Capitulo 4: Entre Un Tango

1114 Words
Esa misma noche El remis* que he pedido y el cual ha sido sumamente recomendado por la recepcionista del hotel, ya está esperándome en la puerta y con esto mis pasos se van haciendo más rápidos dejando que el sonido de mis tacones resuene gracias a las baldosas que conforman el piso de este lugar. Puedo sentir la mirada de algunos de los huéspedes del hotel a medida que avanzo y no los culpo, traigo puesto un vestido color rojo corto y con un tajo bastante pronunciado; una prenda que tenía planeada utilizar en mi luna de miel para una cena romántica con quien sería mi esposo, pero evidentemente todo eso se ha visto truncado, y como tenia muchas ganas de estrenar esta prenda, pues aquí está siendo mi amiga para una noche de tango.  Salgo del hotel, abro la puerta del remis, y el conductor se me queda mirando de una manera un poco extraña —Buenas noches, señorita— Me saluda. —Buenas noches, disculpe la demora— Me excuso y sus ojos marrones siguen mirándome fijamente. —No se preocupe, ¿Dónde la llevo? — Me pregunta y de inmediato miro la dirección en mi celular. —Calle Vieytes 1655—  —¿Señor Tango? — Averigua. —Si, ¿Qué tal el lugar? — Cuestiono mirándolo. —Uno de los mejores espectáculos de tango de Buenos Aires, además allá está Fernando Soler, uno de los mejores tangueros del momento— Relata con entusiasmo. —Perfecto, entonces ahí— Indico y con un gesto, él arranca el auto para ir al lugar. Miro las iluminadas calles de Buenos Aires y no dejo de sorprenderme con toda la historia que guarda, siempre he leído y escuchado la historia de mis abuelos, de como al escapar de la guerra llegaron a Argentina, algunos pasando por Brasil primero, otros directamente aquí e incluso uno de ellos naciendo en el barco cuando mis bisabuelos estaban de camino. Me imagino por todo lo que han pasado y lo mucho que han perdido al huir dejándolo todo atrás y me doy cuenta de que lo que me ha pasado a mi no es nada comparado a lo que ellos sufrieron. Supongo que el amor en aquellos tiempos era un poco diferente, según me ha contado mi abuela materna, ella y mi abuelo se conocieron en la provincia de La Pampa y se casaron cuando apenas ellos tenían 18 y 21 años… tal vez en aquella época los sueños eran diferentes, no lo sé… lo que, si sé, es que la aventura de su vida fue venirse a Buenos Aires y trabajar arduamente para construir su casa.  Mi mente viaja tanto por todos los recuerdos y la melancolía por las historias que me han contado mis abuelos, que cuando menos me doy cuenta, el remis estaciona frente un local de dos pisos con un llamativo letrero con el nombre del lugar y una fachada que deja ver la mezcla de lo moderno y lo antiguo que guarda está ciudad —Eso fue rápido— Comento sorprendida y el chofer se sonríe. —El barrio de Barracas queda muy cerca de San Telmo, si quiere le dejo mi tarjeta y usted me llama cuando esté lista para volver al hotel, ¿le parece? — Me propone y me entrega su tarjeta. —Si, por supuesto, ¿hasta que hora trabaja hoy? — Averiguo. —Toda la noche, hoy me toca a mi— Explica haciéndome sonreír. —Perfecto…— Murmuro y saco dinero de mi cartera* —Supongo que no le molesta si le p**o en dólares, ¿no? — Le pregunto y niega. —Créame que no— Responde de inmediato y le doy un billete de diez que aquí debe de ser muchísimo dinero. —Gracias por su amabilidad, lo llamo apenas termine—  —Perfecto y muchas gracias— Dice refiriéndose al p**o y sonrió. —Un placer, gracias— Respondo y bajo del coche y al subir a la vereda* y rápidamente entrar al lugar.  Una vez que saco mi entrada en la boletería, un hombre vestido de traje oscuro me lleva hasta mi mesa y al ir entrando al recinto me quedo sin aliento. Cuando pensaba en un espectáculo de tango, imaginaba algo más simple, pero este sitio parece un teatro solo que, en vez de haber butacas, hay mesas por todo el alrededor del escenario, y por si esto fuera poco, hay palcos donde hay más mesas. Cabe destacar que detrás del escenario hay una enorme pantalla LED y las imágenes que van apareciendo allí preparan el ambiente ideal para disfrutar de lo que esta por venir.  Estoy tan concentrada mirando todo mi alrededor y la muchísima gente que hay aquí, que apenas me percato del hecho que un camarero me ha servido un vaso de agua hasta que el ruido de una silla moviéndose me hace mirar hacia enfrente —Espero que no le moleste que compartamos la mesa, me han dicho que este era el único espacio disponible— Me dice un hombre bastante joven de cabello castaño y ojos negros de porte bastante trabajado supongo que gracias a las horas de gimnasio. Él viste una camisa blanca remangada y con sus primeros botones desabrochados y al ver que no digo nada me sonríe —¿Le molesta? — Insiste y niego. —No, perdón, es que me distraje mirando el lugar, está repleto de gente— Me excuso. —El mejor espectáculo de tango, no es para menos, todos los turistas vienen acá… ¿y vos? ¿sos turista o de acá? — Me pregunta y sonrió. —Un poco de las dos, nacida acá, pero vivo en el extranjero— Explico y se sonríe. —Neizan Rios Acosta, un gusto— Se presenta y me ofrece su mano. —Jianna Llambias— Respondo y estrecho su mano. —Lindo nombre— Comenta. —Gracias, el tuyo también es único, ¿porteño? — Pregunto y niega.  —Neuquino*—  —Interesante, ese es mi próximo destino— Explico. —¿Vas de turismo allá? — Me cuestiona y asiento. —Bueno, yo regreso en tres días, si te interesa te doy mi tarjeta y te ayudo a conocer, soy guía turístico— Me ofrece y me da su tarjeta de presentación. —Gracias… lo tendré en cuenta— Respondo y al momento que quiero decirle algo más, la voz del presentador nos interrumpe presentando a los bailarines y cantantes que rápidamente van haciéndose presentes sobre el escenario mientras que los camareros de inmediato van dejando las cartas sobre la mesa para que ordenemos nuestros platos. 
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