Pasaron dos días y el momento de ir a la corte llegó, Mercedes se puso sus mejores galas, si se iba a enfrentar a sus enemigos lo iba a hacer elegante.
Salió de la casa enfundada en un elegante vestido ceñido a su figura. Sara le había prestado un blazer, calzaba zapatos de tacón. Estiró su mano, intentando parar un taxi.
—¿A dónde vas tan hermosa? —preguntó Elias, desde su camioneta, el hombre saboreó los labios al verla.
Mercedes lo ignoró y empezó a caminar por la banqueta. Miró su reloj, si no se apuraba iba a llegar tarde.
—Permíteme llevarte Mercedes —insistió Elias.
—Solo porque voy tarde, pero no te pases de listo conmigo —advirtió, lo apuntó con el dedo.
Elias dibujó en sus labios una sonrisa. Mercedes subió a la camioneta, y enseguida el hombre colocó su mano en el mus
