Al día siguiente: 5 de octubre
Casi nueve horas y media de vuelo desde Orlando a Buenos Aires, eso sin contar las horas de espera en mi escala en Miami; todo esto después de haber sido plantada frente al altar. En resumen, llevo casi 24 horas sin dormir y con diez mil dólares en mi cartera subiéndome al auto de un desconocido —¿A San Telmo entonces? — Me pregunta y asiento.
—Si, al hotel Patios— Respondo mientras que los paisajes de la ciudad en la que nací se pasean a mi alrededor. Hace más de ocho años que no regresaba aquí y los cambios de mi Buenos Aires querido, tal y como dice el tango, son notorios.
Es muy difícil describir la manera en la que me siento ahora. Por una parte, toda la rabia por lo que me hizo Fabián sigue a flor de piel, y, por otra parte, me invade este sentimiento de melancolía al estar aquí. Podría llamar a mi tío y decirle que estoy aquí, pero no quiero que esto se transforme en un viaje para visitar la familia; además, este no es mi destino final… en dos días parto rumbo a Neuquén, lugar que siempre es soñado en ir, especialmente el sitio que he escogido allí.
—Señorita, hemos llegado— Me informa el conductor y al vernos frente al pintoresco hotel con una fachada antigua al igual que lo es este barrio; una sonrisa se dibuja en mi rostro, tal vez la primera en este tiempo tan gris en mi vida.
—Muchas gracias, ¿me ayudaría con el equipaje por favor? — Le pido y él amablemente asiente para después bajar del auto y ayudarme.
Una vez que terminamos, le entrego su muy merecida propina y entro al hotel para registrarme; agradezco infinitamente al wifi del avión que me permitió hacer todas las reservaciones necesarias, de otra manera esta divagando por las calles de la ciudad porteña sin saber donde ir. Al entrar a la recepción, un choque cultural se hace presente en mi y es que es extremadamente pequeña, pero tiene su por qué. El hotel ha sido hecho en lo que pareciera haber sido un conventillo* en algún momento, y a decir verdad es increíblemente hermoso —Buenos días, ¿puedo ayudarle? — Me saluda la recepcionista y rápidamente me registro presentando mi pasaporte y una tarjeta de crédito, una que mi queridísimo Fabián pagara con el dinero que le quite. Realmente no me reconozco, no puedo creer que este siendo capaz de una cosa como esta, pero quiero pensar que este es el viaje más importante de mi vida, uno que decidí hacer para no hundirme en la tristeza.
Una vez que la chica termina todo el proceso, me entrega la llave y me indica como llegar a la habitación que me han designado, y simplemente sigo sus instrucciones. Mientras recorro el hotel, entiendo perfectamente que el nombre que le han puesto no es porque si… las habitaciones dan todas a un patio central haciendo de este un lugar acogedor y único. Por mi paso hacia la habitación, puedo ver a algunos de los huéspedes que van saliendo de sus cuartos y siento morir cuando me encuentro con parejas sonriendo o besándose mientras sale a recorrer las calles de la ciudad. No puedo dejar de pensar en el tiempo que le di a él, se supone que ahora seríamos nosotros quienes estarían así, pero en Paris… Bueno, dicen que Buenos Aires es el Paris de Suramérica, tal vez esto sirva para torturarme un poco.
《No permitas que él arruine tu vida》Me repito y tal vez ese sea el mantra que use de ahora en adelante, no lo sé…
Finalmente llego a la puerta de mi habitación, abro, y al entrar me encuentro a todo lo opuesto que hay representado en las calles de este barrio. Su interior es moderno, elegante y minimalista, es ideal para sentir que vives en dos mundos a la vez, o tal vez en un mundo moderno que consigue conservar su historia en las paredes de este edificio. Dejo el equipaje a un costado y si bien deseo ir y darme una ducha lo más pronto posible, elijo primero recostarme en la cama y no pensar en nada, pero eso es imposible. La imagen de él diciendo que no aceptaba casarse conmigo se repite en mi cabeza una y otra vez, me duele… es un dolor diferente a los que he sentido toda mi vida, tal vez el más humillante de todos y es así como las lagrimas vuelven a salir.
—Basta Jianna… no te dejes hacer esto, él no merece la pena— Me digo y me giro en la cama. Frente a mis ojos aparece una revista de turismo que se haya sobre la mesita de noche y al agarrarla veo las recomendaciones del hotel; entre ellas un show de tango que queda a un par de calles de aquí —No me pienso quedar aquí llorando por ese imbécil— Hablo a la nada y tomo el teléfono del hotel para llamar al lugar y hacer una reservación para está noche.
《Supongo que antes de perderme en la naturaleza puedo disfrutar un poco de la ciudad y así distraerme de este huracán en el que se ha transformado mi vida, ¿no?》 Pienso una vez que confirman mi reservación de otro lado de la línea y es de está manera como decido reiniciar mi vida.