CAPÍTULO DOCE Mientras Sam caminaba con Kendra por las salas de mármol y llenas de oro de Versalles, no lograba concentrarse. Después de conocerse y que Polly se había precipitado fuera, habían quedado solos. Kendra no le había dicho nada más, pero lo había mirado de tal manera, que él sintió que le estaba pidiendo que se quedara con ella. Así que cuando ella se volvió sin decir palabra y empezó a caminar lentamente, él sintió que debía acompañarla. Se apresuró a alcanzarla y había estado caminando a su lado desde entonces. Ella no se había visto sorprendida de que la siguiera, y no le había pedido que se fuera. Al mismo tiempo, tampoco lo había invitado expresamente. Ella era una persona confusa, difícil de leer. Sam se maravilló de cómo esta mujer -si es que podía llamarla así a los 1