierno... y un poco sexy? Me giré hacia ella, sintiendo cómo mis mejillas se teñían de rojo. —Elis, —dije, intentando sonar reprobatoria, pero la sonrisa en mi rostro traicionaba mi diversión. —Bueno, bueno, parece que alguien tiene un admirador muy dedicado, —continuó Elis, guiñándome un ojo. —Me alegro por ti, Grace. Te lo mereces. Owen Me encanta cuando te sonrojas para mí ? Releer el mensaje de Owen hizo que una sonrisa involuntaria se dibujara en mis labios, una que sentía que iluminaba mi rostro completo. Era increíble cómo, incluso a través de simples palabras en una pantalla, podía sentir su presencia, casi como si estuviera justo a mi lado, susurrándome al oído. La idea de que él disfrutaba viéndome sonrojar, algo tan íntimo y personal, me llenaba de una calidez que irradiaba desde mi interior. Grace ¿Sí? ¿Cuándo estoy abajo o arriba? ? Enviar ese mensaje provocador fue como avivar una llama que ya ardía con fuerza entre nosotros. Era un juego peligroso, sí, uno lleno de coqueteo y promesas, pero que ambos podíamos jugar. La anticipación de su respuesta envió un calor delicioso a través de mi cuerpo, un recordatorio de la conexión intensa que compartíamos, incluso a la distancia. Intenté enfocarme en la pantalla de mi teléfono, esperando ver aparecer su respuesta, pero el calor en mi cuerpo solo crecía, alimentado por recuerdos de sus manos sobre mí, de su aliento mezclándose con el mío. Era una sensación embriagadora, una que me dejaba anhelando más, deseando que la distancia que nos separaba desapareciera en ese instante. Con un pequeño esfuerzo, me obligué a sacudir esas imágenes vívidas, recordándome que aún estaba en la escuela y que tenía responsabilidades que atender. Guardé mi teléfono, llevando conmigo el calor de aquellos pensamientos y la sonrisa que Owen había dibujado en mi rostro. Al acercarme al salón, noté a Elis parada justo afuera, su postura tensa y una expresión de confusión adornando su rostro. Algo en su mirada capturó inmediatamente mi atención, borrando momentáneamente el calor y la distracción que Owen había sembrado en mí. —¿Qué sucede? —pregunté, aproximándome a ella, aun sintiendo el eco de la emoción provocada por el intercambio de mensajes. —Tenemos nuevo profesor, —susurró Elis, su voz apenas audible entre el murmullo de otros estudiantes que se acumulaban en el pasillo. Su tono llevaba una mezcla de sorpresa y curiosidad que me hizo olvidar por un momento el calor que me había acompañado segundos antes. —¿Nuevo profesor? —repetí, mi sorpresa igualando la suya. Cambios de personal no eran raros, pero siempre traían consigo una especie de expectativa, una pausa en la rutina establecida que a veces se agradecía y otras se temía. Asintió con la cabeza, haciéndome un gesto con la mano para continuar, mientras nos hacíamos camino entre los estudiantes para entrar al salón. La atmósfera dentro de la clase era palpablemente diferente, cargada de la energía eléctrica de la anticipación y la curiosidad colectiva. Al cruzar el umbral, mis ojos buscaron instintivamente al frente del aula, donde un hombre se encontraba de espaldas al pizarrón, escribiendo algo con una caligrafía elegante y segura. La clase se sumió en un silencio expectante cuando él se giró, su mirada barriendo la sala con una calma autoritaria que de inmediato estableció su presencia. La intriga me llenó mientras me sentaba, aun procesando el cambio repentino. Elis se inclinó hacia mí, su voz un susurro excitado. —Parece interesante, ¿no crees?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD