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Alexis viajó con su padre a visitar a la Sra. Mildred la abuela de Alexis, la mujer los recibió con brazos abiertos, su nieto, su muy amado nieto estaba ahí, ella de inmediato los mando a dejar sus cosas, Robert se la pasaba hace do llamadas telefónicas, negocios, Alex ya se había acostumbrado a esa vida, en que su padre siempre estaba ocupado, pero en ese momento el disfrutaría de su abuela, su muy amada Mili.
Ese día la mujer preguntaba a su nieto de su vida, si ya tenía alguna noviesilla, como iba su escuela, en fin para saber todo de el.
Alexis siempre era muy serio, pero al estar con ella, cambiaba su forma de ser, era relajado, cariñoso, amaba que ella despertara en el ese sentir, su abuela le recordaba a su madre, ambas mujeres se parecían.
-Abuela, como te has sentido.
-Bien mi querido Alex, tienes abuela para rato.
-Me da gusto, pero ya deberías ir a vivir con nosotros, me haces falta.
-Me gustaría, pero sabes que tu padre y yo no somos los mejores haciéndonos compañía.
-No debes preocuparte, el nunca está, y cuando está, mira, pasa eso.
Robert siempre estaba ocupado en sus cosas, Alexis, ya estaba acostumbrado, antes no lo notaba tanto, pues era muy cuidado por su madre, pero ahora estaba solo, por eso invitaba a su abuela a su hogar.
Los siguientes días Alexis se divirtió con su abuela, pasearon en barco, salían a comer, de compras, ella amaba llevarlo de compras, hacían una broma personal, Alexis le compraba algún artículo vergonzoso, y su abuela a el, y tenían que usarlo todo 1 día, en esa ocasión, su abuela le compró un sombrero enorme, que decía, una frase.
"Amo a mi abuela" el sombrero era color rosa, y letras moradas, Mildred amaba avergonzar a Alexis, y el le compró un mostacho, ella andaba con su mostacho, eran muy graciosos.
Al día siguiente, ella lo llevo al lugar que el amaba, por su delicioso pan de Vainilla, siempre le había gustado, lo amaba, su sabor, su aroma.
Ellos llegaron al lugar, Mildred como siempre conversaba con su amiga, y Alexis se dedicó a lo suyo, comer.
Mili veía a su nieto, y conversaba con su gran amiga.
-Y ya vas a irte con el, ya le contaste.
- No, no quiero que sufra, el ya pasó por esto, yo quiero que el no se preocupe, yo ya viví una vida feliz, el me da tanto sin saberlo, lo amo, es igual a su madre, tan lleno de vida, pero Robert no lo ve, solo ve a su sucesor en el.
- No puedes cambiar el cómo es, pero puedes darle el amor que la vida te permita, deberías pasar un tiempo con el.
-Lo pensaré, ahora deja de molestarme, que estoy viendo a mi pequeño disfrutar de lo que más ama comer.
-Una joven, que era nueva en el lugar, recién había comenzado a trabajar como repostera, salió a despedirse de la dueña, pues su turno ya había terminado.
-Señora collin, ya terminé, todo quedó ordenado, me retiro, debo ir a clases.
-Si pequeña, mira quiero presentarte a la otra dueña, ella es la señora Mildred.
-Es un placer, señora.
-Mili, solo Mili, por favor.
La joven sonreía, a Mildred le encantó la Joven, era tan hermosa, le recordaba a su hija, tenía el cabello rojizo como la madre de Alexis, quedó encantada.
-Bueno las dejo, con permiso.
Alexis vio a la Joven, y al mismo tiempo ella a el, ambos sintieron algo extraño, una sensación como si algo hubiese estado vacío en ellos, y al verse se completará, era algo extraño, pues ellos no se conocían, ella apartó la mirada, pues sintió algo de pena.
A Mildred no se le pasó ese cruce de miradas, y fue a lado de su nieto.
-Deberías invitarla a salir, yo me dormiré temprano.
-Que dices abuela Mili, a quien.
- No te hagas, soy una vieja, sé lo que sucede a mi alrededor, y esa Joven es muy hermosa, y estudia como tú, es de tu edad Alex.
- No sé que crees haber visto, pero no se nada de ninguna joven, y ya termine de comer, vámonos.
Su abuela sonreía, el no hizo caso, no conocía a aquella joven, como invitarla a salir, en primera el no buscaba nada con nadie, en segunda estaba enfocado en su carrera, y en apoyar a su padre.
Ambos salieron rumbo a casa de Mildred, ella se veía cansada, el la acompañó a su habitación y ayudo a recostarse.
-Segura estás bien, te ves algo cansada.
-Los años hijo, soy una vieja que ya está cansada, y tú deberías ir a divertirte.
-Vamos a dormir abuela, yo estoy cansado también.
Mildred estaba muy enferma del corazón, el médico ya le había dicho que poco tiempo soportaría, necesitaba un trasplante, pero ella no creía en eso, Sin la vida se había acabado para ella, con gusto se reuniría con su amado Yorel, su esposo, quien ya había fallecido.
Alexis salió solo al día siguiente, su abuela lo mando a la panadería, quería bizcocho, y estaba un poco cansada, no quería salir, el obedeció, fue y recogió su pedido, al llegar la Joven del día anterior estaba en el mostrador.
-Hola buenos días, en que puedo ayudarte.
-Em Buenos días, mi abuela hizo un pedido, la señora Mildred.
-Oh si ya está listo, déjame traerlo.
La Joven fue atrás por la caja, al verla Alexis como todo un caballero se la quito de las manos.
- Valla, todo esto pidió Mili.
-Sí, creo que alimentará a muchos el día de hoy.
Ambos reían, Alexis se sentía muy cómodo con ella, algo en ella lo atraía, pero no se explicaba que, únicamente sentía que su corazón estaba feliz a su lado, era extraño, nunca había sido del tipo que se dejaba llevar por los sentimientos.
-Dejame entregar una cosa más.
-Valla, aún hay más.
-Si, pan de Vainilla, mi favorito.
- De verdad, el mío igual.
-Cuando era niño veía todo lo que le ponían a algunos panes, frutos, cereales, lo odio, amo el simple sabor de la vainilla.
-Eres el primer ser humano que piensa lo mismo que yo, haremos un club, los amantes del pan de Vainilla.
Alexis sonreía, amaba esa sensación.
entonces decidió hacer algo en contra de lo que siempre pensó.
-Te gustaría, si no estás ocupada mañana, ir a dar un paseo, al centro comercial. Si no estas...
-Me encantaría, sería un placer ir contigo, muchacho.
-Disculpa ni siquiera te dije mi nombre, soy Alexis.
- Yo soy Melissa.
Ambos se saludaron de mano, y sintieron un calor extraño recorrer su cuerpo.