Pasado.
Bernard consoló a Isabella, el la llevo a la fiesta, quería que todos vieran el gran amor que el sentía por ella.
La llevo a la pista de baile, beso su mano, y su frente, era una forma de mostrar respeto, ambos bailaban felices, ella se olvidó por un momento de donde estaba, se sentía volar a su lado, su cicatriz en forma de fuego brillaba un poco pero ella no sabía si era real o era por la felicidad que sentía en ese momento, al terminar Bernard la tomó con sus manos del rostro, y le dio un dulce beso, ambos sentían sus cuerpos como si fuera uno solo, todos comenzaron a dar aplausos a los futuros esposos formaban una hermosa pareja.
Del otro lado del salón, Samantha estaba furiosa, ella veía a Bernard, el parecía estar realmente enamorado de ella, la odiaba, ella pagaría por haberle quitado a Bernard.
La fiesta terminó, La familia real llevo a Isabella a su hogar, ella estaba muy feliz, no podía esperar el día para ser su esposa.
Los días pasaron, Isabella recibió la visita en el Palacio de una joven, cuando la anunciaron ella intentó negarse, pero sabía que debía recibirla.
-Buenos días,señorita Isabella, que placer que me pueda recibir.
-Pase, vamos a la salita.
Al llegar al lugar le ofrecieron te y galletas, Isa no sabía que querría ahora la Joven, ya la había molestado una vez, no creía que hubiese ido solo a saludar.
-Dígame que desea Samantha.
-Pues saber cuando vas a dejar de fingir que amas a Bernard, sé que solo buscas su posición, ser una princesa, pero sabes que el nunca te Amara.
En ese momento Isabella, se molestó, no debía permitirle ofenderlo, ella no se merecía eso.
- No sé realmente que es lo que deseas, yo tengo muchas cosas que hacer, puedes pensar lo que mejor te convenga, yo amo a Bernard, y el a mí, tu opinión no me interesa.
Samantha se levantó de su asiento haciéndose la ofendida. En ese momento Bernard entró a la sala.
-Que bueno que llegaste Bernard, vine a saludar a tu prometida, y ella fue muy grosera conmigo.
Isabella se quedo impresionada de la forma tan natural de mentir.
-Bueno, debo hacer algo entonces.
Samantha se sentía triunfal, Bernard haría algo con esa mujer.
-Debo pedirte Samantha que te vayas, y no vuelvas a molestar a mi prometida, de lo contrario, tendré que hacer que pagues por tus ofensas, comprendes?
Samantha abrió muy grandes sus ojos, no podía creer que el la hubiese amenazado.
-Me estás amenazando.
¡Es una promesa Samantha, si vuelves a molestar a mi prometida, pagarás tu osadía, ahora lárgate!
Samantha salió furiosa, la habían humillado, Bernard no sabía en lo que se metía, lo haría pagar.
-Estás bien? Hermosa.
-Sí, es que yo pensé que quizá tú le creerías.
-Jamás a nadie antes que a ti.
Ambos se abrazaron.
Isabella se esforzó mucho, ella tenía que aprender a comportarse en sociedad, tenía que aprender sobre varias obligaciones, pero su suegra era muy amable con ella, así que fue sencillo.
El maravilloso día de la boda llegó, Bernard iba imponente con sus ropas de príncipe, e Isabella llevaba un hermoso vestido blanco, con grande velo, brillos por doquier, el sacerdote que ofició la boda los declaró marido y mujer, ambos tuvieron una bella luna de miel, los esposos fueron a un hermoso bosque, era una gran propiedad, al llegar los recibieron los sirvientes, la pareja fue muy consentida.
Al llegar la noche, ambos veían las estrellas en el balcón, los dos fueron a la cama, ambos sentían mucho amor el uno por el otro, esa noche se entregaron en uno al otro, Bernard le hizo el amor a su esposa, pero ocurrió algo increíble, después de entregarse, ambos sentían quemar un pequeño lunar en forma de fuego que tenían, al sentir eso se abrazaron, de pronto sin saber muy bien qué pasaba, ambos veían la misma vista, los cielos, era como si fuesen un ave, pero unida, los dos tenían la misma vista. Sin darse cuenta despertaron, aquella noche había sido extraña, pues al hablar ambos habían tenido el mismo sueño, eran un ave, ambos veían su marca de nacimiento, en realidad no comprendían como podrían tener la misma marca.
Bernard comenzó a investigar entre sus antepasados, encontró a uno que habían hecho pasar por loco, el Príncipe Jonás, fue un príncipe que decía ser un ave Fénix, Bernard era descendiente de el, pues aun cuando se decía que no estaba cuerdo, el conoció a una hermosa mujer, y se casó con ella.
Bernard meditaba si eso podía ser real, le contó a Isabella, ella no sabía que creer, y le contó que siempre desde niña tenía sueños, ella era una hermosa ave con un hermoso plumaje azul de fuego, ella surcaba los cielos, en busca de algo pero no sabía que.
Bernard se quedó impresionado, el había tenido ese mismo sueño, desde niño, pero el era una hermosa ave de plumaje de fuego color naranja.
Llegaron a la conclusión que eso no era un sueño, así que tratarían de ver si lograban transformarse.
Esa noche al estar todos durmiendo, Bernard e Isabella se concentraron, y desearon convertirse en las aves, así pasaron varios días sin poder conseguirlo, una noche ellos veían al cielo, había luna llena, los dos sintieron que su marca quemaba, y al verse uno al otro, con asombro, vieron que se transformaban.
Cada uno en un ave de color diferente, parecían cubrirse en llamas, ellos volaban, desde entonces lo hacían a diario, era una maravillosa maldición, al tocarse, se unían en uno solo, un ave de dos colores, dos almas en un solo ser.
Bernard sabía que estaban destinados a estar juntos.
Al volver al Palacio una noche, Bernard beso a Isabella, y le juro, que siempre la buscaría, eternamente siempre serás mi esposa, mi alma gemela, pues una vida no es suficiente para amarte, mi adorada Isabella.
Ella lo beso y ambos fueron a descansar.
La vida pasó tan rápido, ellos tuvieron 2 hijos, Begoña e Ismael, así vez ellos tuvieron a sus hijos, la vida fue buena para los Reyes, a Bernard le encantaba estar con su amada.
Ambos envejecieron, Bernard era ya mayor, su hijo Ismael, había ocupado el trono, ya que Bernard era muy mayor y estaba muriendo.
-Mi amada Isabella, necesito decirte algo.
La familia lloraba, Bernard se había despedido de todos, el sabía que su hora había llegado.
-No hables, descansa mi amado.
-Quiero decirte algo, algo que tú ya sabes desde que te conocí. Yo moriré, lo sé, y tú lo hagas un día, pero nuestras almas volverán a encontrarse, te juro, ante la vida misma, que yo Bernard Redder, te buscaré para volver a amarnos, en la siguiente vida, Reencarnaremos, y volveremos a estar juntos.
Isabella lo beso, y momentos después el murió.
Isabella murió un año después, y su historia fue conocida en el Reino enteró.
Los Reyes Fenix.