Caterina Di Pietro. Tengo la toalla en mano para poder darme una ducha y recostarme cuando golpean la puerta de mi habitación. Confundida me acerco a sabiendas de que nadie puede subir a no ser que se trate del servicio doméstico, pero no pedí nada. Apenas abro la puerta me arrepiento. Enzo, con una mirada perdida y una sonrisa malvada en sus labios analiza mi rostro. Todo en él me grita que se siente ganador acerca de algo aunque no llego a comprender de qué. —¿Qué necesitas? —Bruno pidió verte. Me quedo tiesa. La única razón para que Bruno me mande a llamar con él es justamente a lo que tanto miedo le tengo. Más aún al ver la expresión en el rostro de Enzo. ¿Qué demonios está pasando? —¿Qué pasa? ¿No escuchas bien o qué? Andando, quiere verte ahora. Me río, intentando pa