La sonrisa del chico a mi lado es lo que nos ha acompañado desde que escapamos de la mansión. Yo solo soy silencios porque ahora que mi mente está un poco despejada me doy cuenta del error que estoy cometiendo. Si mi madre se entera de esto estoy acabada, me estremezco de solo pensar en cómo me encerraría por tanto tiempo en mi habitación como una prisionera.
Harry respeta mi silencio por lo que solo se dedica a caminar, realmente esto fue mala idea porque los altos tacones están maltratando mis pies al tener tantos minutos caminando por las solitarias calles, estoy por sugerir que regresemos cuando vislumbro el pequeño parque que hay. Miro como está rodeado de luces y frunzo el ceño confundida.
—¿Te gusta?—esas son las dos primeras palabras que ha mencionado desde que huimos de mi casa. Las luces rodean los altos arboles dándole un aire casi mágico. Me encuentro a mí misma sonriendo mirando todo con entusiasmo. Es realmente hermoso ver todo iluminando de colores, se ve tan vivo que parece un lugar apartado de todo lo que representa la frialdad de mi familia.
—Es hermoso—susurro abrazándome a mí misma mientras camino a paso lento acariciando con mis dedos las luces que puedo. Harry me observa con curiosidad, pero en este momento no me importa su inspección, estoy centrada en la belleza que mis ojos tienen el placer de observar.
—Usted es mucho más hermosa cuando sonríe, debería hacerlo más a menudo—me detengo girando para encontrarme con su sonrisa. Sus ojos grises que se inclinan más a unos azules están enfocados en los míos. Me siento extraña, sus ojos solo muestran amabilidad, ternura, algo a lo que no estoy acostumbrada. Siempre estoy rodeada de personas con intenciones ocultas, sin embargo, este chico tiene una mirada demasiado pura para que pueda siquiera cuestionar el por qué me propuso escapar, el por que que me trajo hasta acá.
Harry Evans es todo un enigma para mí.
—Gracias—termino por decir.
—Debe ser difícil—susurra caminando, me hace seguirlo confusa.
—No entiendo tus palabras—la sinceridad es denotada en cada mi oración, él continúa caminando hasta que nos detenemos frente a un banco. Él no duda en el momento de sentarse haciéndome quedar de pie mirándolo. Me abrazo a mí misma porque sus ojos son dos perlas que parecen ver a través de mí, de mi silencio.
—Fingir sonrisas, fingir que tiene una vida perfecta—me tenso y él me sonríe con tristeza—eso debe ser agobiante. Tienen toda su vida planeada, ¿no se siente que se asfixiada?—lamo mis labios cuando los siento resecos y lo miro con altanería. No puedo dejarle ver mi lado vulnerable, no a él. Eso debe quedar para las cuatros paredes de mi habitación, para el silencio de mi hogar, lejos de cualquier persona.
—No sé de qué hablas, soy feliz y…
—Y miente ahora—me interrumpe—he visto personas como usted señorita Valeria. Personas que parecen poseer el mundo y sentirse vacíos. He visto a personas encerradas dentro de una fantasía que otros le imponían, pero cuando la observo, también veo más. Ganas de abandonarse a sus deseos, a lo que usted quiere. Entonces, ¿realmente miento?—todo en mi queda en alerta porque solo lo he visto en dos ocasiones y ha sido demasiado fácil descifrarme.
—¿Quién eres tú?—cuestiono—¿me has investigado?—suelto a la defensiva preparándome por si tengo que correr.
—No, solo la he observado a la distancia, ya le dije. Desde ese día la he visto a los lejos. Soy bueno descifrando personas como usted, no se sienta que la he acosado porque no es de esa manera. Solo quiero saber, ¿no desea probar la libertad?—su pregunta es cómo música para mí. ¿Qué si la quiero probar? Sueño con eso cada día de mi vida, sueño con que pueda soltar las cadenas que tienen atadas a mí.
No quiero ser perfecta, porque no lo soy. Soy una chica llena de inseguridades que debe ocultar tras un apellido y belleza. Soy una chica que no conoce el mundo realmente, una chica que sueña con hacer cosas propias de su edad, una chica que sueña con escuchar las canciones que ella quiere, escribir lo que le salga del alma, gritar todo lo que lleva encerrado dentro.
Quiero ser más que un silencio prolongado.
Miro a Harry que espera por mi respuesta, pero me quedo simplemente mirando las facciones masculinas que tiene su rostro, el cómo su cabello caramelo está perfectamente peinado, o como el traje que le otorgaron para trabajar le queda tan bien.
—¿Que ganas tú con eso?—pregunto desconfiando de él. Sonríe con ternura poniéndose de pie y tengo que levantar la vista porque es demasiado alto.
—Yo nada, pero le aseguro que me encantaría ver toda la libertad dentro de usted—susurra—un día conocí a una persona que quería volar, soñaba con palpar su libertad, pero la prisión de un apellido la sometió hasta apagar su llama. No quiero ver a más personas así señorita, no quiero una historia igual a esa—suena tan sincero.
Conozco a su padre, el señor Evans ha trabajado por mucho tiempo en nuestra casa, sé cómo es, así que no me extraña que el enorme corazón que tiene ese hombre lo posea su hijo. Es por eso que simplemente lo miro, lo observo y me pregunto por qué estoy sintiendo esta rara necesidad de confesar mis miedos, mis secretos y mis temores. Confesarle que le temo a mi futuro porque lo que veo en el me aterra, porque muestra a una persona que no soy y nunca seré.
—Me confundes—le respondo y él se encoje de hombros.
—Creo que deberíamos volver, su madre podría darse cuenta de que no está en la fiesta—lo observo una vez más antes de asentir—señorita—me llama—usted está llena de vida, solo debe tomar el rumbo para que lo vea. No deje que la conviertan en una persona que no podrá reconocer al mirarse al espejo. Espero que pueda lograr lo que desea—con esas palabras él camina para regresar.
Solo miro su andar, la manera en la que él parece tan cómodo con todo lo que sucede a su alrededor.
Sin ataduras.
***
Cuando volvemos a la fiesta mamá me da una larga mirada mientras yo trato de conversar con sus invitados. Alonzo se pierde de mi vista, pero me sorprende abrazándome por detrás y dejando un beso en mi mejilla antes de despedir de manera cordial a la pareja con la que conversaba y hacerme caminar escaleras arriba, supongo que quiere hablar de algo.
Camino hacia mi habitación y al entrar jadeo cuando la mano fuerte de Alonzo toma mi brazo con fuerza acercándome a él. Me mira con ojos inyectados de furia.
—¿Dónde estabas?—pregunta con su voz baja y tormentosamente peligrosa.
—Caminando—respondo.
—Recuerda algo Valeria. Eres mi novia, tu deber es estar a mi lado en todo momento, ¿es que acaso Sarah no te ha enseñado como debe actuar una mujer como tú?—cuestiona cerca de mis labios—amor, recuerda que soy una figura importante y que tus acciones pueden traer consecuencias. Me dijeron que estabas caminando, pero no sola. Tengo ojos en todas partes Valeria, no me quieras ver la cara de estúpido porque no lo soy y odio que me mientan—trago en seco sintiendo miedo porque si le dice a mi madre esto no será una simple conversación.
—Solo fue un chico que me acompañó por si algo malo me pusiese pasar, te juro que solo me acompañó a caminar, no hicimos nada más—él me observa de cerca analizando si mis palabras son ciertas o una simple mentira.
El cabello rubio perfectamente peinado, los ojos marrones atentos a cualquier movimiento de mi parte, Alonzo es un hombre realmente guapo, pero a una gran parte de mi le intimida. Porque como puede ser encantador, puede ser impulsivo.
Él suspira soltándome y tengo que acariciar el área donde me mantuvo sujeta porque duele. Alonzo simplemente camina hasta mi ventana para respirar el aire frio de la noche. El lugar queda en silencio y yo me siento muy agotada.
—Te voy a creer esta vez Valeria, pero no quiero otra salida con algún idiota. Si quieres caminar me lo dices a mí, no tienes por qué andar con un pordiosero muerto de hambre. ¿Qué tal si te habrían fotografiado?, ¿pensaste en eso?—no, realmente no pensé en eso. Creo que mi mirada le da la respuesta porque se acerca y me toma del cuello para besar mis labios. Le correspondo el beso y cuando se separa suspira con fuerza—te amo cariño, pero tienes una manía de hacerme enloquecer, tienes que tomarme en cuenta cuando tomes una decisión. ¿Bien?—asiento a sus palabras y él sonríe—así me gusta, obediente, hermosa—sus manos se trasladan a mis caderas y me pega a su cuerpo—digna de ser mi novia, pronto podrías tener un anillo adornando tu dedo si sigues como vas, el lugar por el que muchas personas matarían. Ser mi esposa—me estremezco en sus brazos porque la idea no me parece atractiva, al contrario, me da nauseas.
—Volvamos, pueden estar preocupados por nosotros—él suspira y me besa los labios antes de apartarse y mirarme de cuerpo completo.
—Justo como me gustas, así, siendo la envidia de todos. Me gusta escribirte—me muerdo la lengua porque no soy un premio para que me exhiba.
—Adelántate, retocaré mi maquillaje y volveré contigo—él asiente y se encamina hacia la salida. Cuando desaparece suelto el aire que no sabía que contenía. Camino hasta sentarme frente al tocador y mirar el reflejo de una persona sin vida en él.
La puerta se abre y Juliet entra con una pequeña sonrisa caminando hacia mí. Se coloca detrás de mi cuerpo poniendo las manos en mis hombros y mirándome a través del espejo. La sonrisa en sus labios sé a qué se debe, otra vez soy la burla entre sus amigas. Ahora Juliet sacará la persona que realmente es y no la que vive fingiendo frente a todos.
—Así que otra vez eres una cuernuda que le aguanta todo a Alonzo—murmura moviendo sus manos en mis hombros—estuvo con Marie toda la semana. Estuvo en clubes con ella y tengo fotos de lo candentes que se veían. Valeria, sigues siendo una mujer que da lástima. Tanta belleza y no te sirve ni siquiera para tener a Alonzo cerca. Solo se casa contigo porque eres esto. La que aguantará que él esté con todas las que quiera, que solo tiene sobras. Yo también estuve con él, tengo que admitir que me folló de maravillas mientras tú estabas aquí. Siendo la buena, la Valeria que se casará con él en algún momento—hace un puchero antes de sonreír con diversión. Siento el peso de la burla que ella me lanza y duele mucho, debería acostumbrarme a que nunca seré suficiente, pero duele.
—Largo de aquí—susurro.
—¿Qué?, no escuché lo que dijiste, como pareces solo de colección—alejo sus manos de mi cuerpo y me giro hacia ella.
—Vete, no entiendo porque eres tan cruel, tan vil. Si tanto te gusta Alonzo ve y dile que se quede contigo. ¿Vienes a burlarte de lo poca mujer que eres al meterte con un hombre con pareja? ¿A regocijarte de que me fue infiel? ¿Realmente te crees mejor que yo por eso? Lástima me das tú y las demás. Amas a Alonzo, pero odias que a pesar de que él ha estado con todas las que ha querido siga conmigo, llamándome novia y presentándome al mundo, pero tú solo tienes los momentos dentro de una habitación. Entonces, ¿Quién está en peor situación?—las palabras ni siquiera sabía que iban a salir de mi.
Siempre me mantengo callada escuchando las burlas que ella tiene para traer, supongo que he llegado a mi limite. Ella se dedica a mirarme antes de alejarse en silencio. Llevo una mano a mi pecho porque no sé cuánto tiempo más podré aguantar esta situación.
Odio todo esto.