Caterina Di Pietro. Caminando por el borde del jardín, casi al final de la reja de la casa de los Salvatore, no puedo dejar de mirar al equipo de jardinería que tiene su camioneta estacionada en frente desde hace dos días. No soy idiota. Como dije, estoy observando todo lo que sucede a mi alrededor, mucho más ahora que las amenazas han dejado de estar en mi cabeza. He demostrado que no soy distraída, mucho menos una mujer que se deje de cualquiera, y no lo haré tampoco con el FBI. A sabiendas de que no puedo decirle a nadie lo que está pasando, tengo que encontrar la forma de que esa camioneta se mueva pues estoy más que segura de que está socavando información sobre nosotros. El FBI no es muy bueno cuando se trata de vigilancia, por eso el caso contra Ugo Salvatore lo formé yo.