Don Miguel se puso de pie, y la contempló. —Claro que no, usted es una mujer joven aún, muy bella —declaró, con discreción la recorrió de pies a cabeza, arqueó una de sus cejas. —¿Por qué la pregunta? Mercedes agarró el folder y se cubrió el rostro con él. —Es que yo vine a inscribirme en la universidad. —Mordió sus labios, soltó un suspiro, se descubrió el rostro y bebió otro sorbo de vino—, sabe cuando yo era joven, era muy buena estudiante, tenía muchos sueños, quería ser una importante profesional, y que me llamaran doctora, así como a usted, pero mi mamá no contaba con los recursos, así que empecé a trabajar de camarera en un hotel, en Barranquilla, yo soy de allá, y bueno, lo demás ya lo sabe. Don Miguel agarró ambas manos de Mercedes. Ella de nuevo percibió ese corrientazo, l