Capítulo 29

1906 Words
22 de junio de 2009 Querido diario, Hoy fue el Día del Padre en la escuela y todos los papás vinieron a hacer actividades con nosotros. Rafe estaba allí con Dan, Anya y yo. Me sentí muy feliz porque era la primera vez que podía celebrar este día con un papá de verdad. Hicimos un montón de juegos, como carreras de sacos y pintura de caras. Nos turnábamos para hacer las actividades con Rafe, pero cada vez que me tocaba a mí, Anya decía algo o hacía una mueca que me hacía sentir triste y un poquito sola. En un momento, Owen, que estaba allí también, se dio cuenta de que yo no estaba contenta. Se acercó y me preguntó con una sonrisa si quería que me prestara a su papá por un rato. Me pareció un poco raro, pero sonreí y asentí con la cabeza. El papá de Owen fue súper amable conmigo. Incluso corrimos juntos en la carrera de tres piernas y ¡ganamos! Me sentí muy especial y un poco menos triste. Cuando llegué a casa, empecé a pensar en mi papá de verdad. Mamá nunca quiere hablar mucho de él, así que intento no preguntar para no ponerla triste. Pero a veces, como hoy, me pregunto cómo sería tenerlo aquí. Con cariño, Grace. Grace Mamá estaba desquiciada, su rostro una máscara de ira y confusión. Apenas atravesé el umbral de la puerta con Owen a mi lado, la tensión en el aire se hizo palpable. Al ver la marca en mi cuello, sus ojos se abrieron desmesuradamente y empezó a gritarnos con una voz que no le reconocía. —La marca ya está hecha, y aunque sea la madre de mi compañera, no voy a permitirle que le hable así a su Alfa y su Luna, —dijo Owen, su voz firme, pero pude sentir cómo luchaba por controlar su temperamento frente a mamá. Pero ella, cegada por su furia, seguía moviéndose frenéticamente, sus palabras salían a borbotones, llenas de pánico y enojo. —¡Ustedes son unos inconscientes! —gritaba, una y otra vez, su voz teñida de ira y miedo. —Mamá, lo siento, —dije, intentando calmar las aguas, sintiendo una mezcla de ansiedad y frustración. —No es como si estuviera embarazada. En ese momento, mamá se detuvo bruscamente, como si la hubieran congelado en el acto. Se giró hacia mí, sus ojos desorbitados y llenos de incredulidad y horror. El silencio que siguió fue tan pesado y denso que parecía llenar toda la habitación. "Owen, ayúdame," le supliqué mentalmente, enviando una oleada de desesperación a través del vínculo que compartíamos. Él se giró rápidamente hacia mí, sus ojos reflejando mi angustia. —Mierda, esto es más grave de lo que pensé... —Su voz era un susurro gélido que me hizo estremecer. —¿Qué están haciendo? —preguntó mamá, su voz temblorosa y su mirada oscilando entre la confusión y el miedo. —Yo... —Las palabras se atascaron en mi garganta, la ansiedad haciendo que mi voz fuera apenas un hilo. —Grace y yo nos podemos hablar mentalmente, —dijo Owen con una mezcla de resignación y firmeza. —¡No, no, no! —Mamá comenzó a caminar de un lado a otro, con las manos enredadas en su cabello. —¿¡Se dan cuenta de lo que hicieron!? —Su voz era un crescendo de pánico y exasperación. —Lo siento, mamá, pero vamos a solucionarlo... Yo soy humana, de seguro no podré marcarlo, y tal vez mientras él esté lejos el vínculo no nos afectará, mañana volveré a la escuela... —Mis palabras eran un intento desesperado de calmar la situación, acercándome a ella con cautela. —¡No vas a volver a esa escuela! —me gritó. Nunca la había visto tan enojada, su rostro estaba rojo de furia y sus ojos brillaban con una mezcla de ira y temor. Las lágrimas comenzaron a brotar incontrolablemente de mis ojos. Owen se acercó y colocó un brazo sobre mis hombros, un gesto de apoyo que me reconfortó levemente. —Volveré en unos meses, pasaré la ceremonia de Alfa y haremos oficial el vínculo, —dijo Owen con calma, mirando fijamente a mi mamá, su voz era un intento de traer algo de racionalidad a la situación cargada de emociones. Mamá se dejó caer en el sofá, sus manos cubriéndose el rostro mientras las lágrimas caían en cascada. —Pensé que tendría tiempo suficiente... Él te va a buscar, vendrá a por ti, —dijo entre sollozos, su voz era un susurro tembloroso, roto por la desesperación y el miedo. Yo me quedé paralizada, sintiendo un frío recorrer mi espina dorsal. —Mamá, ¿de qué estás hablando? —pregunté, mi voz temblorosa por la confusión y el temor creciente. Owen se acercó, su ceño fruncido reflejando su propia confusión y preocupación. —¿Qué está diciendo? Nadie vendrá a buscarla, —dijo, intentando infundir algo de lógica en la conversación. Mamá levantó la vista, sus ojos rojos e hinchados por el llanto, y me miró directamente. —No entiendes, Grace. Cuando un Alfa marca a su compañera antes de los 18, eso comienza a despertar a la loba dentro de ella. Él... tu padre... Te va a encontrar, va a venir a llevarte con él... —Mamá balbuceó, sus palabras cayendo como piedras en un estanque tranquilo, perturbando toda mi realidad. —¿Qué... qué quieres decir con 'despertar a la loba dentro de mí'? ¿Y mi padre? ¿Cómo podría él...? —Las palabras salieron de mi boca en un susurro tembloroso, mientras sentía que mi mundo se desmoronaba a mi alrededor. A mi lado, Owen se puso tenso, su cuerpo como una cuerda tensada al máximo. Su mirada se desplazó entre mamá y yo, claramente tratando de comprender la magnitud de lo que acababa de escuchar. —¿Es eso siquiera posible? ¿Qué significa exactamente? —preguntó, su voz reflejando su propia confusión y preocupación. La habitación estaba sumida en una penumbra que reflejaba la gravedad del momento. Mamá se secó las lágrimas y nos miró a ambos, su expresión era una mezcla de miedo y resignación. —Grace, tú, yo y tu papá somos lobos... —Dijo, mirándome directamente a los ojos. Sus palabras me golpearon con la fuerza de un tren a toda velocidad, dejándome perpleja y confundida. —Venimos de otra manada, yo no sabía que tenía un compañero destinado... Tu papá me marcó poco antes de que mi loba despertara... —continuó, y supe en ese instante que mi vida nunca volvería a ser la misma. Mis manos temblaban a mi lado, y una oleada de emociones me inundó. Miedo, incredulidad, y una curiosidad abrumadora. Miré a Owen, buscando en él algo de estabilidad en este mar de incertidumbre. El silencio después de la confusión inicial era abrumador. Owen y yo nos mirábamos, perdidos en un mar de incertidumbre. Mi corazón, aunque agitado por las revelaciones de mamá, comenzaba lentamente a encontrar un ritmo más calmado. —Ya tengo un lugar seguro, —interrumpí, mi voz más firme de lo que esperaba. Mamá y Owen me miraron, sorprendidos por mi interrupción. —Mi escuela... Mamá frunció el ceño, claramente preparándose para protestar. —Grace, pero después de todo esto... —No, mamá, —la corté, con más valentía en mi voz. —Es la mejor opción. Nadie puede simplemente entrar o salir de allí. Está protegida, y además, ya estoy allí. Sería más sospechoso si de repente desaparezco. Mamá parecía dividida, la preocupación y el miedo todavía presentes en sus ojos. —Pero, después de lo que acaba de pasar... —Mamá, confía en mí, —dije, alcanzando su mano en un gesto de súplica. —Es el lugar más seguro para mí ahora. Además, Owen está de acuerdo, ¿verdad? —Me giré hacia él, buscando su apoyo. Owen asintió, poniéndose de pie. —Grace tiene razón. La escuela es el mejor lugar para ella por ahora. Está bien vigilada, y estaría bajo constante protección. Miré a mamá, esperando que entendiera, que viera la lógica detrás de mi elección. —Allí, puedo seguir como si nada hubiera cambiado, al menos hasta que... hasta que decidamos el siguiente paso y ante cualquier situación siempre puedo llamarte, además se cómo cuidarme. Mamá suspiró, finalmente cediendo. —Está bien, —dijo después de un largo momento. —Si ambos creen que es lo mejor. Pero vamos a tener que hablar más sobre esto, sobre todo... sobre todo lo demás. Asentí, aliviada por su aceptación. —Gracias, mamá. Lo resolveremos. Juntos. Owen colocó su mano en mi hombro, un gesto de solidaridad. —Nosotros estaremos preparados para lo que venga, —dijo, mirándonos a ambas. La despedida con Owen se cernía sobre nosotros como una nube llena de promesas y anhelos no dichos. —Te amo, te escribiré, cada día si es necesario, —prometió Owen, su voz teñida de un compromiso férreo, sus dedos se entrelazaron con los míos. —No importa lo que pase, no estarás sola. Nuestros ojos se encontraron, y en ese instante, toda duda se evaporó. —Y yo a ti, —respondí, mi corazón latiendo al ritmo de nuestra promesa mutua. —Aunque aún me cuesta creer... que soy... lo que mamá dijo. —La incredulidad todavía flotaba en mis palabras, pero la presencia de Owen me llenaba de una extraña confianza. Con una sonrisa que iluminaba su rostro, Owen se acercó, reduciendo la distancia entre nosotros. —Si alguien puede enfrentar esto, eres tú, Grace. —Sus labios encontraron los míos en un beso tierno, lleno de amor y promesa, un bálsamo para el alma ante la inminente separación. Su mano acarició mi cabello suavemente, un gesto tan lleno de cariño que casi me hizo olvidar la realidad de su partida. —Cuídate, Owen. Y vuelve a mí, —murmuré contra su pecho, aferrándome a la sensación de su abrazo. —Lo haré. Y recuerda, te amo, Grace. Más de lo que las palabras pueden expresar. —Se separó ligeramente, sus ojos buscando los míos, un espejo de la sinceridad y profundidad de su amor. Con un último beso, cargado de todo el amor y la promesa del mundo, Owen se alejó, dejando atrás una promesa de reencuentro. Lo miré partir, cada paso que daba alejándolo de mí, pero llevándose una parte de mi corazón con él. Mamá, sin decir más, había decidido retirarse a su habitación, dejándome sola con mis pensamientos y la noticia que había alterado el curso de mi vida. Al abrir la puerta de mi habitación, la familiaridad de mi espacio personal me recibió como un suave abrazo, un recordatorio de la normalidad que estaba a punto de cambiar para siempre. Comencé a recoger mis cosas, cada movimiento mecánico y deliberado, como si el acto de organizar mis pertenencias pudiera de alguna manera ordenar los caóticos pensamientos que bullían en mi mente. Con la mochila ya lista y mi habitación sumida en la penumbra, me detuve un momento, mirando por la ventana al cielo estrellado. —Mañana será otro día, —susurré al vacío, con una promesa a mí misma de enfrentar lo que viniera con valor. Apagando la luz, me deslicé bajo las sábanas, permitiendo que el cansancio me llevara a un sueño lleno de sueños y presagios de lo que estaba por venir.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD