En el castillo del reino de Gavril ya había amanecido luego de aquella “noche de bodas”. El rey Zander sin una pizca de benevolencia, había obligado a Esther que durmiera en el suelo donde había limpiado la sangre de su guerrero. La joven había dejado el piso sin una gota de sangre, mientras que ella era un desastre porque estaba bastante sucia del líquido carmesí de aquel licántropo. Zander no logró pegar el ojo en toda la noche, a diferencia de la pelirroja que, si logró conciliar el sueño en quien sabe que momento, porque ahora la chica estaba acostada en posición fetal en el suelo. El rey se encontraba sentado en la cama, viendo al a pelirroja con atención mientras en su rostro se mostraba una expresión seria, ya que, él sin dejar de verla, lo único que hacía era pensar que haría con l