Loren y Luisa, 11 años…
- Loren ¿y ahora que haremos? –
- Todo estará bien hermanita, iremos con los abuelos y estaremos bien, lo prometo –
Abrazo a mi hermana melliza mientras ella llora desconsolada, la policía fue a buscarnos a la casa de los abuelos hace poco más de una hora, nos trajeron al hospital y nos dieron una noticia que partió nuestro mundo en dos…
El avión en el que venían nuestros padres se estrelló, no hubo sobrevivientes…
Luisa ha podido sacar ese dolor llorando, pero desde que escuche el grito de mi abuela Fabiola al reconocer a mi papá… bueno, ese grito me cerró los lagrimales y el corazón dejándome hueca.
El abuelo Malcom llega a nosotras y nos rodea con sus brazos, Luisa salta a su regazo, él la abraza y consuela, extiende su otro brazo y me acerca a su pecho tratando de consolarme a mí también.
- Tranquilas chicas, todo va a estar bien –
- ¿Dónde está la abuela? – pregunto
- La tuvieron que sedar Lolo, está descansando ahora, yo quise venir a buscarlas, van a acomodarnos en su habitación esta noche y luego iremos a casa por la mañana –
- No, a casa no, no sin ellos, no puedo –
- Tranquila Lulu -
- Creo que se refería a la casa de ellos, no a la nuestra hermanita –
- Loren tiene razón, mis niñas, desde mañana vivirán con nosotros, si quieren –
- Si queremos – me apresuro a contestar, tampoco quiero volver a nuestra casa sin mis padres
Él asiente, Luisa sigue llorando sobre su hombro y yo me quedo quieta junto a ellos, entumecida, sin padres, sin casa, sin futuro, sin corazón, sin alma… suerte que mi hermana es mi melliza, así ella podrá conservar una parte para mí, pero por ahora, me siento vacía.
- - - - - -
- Que la subida del camino los encuentre. Que el viento sople siempre a sus espaldas. Que el sol brille cálido sobre sus caras. Que la lluvia caiga suave sobre sus campos y hasta que nos volvamos a encontrar, que el Señor los guarde en la palma de Su mano –
El servicio funerario de mis padres está siendo hermoso, horrible y hermoso, nunca pensé que esas dos nociones podrían combinarse, pero aquí estamos, esa es nuestra realidad en este momento al ver al sacerdote bendecir por última vez los ataúdes de nuestros padres.
La sala está llena de personas de muchas etnias, somos un revoltillo de razas en esta familia. Mi padre era ruso, mi madre irlandesa, ambos fueron adoptados después de haber perdido a sus padres en sus tierras natales, mamá por una pareja italiana y papá por una pareja de españoles, ambas familias viajaron miles de kilómetros y se radicaron en estados unidos y ellos se conocieron en los campamentos de la iglesia a la que no sabían que asistían casi juntos, amor a primera vista decía papá, mamá tenía una versión diferente, sobre como él estuvo meses detrás de ella cortejándola antes de tan siquiera darle la hora.
Una sonrisa asoma por mis labios, la primera en días, voy a extrañarlos tanto y a sus múltiples historias de aventura y amor, sus abrazos y sus voces, oh Dios mío, la voz de mamá, era la voz de un ángel, suave, lírica, sentimental, calmante… Y ya no la volveremos a escuchar.
Mis padres deben pasar a cámara ardiente, así que mientras nuestros abuelos Arévalo se ocupan de ellos, saco a Luisa de allí, caminamos un rato hasta que nos sentamos bajo un árbol, ella se duerme sobre mis piernas mientras yo acaricio su cabello, luego de un rato, una sombra nos cubre.
- Amorina –
- Nonna – la abuela Emilia se sienta con dificultad junto a nosotras.
- ¿Estas bien con la decisión de vivir con Fabiola y Malcom cara mía? –
- Si Nonna, tu debes cuidar a Nonno, nosotras estaremos bien y será divertido ir a Italia a visitarlos -
- Siempre que nos necesiten pueden contar con nosotros mi Lolo – la voz de la Nonna se quiebra - ustedes son lo único que nos queda en este mundo –
- Lo mismo digo Nonna –
- Sabes mi niña, no es bueno reprimirse, no te he visto llorar ni una sola vez asiento - saca ese dolor de tu corazón bambina –
- Lo intento Nonna, lo he intentado, pero por muy triste que me siento, las lágrimas no salen –
- Dale un tiempo, recuerdo que así fue con tu madre cuando perdió a sus padres biológicos, eres su vivo reflejo de personalidad, Luisa es más como tu padre, suaves y con el corazón en la palma, aunque en la apariencia es lo contrario –
Ambas sonreímos, luego me concentro en acariciar los cabellos de mi hermana quien tenía su rostro sonrojado por el llanto, mi corazón se aprieta, pero las lágrimas siguen sin querer bajar.
- No quiero verla sufrir más – susurro
- El sufrimiento hace parte de la vida cara mia. Andrà tutto bene cara mia, andrà tutto bene -
Nos quedamos un rato en silencio hasta que el abuelo Malcom viene a buscarnos, todo ha terminado, él ayuda a Nonna a levantarse y luego alza en brazos a mi hermana y se la lleva al auto donde la abuela Fabiola nos espera.
Nos despedimos de los amigos de mis padres que se acercan y de Nonna y partimos a casa de los abuelos Arévalo, en el camino Luisa despierta y dice que tiene hambre, decidimos ir por pizza, el amigo del abuelo, el señor Piccoli hace las mejores pizzas del mundo y su esposa la señora Giadia es la mujer más dulce y cariñosa del mundo.
Todos estamos de acuerdo en ir, un poco de comida reconfortante y compañía amorosa nos caería bien a todos en estos momentos.
- - - - - - -
Un año después…
- Que la gracia de Dios este siempre con ustedes mis niños –
Son las últimas palabras de la abuela Fabiola cuando terminamos de esparcir las cenizas de mis padres en el bosque donde se conocieron, su lugar favorito, no habíamos venido aquí desde su muerte, Luisa aún ama el bosque, yo ya no tanto, menos ahora que el abuelo Malcom ha estado bastante enfermo y no puede sacarnos de excursión, nada es como antes.
- Se hace tarde – digo mirando el cielo
- ¿No íbamos a acampar? –
- Si, por eso mismo Luisa, debemos montar la tienda antes de que anochezca, es la regla… – me quedo callada de golpe al darme cuenta que estaba usando las palabras de mi padre, otra vez.
- Lolo tiene razón Lulu, vamos a buscar un mejor terreno y empecemos con la tienda, ¿les parece chicas? –
- Si abuelito –
Luisa toma la mano del abuelo y empiezan a caminar hacia las estaciones para acampar, mi abuela se acerca a mí, le ayudo a recoger su enorme bolso y me da su mano para ir caminando juntas.
- ¿Estás bien Lolo? –
- Si, lo estoy, es solo que, es difícil sabes, no quiero recordárselos todo el tiempo para no ponerla triste, pero soy como una audioteca de todo lo que ellos decían –
- Ay mi niña, pero eso no es malo, a tu hermana no la entristece, es normal la nostalgia, pero en sus ojitos también hay alegría, créeme, la luz de nuestra Lulu poco a poco vuelve a encenderse, quiero ver eso también en ti mi hermosa Lolo –
Llegamos al lugar que el abuelo y Luisa han escogido y los ayudamos a montar la carpa, sacamos las bolsas de dormir y las acomodamos dentro, luego buscamos los malvaviscos y ya el abuelo ha encendido la fogata cuando nos sentamos con él, nos quedamos un rato contando historias de mis padres, observo a mi hermana muy de cerca todo el tiempo y la abuela tiene razón, la chispa en sus ojitos azules vuelve poco a poco, a pesar de los recuerdos.
Al anochecer, ponemos rocas alrededor de la fogata y nos metemos a la carpa a dormir, mis abuelos cayeron rendidos junto a mi hermana, pero a mí me cuesta trabajo dormirme, doy vueltas a cada rato, estoy alerta a cualquier ruido, el sonido de los animales, el viento, todo me está manteniendo en alerta.
Entrada la madrugada, medio dormida, creo escuchar pasos, luego un sollozo amargo y luego silencio otra vez que me hiela la sangre. Me libero del abrazo de mi hermana, me pongo un abrigo y salgo de la tienda, escucho atentamente, todo sigue en total silencio, hasta los animales se han quedado callados, camino un poco hacia los arbustos y cuando creo que no voy a encontrar nada, un jadeo me alerta, apunto mi linterna al lugar y encuentro a una chica, acurrucada contra los arbustos más alejados.
- Oh por Dios –
Corro hacia ella, tiembla mucho, está casi azul, toco su pulso en la garganta como papá me enseñó y lo siento muy débil, pongo mi mano bajo su nariz, aun respira, eso es bueno, me quito mi abrigo y se lo pongo encima y regreso corriendo a la tienda, la abuela Fabiola va saliendo cuando me acerco.
- Loren, ¿Qué pasa? ¿Dónde estabas? –
- Una niña abuela, escuche ruidos, luego silencio, recordé lo que decía mamá, el bosque se calla para que podamos oír el llanto de los desesperados, escuche su llanto abuela –
- Oh tesoro, respira, debió ser una pesadilla –
- No abuela, lo juro, ven por favor, abuela, créeme, no la imaginé, está viva, apenas viva, por favor abuelita, vamos –
La abuela asiente y corre junto a mi hasta donde está la niña acurrucada cubierta por mi abrigo, la abuela la revisa rápidamente y luego la carga, la llevamos a la tienda, el abuelo y Luisa se han despertado y nos miran preocupados.
- ¿Que pasa aquí, donde estaban? –
- Rápido Malcom, esta niña esta hipotérmica –
Mi abuelo por fin mira los brazos de mi abuela y corre a ayudarla, yo busco el bolso de la abuela donde sé que tiene su kit de emergencias para mi abuelo, afortunadamente ella es enfermera y sabe que hacer, revisa a la chica y le pide al abuelo que caliente agua y traiga la manta térmica que siempre llevábamos en el auto por si Luisa tenía mucho frio, de las dos ella era la friolenta.
Luisa y yo ayudamos a los abuelos a calentar a la pobre niña y poco después del amanecer, por fin despierta.
- Oh gracias al cielo, hola tesoro, ¿Cómo te sientes? –
- Don… donde… -
- Aquí dulce niña, bebe un poco –
Mi abuelo le acerca una pajita a los labios para que beba agua.
- Mi nombre es Fabiola, él es mi esposo, Malcom y las chicas aquí detrás, son nuestras nietas, Luisa y Loren, Loren te encontró esta madrugada cerca de aquí, ¿Cómo te llamas? –
- Laila – susurra, sus ojos nos miran con miedo a todos
- Oh hermosa noche, ¿y tus padres? –
Las lágrimas ruedan sobre sus mejillas y niega con la cabeza.
- Está bien, está bien, hagamos algo, pongamos comida caliente y deliciosa en tu estómago y cuando te sientas mejor hablaremos, ¿te parece? –
Laila asiente y mis abuelos la ayudan a recostarse para quedar semi sentada, come y luego nos cuenta su historia de horrores, aunque estoy segura que no es todo lo que le paso en esa casa, Luisa llora desconsolada y tira de ella a sus brazos abrazándola fuertemente, todos nos miramos mientras Laila consuela a Luisa, los abuelos se asienten entre ellos, hablando sin hablar, y lo sé, no la dejaremos sola, no creo en casualidades, esta noche hemos ganado una hermana y ellos una nieta.
- Bueno Laila, claramente tu casa ya no es un lugar seguro, ¿quieres pasar unos días con nosotros y luego decidir qué hacer? –
Pregunta la abuela, ella asiente, me acerco y aparto a mi hermana de Laila y les sonrió a ambas.
- ¿Hay alguien en tu familia a quien podamos contactar? ¿Alguien de confianza? – pregunto
- Mi tía Juliette, pero no sé dónde está –
- Entonces hasta que la encontremos, vivirás con nosotros dulce niña, no vamos a abandonarte – dice el abuelo
Ella mira al abuelo aun con un poco de recelo, pero asiente, el miedo aún está escrito por toda su cara, abrazo a mi hermana con un brazo y a Laila con el otro.
- Estarás bien Laila, cuidaremos de ti – susurra Luisa
- Andrà tutto bene Laila, andrà tutto bene – le digo
- Eso es… ¿italiano? –
- Si, significa que todo estará bien, sé que es difícil, pero confía en nosotros, no dejaremos que nadie vuelva a lastimarte -
Laila asiente y llora sobre mi hombro.
- Bienvenida a la familia hermanita – susurro mientras las abrazo.