«A la una… a las dos… y a las…», una risa me saca de mis pensamientos. Abro los ojos de golpe y miro hacia el lugar del que provienen las risas, no veo a nadie, por lo que empiezo a retroceder mirando atenta, hasta que un bambino (niño) sale de entre las rocas, con una pequeñas piedras en sus manos, me ve y corre tímido hacia abajo. No puedo evitar reírme enternecida, pero también empiezo a mirar para todo lado a ver con quién está el bambino, pero no veo a nadie, cosa que me parece muy extraña porque el pequeño no tiene más de cinco años. Me bajo caminando con cuidado por las rocas, hasta que llego a un camino que me lleva hasta la playa… Aún es temprano y solo se ve una pequeña embarcación alejándose en el horizonte. De la parte baja del risco sale nuevamente el bambino, c