11 de octubre de 2016 Querido diario, Después de colgar la llamada con Owen, me quedé sentada en la cama, sosteniendo mi móvil con ambas manos. Abrí la foto que me había enviado de su lobo, Tyr. Aunque la pantalla era pequeña, la imagen del lobo era impresionante, transmitiendo una sensación de poder y majestuosidad que iba más allá de su tamaño físico. Tyr era inmensamente grande, incluso en la fotografía podía apreciar su estatura imponente. Su pelaje oscuro tenía un brillo especial bajo la luz de la luna que lo hacía parecer casi místico. Pero lo que más me atrapó fueron sus ojos: unos ojos azules intensos, tan vivos y expresivos, exactamente iguales a los de Owen. Era como si una parte de Owen estuviera mirándome a través de la foto. Mientras observaba la imagen, una mezcla de emoc