Sara volteó y se puso a picar unos tomates sobre una tabla. —Son ideas tuyas, creo que la noche con el doctor te aflojó más tornillos. Mercedes no se quedó convencida, ella conocía bien a Sara, y sabía que la estaba evadiendo. —¿Por si acaso, ha venido hoy Esther? Sara negó con la cabeza. —No —enfatizó. Mercedes se puso a lavar el arroz, mientras pensaba en su hija. —Siento que algo le ocurre, ¿crees que deba ir a buscarla al trabajo? —preguntó sintiendo una opresión en el pecho—, y de paso visito a mi casi novio, me dijo que hoy estaría en el consorcio. —Pues si te digo que no vayas, igual lo vas a hacer, porque te conozco bien Mercedes Romero, así que preparemos la comida, y luego vas a buscar a Esther y tu doctorcito. **** Miguel giró la cerradura de su apartamento, co