034.

3424 Words

Caterina Di Pietro. Después de hacer las compras que quise, regreso a la casa pasado el horario del almuerzo. Los antonegras de la entrada ni siquiera me miran cuando abren las rejas para permitirme el paso y acelero para llegar al garaje. Las bolsas en la parte trasera del coche hacen ruido al moverse constantemente, pero sonrío al verlas porque por primera vez en mucho tiempo fui capaz de tener contacto con otras personas que no sean Bruno. Para cuando estaciono en el garaje, las llaves se caen de mis manos bajo el asiento del conductor. Maldiciendo por mis manos de manteca, me agacho para recogerlas cuando el resplandor de una luz roja capta mi atención. Dejando las llaves de lado me enfoco en el aparato el cual jalo con fuerzas hasta sacarlo, quedando estupefacta. Tengo entre

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