Caterina Di Pietro. El sentir el peso a un lado de la cama me despierta de forma abrupta. Mi respiración agitada no ayuda a mi descontrol emocional, mucho menos al despertar con tanta desesperación. La oscuridad del cuarto tampoco ayuda y es que, por más que toda mi vida he dormido con la luz apagada, no creo poder seguir haciéndolo ahora. No después de lo que me pasó. Bruno, a mi lado, apenas se está recostando. Miro el reloj a un lado notando que son las cinco de la mañana. —¿Dónde estabas? Creí que ibas a quedarte conmigo—susurro, aferrándome a su lado. Todavía continúo adormilada, por lo que el sueño que tengo me está ganando. —Tuve que salir a hacer algo, pero no te preocupes. Duerme, no voy a moverme. Su voz tranquilizadora y la forma en que su respiración ayuda a la mí