Capítulo 23

1860 Words
11 de octubre de 2009 Querido diario, Hoy fue el cumpleaños de Owen y en su casa le hicieron una fiesta. Él es hijo único y todos en su casa lo quieren un montón. Owen es muy bueno con todos, y aunque es mayor, siempre tiene tiempo para jugar conmigo. Hoy cumplió 12 años, pero él ya parece grande, como si supiera muchas cosas. Su fiesta no fue como la mía, con muchos colores y juegos, pero igual fue divertida. Me alegré mucho de haber venido porque Owen y Dan jugaron conmigo a la pelota. Me sentí muy especial porque me prestaron atención y se rieron conmigo. En la fiesta, todo el mundo llamaba a Owen 'Alfa'. Me pareció raro porque yo siempre le digo Owen. Cuando le pregunté, me dijo que solo los amigos muy cercanos lo llaman por su nombre, y eso me hizo muy feliz. ¡Eso significa que soy su amiga! No entendí muy bien eso de 'Alfa', pero me explicó que es como un apodo especial que tienen para él. Owen siempre es amable y me explica las cosas, aunque a veces no entiendo todo porque es más grande. Estoy feliz de ser amiga de Owen. Él siempre me hace sentir como si fuera importante y especial. Con cariño, Grace. Owen —¿Estás segura? —La pregunta salió de mis labios una vez más, cargada de una mezcla de deseo y preocupación. A pesar de todo lo que sentíamos, quería asegurarme de que Grace estuviera completamente cómoda y segura en su decisión. Ella dio un paso adelante, acortando la distancia entre nosotros. Sus manos se posaron suavemente en mi pecho, una conexión que enviaba oleadas de calor a través de mi cuerpo. Inclinó su cabeza hacia arriba, sus ojos buscando los míos, y en ellos vi una mezcla de determinación y emoción. —Nunca he estado más segura en mi vida, —susurró ella, y su aliento sobre mi piel provocó un estremecimiento que recorrió todo mi ser. En ese momento, el mundo pareció detenerse. Todo lo que existía era Grace y yo, y la palpable electricidad que nos rodeaba. La confianza y la claridad en su mirada me dieron la seguridad que necesitaba para dejar de lado cualquier duda que pudiera tener. Mis manos se deslizaron desde sus hombros hacia abajo, envolviéndola en un abrazo. El contacto con su piel era como un fuego que no quemaba, sino que encendía una llama de pasión y ternura dentro de mí. Ella era tan pequeña, parada frente a mí, apenas llegaba a la altura de mi pecho. Tan pequeña, tan frágil, y al mismo tiempo, tan fuerte y hermosa. Su presencia era como una luz que iluminaba todo a su alrededor, y en ese momento, me sentí completamente cautivado por ella. Con cuidado y poco esfuerzo, la levanté en mis brazos. Grace respondió colocando sus piernas alrededor de mis caderas. Lentamente, nos giré a ambos, moviéndonos en un baile silencioso y sincronizado. Mis labios encontraron los suyos en un beso suave, explorador, lleno de ternura y cuidado. Cada contacto era una promesa, cada caricia una declaración. Quería que cada segundo que pasáramos juntos fuera especial, un recuerdo que atesoraríamos ambos. La recosté en la cama y me paré frente a ella para admirarla. Su piel tan clara y suave, sus pechos pequeños y firmes, sus ojos claros oscureciendo por el placer y la anticipación. Tomé sus piernas y la acerqué al borde de la cama con movimientos rápidos que la tomaron por sorpresa haciéndola jadear y reír a la vez. Está sería nuestra primera vez y estaba emocionado, la electricidad recorriendo mi cuerpo con cada contacto. Me arrodillé frente a ella, abriendo sus piernas con mis manos firmes a pesar de la excitación que me hacía estremecer cada tanto. Bajé mi cabeza y besé su muslo interno con delicadeza. Su risa cambió rápidamente a un jadeo entrecortado que amenazaba con llevarme al límite en poco tiempo. Recorrí su muslo interno con besos y lamidas controladas, mientras ella se retorcía bajo mi toque. Me enfrenté a su entrada, la vista de ella así, tan mojada y preparada para entregarse a mí, me excitaba más allá de lo normal. Deslicé mi lengua desde su entrada hasta su clítoris, su sabor dulce y delicioso explotó en mis pupilas gustativas y en ese instante supe, que ella sería mi droga más adictiva. Gimió mi nombre entre dientes, como si quisiera contenerse o esconderse de la sensación. Levanté la cabeza, esperando a que ella me mirara, solo cuando lo hizo le hablé. —No te contengas, estamos solos aquí, —dije volviendo mi mirada a su coño mojado. —Eres mía Grace, solo yo puedo escucharte disfrutar y gritar mi nombre. Enterré la cara en su pequeño coño arremetiendo con lamidas desde su entrada hasta su clítoris, cada vez que tocaba ese punto, ella jadeaba más fuerte. Me aventuré con un dedo tocando los labios de su entrada y con un poco de presión logré meter la mitad del dedo. Diosa, tan apretada, tan caliente pensé y gemí contra su clítoris mientras mi lengua seguía jugando con ella. Empecé a mover mi dedo cada vez más rápido, coordinando los movimientos con los de mi lengua. Pronto sentí como se apretaba a mi dedo, haciéndome gruñir de placer. —Owen... Ah... no pares —gimió y me moví más rápido, sintiendo como su primer orgasmo se liberaba en mi boca. Lo bebí todo, gimiendo con ella por el placer de recibirlo. Estábamos en el puto cielo y no pensaba bajarnos aún. Cuando su cuerpo dejó de temblar, besé su coño una vez más antes de subir lentamente dejando besos en su abdomen y sus pechos llegando a su cuello. —Eso ha sido... increíble —susurró con dificultad, su mirada intensa clavada en mis ojos, diciendo todo lo que las palabras no podían expresar en ese momento. —¿Quieres parar? —Le pregunté con la voz ronca cargada con todo el deseo que tenía de continuar con esto. —No, Owen, —respondió con sus manos en mis mejillas, acercándome a ella, nuestras bocas a una distancia mínima, —lo quiero todo. La besé con tanta intensidad, tanta pasión y deseo, mi lengua moviéndose en sincronía con la de ella, el sabor de su orgasmo siendo compartido, sus manos en mi espalda arañándome con necesidad, hasta que nos separamos un poco. Su mirada bajó a dónde mi mano estaba agarrando mi m*****o y bombeándolo lentamente, sus ojos se agrandaron un poco y noté lo nerviosa que se puso de repente. —Es grande... —susurró ella haciéndome reír. —Si quieres que pare, ahora es el momento, peque, una vez que esté dentro de ti no voy a poder parar... —La crudeza de mi voz era imposible de disimular. Ella me miró a los ojos, con una sonrisa tímida me dijo: —Te quiero Owen, te quiero a ti, todo —susurró con anhelo. Sin pensarlo dos veces coloqué mi eje en su entrada, empujando suavemente para entrar, la resistencia que ofrecía su coño solo incrementaba mi locura por estar enterrado en ella. Su cuerpo comenzó a tensarse debajo de mí, ella quería esto, pero estaba asustada. Solo había logrado meter la cabeza de mi polla, y la necesidad de unirme completamente a ella estaba nublado mi mente. Me detuve un momento, bajé mi cabeza a su cuello y besé el lugar donde colocaría mi marca más adelante, era un lugar sensible para los compañeros, un roce en ese lugar y la excitación subiría a las nubes. Grace jadeó cuando mi lengua recorrió el lugar, su cuerpo poco a poco rindiéndose al placer, con una mano entre nosotros aplique un poco de presión en su clítoris, con movimientos circulares para estimularla más. En el momento que su cuerpo empezó a relajarse retomé los movimientos de mis caderas para adentrarme más en ella. Sentí como poco a poco, recibía cada centímetro de mí, hasta que me encontré con una resistencia un poco mayor. Sabía que Grace era virgen y está sería la parte más dolorosa para ella. Incrementé los estímulos en su cuerpo, preparándola para la peor parte de esto, pero sabía que después de atravesar esa barrera, todo sería placer. Con un movimiento rápido y fuerte, sentí su membrana romperse. —Mierda —gritó ella haciendo que levantara la cabeza para mirarla. Sus ojos llenos de lágrimas no derramadas me paralizaron por un momento. —Lo siento, peque, yo... —intenté disculparme, sabía que le dolería, pero verla así era difícil. —No te preocupes, tiene que ser así, ¿no? —Respondió mientras una lágrima se escapaba de sus ojos. Limpié esa lágrima solitaria con mi lengua, su sabor salado sumándose a los sabores que aún podía saborear en mi boca. Mis labios se encontraron con los de ella, mi mano retomando el movimiento sobre su clítoris, mientras que mi otra mano jugueteaba con uno de sus senos y su pezón. Las lágrimas y los jadeos de dolor dieron paso a los gemidos de placer que ambos dejábamos escapar entre besos, ella movió sus caderas, instándome a seguir moviéndome. Con lentitud salí de ella y volví a entrar, la sensación de sus paredes alrededor de mi m*****o, terminaron de llevarme a la locura total. Levanté sus piernas para darme más acceso, el deseo de estar totalmente unido a ella me embriagaba. Miré nuestros cuerpos unidos, y una sensación de éxtasis me invadió. —Míranos, —le dije sosteniendo una de sus piernas contra mi pecho, mientras aumentaba el ritmo de mis caderas y las estocadas dentro de ella, —al final si pudiste tomarlo todo —gruñí, mi voz teñida con pasión desenfrenada. Mis palabras parecieron encender un fuego en ella, su mirada iba desde nuestros cuerpos unidos hasta mis ojos brillando con la intensidad de las emociones que estaba experimentando. Seguí penetrándola con embestidas descontroladas, salvajes, mientras acariciaba su clítoris con movimientos desenfrenados. Su cuerpo se tensó, preparándose para otro orgasmo explosivo, mi cuerpo reaccionando al suyo, deseoso de verla arruinada de esta manera debajo de mí. —Owen, ah... —jadeó mi nombre, pidiendo más y más rápido. Cuando sentí su orgasmo explotar sobre mí me invadió una sensación de realización que amenazaba con llevarme al propio infierno, pero por ella lo haría. Iría al mismísimo infierno mil veces por hacerla sentir así. —Grace... —gemí su nombre cuando mi cuerpo se tensó, siguiéndola a ella en su liberación. La sensación de derramarme dentro de su cuerpo, mi semen llenándola por dentro y uniéndose a su orgasmo, fue... indescriptible. Penetrándola un par de veces más, sentí como me vaciaba y dejaba mi marca en ella, la sensación de posesividad me abrumó, y Tyr no hacía más que aumentar ese sentimiento. "Mía" gruñía cada vez que la penetraban, estaba tan obsesionado con ella como lo estaba yo. Con un último empujón, salí de su cuerpo, recostándome a su lado, mirándola con todas las emociones que me abrumaban en ese momento. La atraje hacia mí y la abracé, jurándome que nunca, jamás la dejaría alejarse de mí.
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