Capítulo 22

1743 Words
28 de noviembre de 2016 Querido diario, Hoy es mi primer día en la escuela nueva. ¡Es enorme! Parece sacada de una película medieval, con torres y todo. Es impresionante, pero también un poco intimidante, no te voy a mentir. Mamá me dejó aquí ayer. He tenido tiempo para desempacar y organizarme. La verdad es que está bastante bien tener un cuarto solo para mí, como en casa. Puedo poner mi música a todo volumen y bailar sin que nadie me vea. Pequeñas ventajas. Pero, diario, te voy a ser sincera, extraño a Owen. Lo extraño muchísimo, como si me faltara una parte de mí. Todavía no entiendo del todo qué pasó entre nosotros, cómo algo tan fuerte pudo cambiar así de rápido. Es confuso y duele, pero en el fondo, creo que tomé la decisión correcta. Al menos eso intento decirme. Dicen que las heridas del corazón también sanan con el tiempo. Espero que sea verdad porque ahora mismo, se siente como si nunca fuera a pasar. Pero bueno, aquí estoy, intentando empezar de nuevo y ver qué me depara este lugar. Mañana es otro día, y quien sabe, quizás encuentre algo aquí que me ayude a sanar, o al menos a olvidar. Con cariño, Grace. Owen No estaba preparado para dejar la tranquilidad del hotel, ese pequeño oasis que habíamos creado juntos. Durante nuestra breve estancia, había presenciado cómo la magia de nuestro vínculo influía en Grace, cómo la había llevado de estar devastada a radiante. Ver esa transformación en ella era una fuente de alegría inmensa para mí. Aún estábamos en la ropa que habíamos usado para dormir. Grace estaba parada junto a la ventana, perdida en sus pensamientos, mientras la luz de la mañana iluminaba su figura, dándole un aura etérea. Terminé de recoger las cosas que habíamos usado para el desayuno, sintiendo una inquietud creciente en mi interior. —Peque, cuando volvamos a casa... ¿volverás del todo? —pregunté, mi voz revelando la ansiedad que sentía. Grace se giró para mirarme, sorpresa y curiosidad en su rostro. —¿Cómo? —preguntó, claramente confundida por mi pregunta. —Si vas a volver del todo, volver a casa y a la escuela. Volver a vivir en nuestra ciudad, con nuestra manada, —expliqué, mientras me acercaba a ella. La idea de estar separados otra vez me llenaba de una inquietante sensación de pérdida. —No lo había pensado aún, solo me queda un poco menos de un año para terminar la escuela, —dijo ella, su voz tranquila pero llena de reflexión. —Si, pero puedes terminar en casa, —sugerí, parándome frente a ella. —No lo sé, Owen, lo pensaré, —dijo Grace, su voz llena de incertidumbre y reflexión. —Peque, me quedan solo unos meses más de entrenamiento, y después volveré a casa. Me gustaría que estuvieras allí, para poder compartir más contigo. Además, no quiero que estés triste y sola en tu escuela, —le expliqué, vertiendo en esas palabras toda mi preocupación y mi deseo de estar juntos. Ella se acercó a mí, sus ojos reflejando una mezcla de afecto y pensamiento profundo. Se puso de puntas de pie y me abrazó del cuello. —Eres muy considerado, Owen, pero yo veré qué hacer, —dijo, su voz suave pero firme. Antes de que pudiera continuar insistiendo, sus labios encontraron los míos en un beso que me dejó sin palabras. En ese momento, todo mi mundo se redujo a la sensación de sus labios sobre los míos, el calor de su abrazo, y la proximidad de nuestros cuerpos. Sus besos eran mi salvación y mi perdición. Me hacían sentir invencible, como si pudiera enfrentar cualquier desafío con ella a mi lado. Una sensación mágica y poderosa se apoderaba de mí, borrando todo a mi alrededor excepto ella. Era tan dulce y cariñosa, tan inocente y sensual al mismo tiempo. Grace era la luz de mi vida, la razón por la que cada día parecía tener más sentido. Sus manos, delicadas pero seguras, se movieron desde mi cuello hasta enredarse en mi cabello, acercándome aún más a ella. Mis manos, actuando con un deseo profundo, la apretaron contra mi cuerpo, intensificando la cercanía entre nosotros. Un gemido involuntario se escapó de mis labios, un sonido que brotaba de lo más profundo de mi ser. Diosa, la necesidad que sentía por ella era abrumadora, un anhelo que iba más allá de lo físico, tocando las fibras de mi alma. "Con calma," murmuró Tyr en mi mente, su presencia un recordatorio de la fuerza y el control que debía mantener. Lo sentí inmóvil, reteniendo su energía y su impulso, como si temiera que cualquier agitación de su parte en mi mente pudiera de alguna manera distanciarnos de Grace en ese momento. —Por favor, para... no podré contenerme si sigues besándome así, —susurré, mi voz temblorosa, cargada de deseo y de una advertencia sincera. Cada parte de mí estaba al borde, vibrando con una energía que era tanto emocionante como aterradora. Grace me miró, sus ojos brillando con una mezcla de deseo y diversión. Su sonrisa, un poco engreída y totalmente encantadora, apareció en su rostro, y eso solo sirvió para calentar mi sangre de una manera única. Ella era mi debilidad y mi fortaleza, todo al mismo tiempo. —Lo siento... no sabía que eras tan sensible... —dijo Grace, su tono coqueto y juguetón. Su sonrisa era traviesa, y en ella había una promesa implícita de más momentos como este. —Eres... —comencé a decir, luchando por encontrar las palabras adecuadas. —Peque, —terminé, usando su apodo con cariño. Ella era muchas cosas: hermosa, inteligente, divertida, pero, sobre todo, era mía, y eso significaba más para mí de lo que las palabras podían expresar. —Dime, Owen… —dijo Grace con un tono que fluctuaba entre lo juguetón y lo travieso. —¿Es que no quieres o no puedes? —Grace, —gruñí en advertencia. Mi control se estaba deslizando peligrosamente, y su actitud no estaba ayudando. —¿Es que no te gusto? —preguntó ella, bajando la mirada hacia su mano que descansaba sobre mi pecho. Había una vulnerabilidad en su voz que me tocó profundamente. —Mírame, Grace, —dije, y el tono crudo de mi voz hizo que levantara la mirada hacia mí de inmediato. —Te deseo más que a nada, —afirmé, tomando su mano entre las mías y bajándola lentamente hasta mi entrepierna. —¿Ves? Simplemente necesito que estés segura, peque. Se estremeció al sentirme tan duro por ella, vi como tragaba con dificultad volviendo la mirada a la mía. Sin poder evitarlo, frote lentamente su mano en mi m*****o que estaba desesperado por salir. Escuché el gemido de placer de Tyr en mi mente, sus emociones intensificándose con las mías. —Te necesito de una manera que no te puedes imaginar, pero no voy a abusar de ti, peque, todavía no —dije acercando mi rostro al suyo, dejando que la proximidad hablara por sí misma. —Y... ¿y si yo lo quiero? —Preguntó y me dejó completamente perplejo. —Grace, es importante para mí que sepas que no tienes que hacer nada que no desees. No quiero que sientas ninguna presión, —le dije con seriedad, queriendo asegurarme de que entendiera que su bienestar y sus sentimientos eran mi prioridad. Ella me miró con una expresión que mezclaba curiosidad y una especie de determinación. —Lo sé, Owen. Y lo aprecio, —respondió, —pero también quiero que sepas que mis sentimientos por ti son fuertes. No estoy tomando decisiones a la ligera. —¿Tú... quieres esto? —le pregunté, mi voz llena de anhelo, esperando fervientemente que su respuesta fuera afirmativa. —Sí, —respondió ella, y pude sentir cómo su respiración se agitaba ligeramente, un signo de la emoción que compartíamos. —¿Segura? —pregunté de nuevo, mi voz ahora teñida de deseo, necesitando escuchar su consentimiento una vez más, queriendo asegurarme de que estaba completamente cómoda con la decisión. —Sí, Owen, quiero que me hagas tuya, quiero que seas el primero y el último... —susurró ella, sus palabras cargadas de amor y deseo. Al escucharla, sentí que mi agarre sobre el control mental que había mantenido se desmoronaba. La claridad de sus sentimientos, la franqueza de sus palabras, todo contribuía a un torbellino de emociones que me envolvía por completo. Con cuidado y reverencia, me incliné hacia ella, capturando sus labios con los míos en un beso lleno de la promesa de lo que vendría. Con movimientos lentos mis manos comenzaron a subir debajo de la blusa que tenía, subiéndola con mi avance, rocé uno de sus senos con los nudillos, ambos nos estremecimos. Le saqué la blusa por encima de la cabeza y quedé admirando su belleza. Grace, con su vulnerabilidad y confianza, era una visión de gracia y fuerza, y en ese momento, su belleza me dejó sin aliento. En mi mente, Tyr estaba completamente hipnotizado, igual de cautivado por la presencia de Grace. "Ella es nuestra," dijo, su voz un murmullo de asombro y devoción en mi mente. Miré a Grace a los ojos, buscando cualquier señal de duda o incertidumbre. Pero lo que encontré fue una mirada de amor y una confianza inquebrantable. —Eres tan hermosa, —le dije con sinceridad, mi voz suave pero llena de emoción. Ella respondió con una sonrisa tímida, sus ojos brillando con emociones complejas. Con movimientos deliberados y una confianza que irradiaba su propia belleza, se despojó de sus pantalones cortos, quedando así completamente expuesta ante mí. Luego, liberó su cabello, permitiendo que cayera en ondas suaves sobre su espalda. La visión de ella en su esencia más pura hizo que mi corazón latiera más fuerte, y una ola de emociones me inundó. Sentí la urgencia de estar en igualdad de condiciones con ella, de compartir ese nivel de vulnerabilidad y confianza. Con rapidez, me quité mi propia ropa, quedando tan expuesto a ella como ella a mí. En ese momento, estábamos ambos vulnerables el uno ante el otro, una muestra de confianza y conexión que iba más allá de lo físico. Nuestra mirada se encontró y en sus ojos vi reflejada la misma mezcla de deseo y cariño que sentía. La habitación se llenó de una energía tentadora, un reconocimiento silencioso de la profundidad de nuestra relación.
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