LOREN
CAPÍTULO 1: PRIMER ENCUENTRO
Loren 15 años – Adolfo 17 años
- Anda hermanita, di que si –
- No –
- Laila, ayúdame –
- Ya dije que no Luisa –
- ¿Por qué no quieres ir? – me pregunta Laila
- Porque no me gusta el bosque Lala –
- ¡Que mentirosa eres hermana, te encanta, tanto o más que a mí! –
- Encantaba, del verbo ya no –
- ¿Por? –
- No quiero hablar de eso Lali, sólo… déjalo estar –
- ¿Es por papá y mamá? –
- Cállate Luisa –
- Si, es por papá y mamá –
- ¿Qué parte de cállate no entendiste? –
- Te cuento Lali – dice mi melliza ignorándome – nuestros padres eran Boy y Girl Scout, se conocieron en un campamento, se enamoraron y cada aniversario, cumpleaños o escapada romántica, era en el bosque, desde bebés nos llevaban, amamos el bosque, aunque ella diga no, pero hace cuatro años ellos fallecieron en un accidente de avión, eso ya lo sabias, así que sólo volvimos de acampada hace tres cuando te encontramos en el bosque y bueno, ya te podrás dar cuenta que cierta persona nos mantiene a raya del bosque –
- ¿Terminaste? – pregunto
- Luisa, sé que quieres reconectarte con esos recuerdos, pero si para tu hermana son dolorosos, lo mejor es no obligarla a afrontarlos si no está lista –
La respuesta de Laila me sorprende, por lo general siempre se pone de acuerdo con Luisa para hacerme la tercera rueda de sus travesuras, pero ella lo entiende.
- Pero no estará sola, me encantaría que reivindiquemos ese lugar que tanto amaban nuestros padres – los ojos de mi hermanita se llenan de lágrimas y sé que ya perdí esta batalla – quiero que donde quiera que estén, sepan que los seguimos recordando y atesorando sus enseñanzas, era nuestro lugar –
Sus labios tiemblan, bien hecho Loren, la hiciste llorar.
- ¿Es muy importante para ti que yo vaya Lu? –
- Por supuesto que sí, eres mi hermana – las lágrimas corren ahora por las mejillas de Luisa – te necesito ahí –
Me acerco a mi melliza y limpio sus lágrimas con mis dedos, muchos al vernos aun nos confunden, pero las diferencias empiezan a ser grandes, cuando éramos más pequeñas, era más fácil hacerle jugarretas a todos, pero yo he ido creciendo más que mi Lulu, ahora ella usa tacones todo el tiempo para igualar mi estatura, mi cabello siempre ha sido más claro y con el tiempo el suyo se ha oscurecido, así que lo aclara, nuestros ojos también son de diferentes colores, así que tiene lentes de contacto de mi color, mi hermana se parece mucho a mamá, yo soy más como papá, pero si hay algo igual en nosotras, es que no soportamos el dolor de la otra.
- Esta bien, iré –
- ¿De verdad? – su carita se ilumina como el sol – gracias Lolo, le diré a la abuela –
Mi hermana me abraza y luego sale corriendo a buscar a nuestra abuela, la madre adoptiva de nuestro padre.
- ¿Estás segura de querer ir? –
- No mucho, pero por mi hermana hay muy pocas cosas que no haría –
- Lo sé –
- Y por ti, ahora que también eres mi hermanita y todo eso –
- Gracias Loren, sabes que el sentimiento es mutuo –
Abrazo a Laila con fuerza, desde ese día en el bosque cuando la encontré, ella se convirtió en nuestra hermana menor, no nos hemos separado desde entonces, su familia la lastimó muchísimo, muy poco habla del tema, los abuelos dijeron que no la presionáramos, ella nos diría lo que fuera asimilando a su tiempo.
Hace unos meses conoció a un chico en el centro comunitario donde la abuela ayuda, el hermano menor de Robert, el chico que le gusta a mi hermana y con quien se ha estado viendo durante un tiempo, Luisa los presentó y ama la idea de verlos juntos para poder tener citas dobles ya que yo me niego.
Laila parece más abierta a sus sentimientos desde entonces, y Luisa claramente es más feliz, así que no me he opuesto a que los vean, sólo espero que no las lastimen, porque de lo contrario, quien va a lastimarlos, seré yo.
- Tendremos que ir de compras, hace mucho no acampamos, probablemente todo o mucho se nos quedó ya y tú no tienes nada apropiado – anunció
Para mi diversión, la cara de Laila se transforma a una de horror, esta chica le tiene una fobia exagerada a la moda, el maquillaje y los peinados, Luisa adora todas esas cosas y la pobre Laila se ha convertido en su muñequita personal, a mi no me mata tanto, abuela Fabi dice que es porque soy una belleza natural y no lo necesito, aunque realmente no me interesa eso, solo veo la ropa y el maquillaje como algo necesario, más la ropa que el maquillaje, no me matan.
¿Pero Lali? Ay pobrecilla mía, ella detesta la moda, se viste super básico, nunca se maquilla por voluntad propia, ama los tenis, los jeans, las camisas básicas y las sandalias planas, por lo único que muere con pasión, son las botas, por eso justo ahora, parece que ha visto un fantasma, los cuales detesta igual o más que a la moda.
- Ay no – ella se estremece
- Ay si, eres mi premio de consolación hermanita –
- Eres detestable Lolo –
- ¿Quieres ir con Luisa? –
- ¡NO! – su grito de espanto me hace reír
- Justo lo que pensé, anda, cámbiate, vamos a buscarnos ropa y zapatos adecuados para acampar -
- Para que me metí en esto –
A pesar de sus quejas, Laila me hace caso y mientras se cambia, aprovecho para revisar e inventariar lo que tenemos y ver lo que falta, hora de volver al bosque.
- - - - - - -
- ¿No extrañabas el aire limpio y refrescante del bosque? – me pregunta Luisa
- La verdad, un poco si –
- Es tan hermoso aquí – dice Laila concentrada viendo el atardecer
- Si – estoy de acuerdo con ella – es hermoso, pero tengo hambre, así que, vamos al comedor a ver si queda algo para repetir –
Las tres nos vamos al comedor del campamento donde nos dan algunas galletas y bolitas de carne, después de comer, regresamos a la cabaña de las chicas y nos disponemos a dormir.
El sueño nunca me llega, Laila y Luisa están profundas en las camas de cada lado de la mía, al igual que las demás chicas, solo yo estoy mirando el techo esperando a ver si a Morfeo se le da la gana de venir a verme, los minutos se vuelven horas y decido salir a dar un paseo a ver si logro calmar mis nervios.
El bosque es un lugar hermoso, amo este lugar, pero los recuerdos son abrumadores, me hacen sentir nostálgica, perdida y, sobre todo, culpable.
Regreso al lugar donde estaba viendo el atardecer con mis hermanas y me quedo mirando las estrellas y la noche, hace año y medio perdimos al abuelo Malcom, el cáncer se lo llevo después de varias batallas ganadas a lo largo de su vida, por eso no pudo tener hijos propios y adoptaron a mi papá. Los dos hombres más importantes de mi vida se han ido y a pesar del tiempo, sigue doliendo como el primer día.
- Hola preciosa, ¿Qué haces aquí sola? -
Me sorprendo al escuchar tan cerca a un chico, me giro para encararlo y me sorprendo más al ver lo alto y guapo que es, por lo general no me fijo mucho en el físico de los chicos, pero este, sin dudarlo me llama la atención, esta bronceado, sus hombros son anchos, su cabello es un poco largo, pero no tanto, castaño claro como el de mi hermana, sus ojos son llamativos, son verdes, como los míos, sus labios son carnosos y me quedo viéndolos más tiempo del que debería.
- ¿Estas bien? – me pregunta acercándose a mí y acariciando mi mejilla derecha - ¿Por qué lloras? –
Toco mi mejilla libre y me doy cuenta que es cierto.
- No lo había notado –
- Oh. Bueno, se una o dos cosas sobre lagrimas errantes –
- ¿Sí? –
- Ajam, cuando el alma esta lastimada y nuestros corazones se niegan a dejar salir el dolor, nuestro cerebro de vez en cuando nos da un escape – sus dedos acarician mi rostro y secan mis lágrimas mientras sigue hablándome – rabietas, llantos silenciosos, silencios prolongados, pensamientos profundos, aficiones peligrosas –
Sus palabras calan en mí, parece que estuviera describiéndome, pero algo me dice que se describe a él mismo, sus ojos tienen esa tristeza inconfundible de la perdida, sin embargo, el sonido de su voz, calma mi corazón inquieto.
Él acaricia mi labio inferior con sus pulgares y enmarca mi rostro con sus manos, son grandes y suaves, cálidas también.
- ¿Me dejas acompañarte de vuelta a la cabaña de las chicas? –
- No quiero volver aún – susurro
- ¿Puedo acompañarte mientras estas aquí entonces? Es tarde y el bosque puede ser peligroso de noche –
- Lo sé, no le tengo miedo al bosque –
- Chica valiente, ¿no podías dormir? –
- No –
- ¿Quieres acompañarme a un mejor lugar donde se ve el cielo, no hace frio y hay golosinas?
- ¿Qué eres? ¿Un secuestrador amateur? –
Él se ríe y su risa me hace cosquillas en el cuerpo, así que me rio con él, en mi mente escucho las advertencias de mi abuela sobre los extraños y más si son hombres y por lo general soy la primera en hacer caso a ellas, pero este chico, el sólo es luz y contrariamente a mi precaución nata, me hace sentir segura.
- No, sólo uno de los seniors, mi guardia terminaba cuando te vi – señala la casa de tres pisos en la colina - iba a robar golosinas en la oficina del director del campamento –
- Un chico malo entonces –
- A veces, ¿vienes? –
- Me tenías con las golosinas –
Él me da su mano y me lleva hasta la casona de la colina donde están las oficinas y el comedor del campamento, para mi sorpresa, tiene llaves, así que no estamos allanando el lugar y no me mintió, me guía a la oficina del director y se mueve como si esta fuera suya, encontrando el lugar exacto donde están escondidos varios paquetes de galletas, dulces, también hay un refrigerador donde hay cajas de pastelillos y refrescos.
- ¿No te meterás en problemas por saquear el lugar? –
- Probablemente –
- ¿Pero? –
- El director ya está acostumbrado, así que solo me hará pagarlos después –
- ¿De dónde conoces al director? –
- Es el mejor amigo de mi papá –
- Oh, influencias –
- A veces es bueno tenerlas –
- En eso tienes razón –
Él toma varias cosas y me lleva hasta la ventana donde hay un sofá adosado, abre la ventana y nos sentamos a comer y a ver las estrellas, tenía razón, es un mejor lugar, sobre todo porque no hace tanto frio como afuera, justo como dijo.
- Soy Adolfo, por cierto –
- Loren –
Adolfo y yo nos quedamos un buen par de horas hablando de todo y de nada, su voz me encanta, es levemente ronca, varonil, con autoridad, pero a la vez suave, reconfortante, me pregunta muchas cosas personales, es claro que quiere conocerme, y sorprendentemente, no me llama la atención en ninguna de las veces que le esquivo las preguntas que siento más personales y le contesto con cualquier cosa, tampoco vuelve a ellas, me sigue la corriente cada vez, así que le contesto una que otra, me cae muy bien.
Desde que mis padres murieron siempre he mantenido a raya a las personas, salvo por mi hermana melliza, mis abuelos y Laila, a todos los demás, sólo los trato cordialmente, como conocidos, muchas veces los antiguos amigos de mis padres llegaban a casa a saludarnos, pero siempre busqué la manera de escapar de esas visitas, con el tiempo han captado la indirecta y muchos no han vuelto, de vez en cuando llaman, ni Luisa ni mi abuela me lo han reprochado, lo cual agradezco muchísimo. Ellas pueden seguir el contacto.
Así que estoy muy sorprendida sintiéndome cómoda y relajada en presencia de Adolfo, y más sorprendida me siento al empezar también a hacerle preguntas, él por su parte las contesta todas sin chistar ni esquivarlas.
Me cuenta que tiene dos hermanos, uno mayor que él y otro menor, su madre falleció hace 7 meses, y hoy, era su cumpleaños, es por ello que llegó tarde al campamento, su hermanito estuvo muy triste y le costó trabajo venir y dejarlo en casa, pero ya se había comprometido con su padre a este verano ayudar en el campamento, así que su hermano mayor se encargaría del menor.
El tiempo se nos va volando y al llegar la media noche, Adolfo me acompaña a la cabaña de las chicas, una vez dentro, me voy a la cama y esta vez, logro conciliar el sueño sin mayor problema.
Los siguientes días, veo mucho a Adolfo por todos lados, como parte de los seniors, se encarga de ayudar en muchas de las actividades del campamento, por las noches me espera en la entrada de la cabaña y nuevamente nos escabullimos a la oficina del director, saqueamos las golosinas y hablamos hasta media noche, cada detalle que conozco de él, me gusta más que el anterior y poco a poco, espero con ansias verlo cada noche, disfrutar de su compañía, escuchar su rica y sexy voz, esa voz que me pone nerviosa y a la vez me tranquiliza, creo que me empieza a gustar, mucho más de lo que estoy dispuesta a aceptar, incluso a mí misma.