Capítulo 4

2129 Words
—¿Engordaste?—la voz baja y molesta de mi padre me hace sobresaltar ocasionando que el chocolate que iba dirigido hacia mi boca caiga sobre la barra de la cocina. Mis ojos se abren con mucha sorpresa girando para encontrarlo en el marco de la puerta observándome—lo hiciste Valeria, has subido de peso—gruñe acercándose a pasos gigantescos hacia mí. —¿Perdón?—balbuceo sin comprender bien a qué viene este ataque tan repentino. Todo lo que hice fue aprovechar de que los empleados descansan y que mamá salió para obtener un poco de tranquilidad y disfrutar de los chocolates que ella me prohíbe porque es un delito para mi figura. —¿Estás loca?—pregunta—¿Cómo se te ocurre comenzar a engordar justo cuando tienes que ser perfecta? Pronto Alonzo te propondrá matrimonio, debes verte increíble para que siga a tu lado. Mira que tener una mujer como tú ya es muy difícil—él hace una mueca—una Campbell debe verse bien en todo momento Valeria. Piensa en lo que podrían decir de mi o de tu madre—la vergüenza que me ocasiona sus palabras hacen que me sonroje, pero en el interior estoy agradecida de que ningún empleado se encuentre cerca para que pueda escuchar las palabras de mi padre—contrataré un entrenador privado. A ver si haces las cosas bien—él pasa las manos por su castaño cabello y una vez más el par de ojos verdes que posee me miran con irritación. —Lo lamento—murmuro incomoda y él asiente. —Deberías, ve a ponerte un vestuario que no haga notar que subiste de peso—salgo prácticamente corriendo de la cocina con el corazón doliendo porque estos son los tratos cotidianos. Todo porque Alonzo es el hijo del senador, todo porque es uno de los hombres más ricos del país. Cuando entro a mi habitación tengo los nudillos blancos porque estoy apretando los puños con fuerza. De pronto estas cuatros pareces parecen asfixiarme. ¿Quién más dirá algo malo sobre mi ahora? Parece que se coordinan en quien será el responsable de hacerme sentir de una manera tan miserable. Estoy cansada. Cansada de que cada día parece ser más la vida de otras personas que la mía. Quiero tanto salir de aquí, pero mamá solo me lo permite cuando estoy con ella. Papá nunca me saca porque al parecer todo es más importante que yo en esta casa. Suspiro caminando hacia la cama para sentarme en el borde y jugar con mis manos. Alonzo apenas recuerda que tiene una novia, y mis supuestas amigas dejé de hablarles el mismo día que las encontré criticándome y hablando sobre mí. Me doy cuenta de que me encuentro más sola de lo que quiero hacer creer. Que la única compañía que tengo son reproches por no ser perfecta como ellos quieren. Me levanto para detenerme frente al espejo de cuerpo completo. Miro el cabello rojizo y el rostro que parecen de revista. Mamá dice que nací con una belleza increíble, pero que no la sé utilizar. Mis ojos marrones parecen cansados y es porque lo están. Soy una chica delgada de pechos pequeños, pero atractivos. Muchas veces me siento hermosa, pero hay momentos como estos en donde mi autoestima se tambalea por culpa de las constantes críticas que recibo. Toco mi vientre plano y la verdad es que yo me veo igual que siempre, pero luego me doy cuenta de que tal vez es que mis mejillas están más rellenitas de lo normal. Tal vez con eso papá se refería. Suspiro pasando las manos por mi cuello. Camino de un lado a otro antes de hacer lo que Elon Campbell quiere. Me visto con otra ropa y bajo a buscarlo, al no encontrarlo salgo al patio con la esperanza de ver a Harry, aunque sea a la lejanía. La decepción llega cuando no lo encuentro. Bueno Valeria es lo mejor, solo lo meterías en un gran problema si sigues involucrándote con él. Es lo mejor. Me animo a mí misma antes de gira para volver a la casa. Jadeo de la sorpresa al encontrarme esos ojos grises enfocados en mi observándome con detenimiento. Harry sonríe y me doy cuenta de que estoy muy cerca de él, razón por la cual retrocedo y miro a otro lugar que no sea él. No quiero que comience a descifrar mis pensamientos como lo hizo hace tres días, en el día de la fiesta que se celebró aquí. —Señorita Valeria—él sonríe con diversión y frunzo el ceño. —Hola Harry, veo que te parece divertido asustarme—él sonríe pasando la mano por la melena caramelo antes de dejar ir una lenta risa que suena baja y muy seductora. ¿Ah? ¿Qué acabas de pensar Valeria Campbell? Estás loca, deja de pensar en cosas como esas. —Lamento eso, no quería asustarla. Solo quería ver si me seguiría evitando. Desde el día en la fiesta usted huye de mi como si tuviese una enfermedad mortal—siento la vergüenza que me provocan sus palabras—¿hice algo que la incomodó?—cuestiona preocupado y niego. —No, solo que no quiero que te vayas a meter en problemas por mi culpa—él asiente a mis palabras. —Me gustaba más como le quedaba el vestuario que tenía hace un rato—dice de pronto y mis ojos se abren en sorpresa—disculpe, es que pasé hace un rato por la cocina y como la vi tan tranquila no quise molestar y salí sin que se diera cuenta—él parece avergonzado. —Descuida, solo no sabía que estaba siendo observada—se encoge de hombros antes de que me tienda una rosa y yo observe como la tomo con cuidado. Es una rosa rosada y sonrío observado como él parece contento con que me guste su detalle—gracias—susurro. —Me alegra que le haya gustado, ahora…. Tengo dos boletos para un concierto de una banda poco conocida, es esta noche. ¿Quiere ir?—pregunta con la pequeña sonrisa en sus labios. Me quedo en silencio observándolo mientras ya me veo diciendo que no porque obviamente mi madre no permitiría algo así, pero… ¿Qué quiero yo? Hace tiempo nadie se preocupaba por invitarme a un lugar, todo lo que hacen es ordenarme como vestirme para llevarme a un evento o fiesta importante, ni siquiera Alonzo se toma la molestia de preguntarme si quiero hacer algo o no. Es por eso que le sonrío a Harry quien permanece con tranquilidad esperando una respuesta de mi parte. —¿A qué hora?—la sonrisa que me dedica en este momento me hace contener el aliento porque lo hace ver increíblemente varonil. Ya destaqué que Harry es un hombre muy guapo, pero cuando sonríe de esa manera es caso imposible poder negarle algo. Él tiene mucho poder en sus manos. —A las 20:00. ¿Le va bien?—asiento y cuando él dispone a seguir su camino para continuar con su trabajo mi mano envuelve su brazo para detenerlo. —Nadie puede saber que iré. Estaría escapándome, ¿entiendes lo que eso significa? Tu empelo aquí puede peligrar—Harry coloca su mano libre en la mía para retirarla de su cuerpo. —Sé cuál es el riesgo, pero creo que la recompensa vale totalmente la pena—con esas últimas palabras se aleja y respiro hondo ordenándome tener la cabeza fría para planear mi escape con el jardinero. Si mi madre se entera de esto ninguno de los dos la tendrá fácil, pero… quiero hacer lo que quiero. Quiero por lo menos esta noche olvidar que soy Valeria Campbell, que soy la hija de Elon y Sarah Campbell. Que mi novio es un hombre muy importante que me tiene como un simple trofeo y que mi vida solo son silencios y gritos en mi cabeza. Quería que algo cambie. Bien, para que eso suceda yo misma tengo que hacer el cambio. Todo el día la paso nerviosa porque es la primera vez que escaparé de casa. La cena con mis padres transcurre con normalidad, trato de mostrarme serena, aunque soy un manojo de nervios. Mantenerme en silencio, actuar como debo. Luego de la cena como todas las noches me despido para subir a mi habitación. En cuanto estoy dentro corro a la ducha a tomar un baño rápido y luego salgo buscando que ponerme. Comienzo a buscar en esas ropas que compré muchas veces, pero que mamá descartó de inmediato porque decía que no eran vestuarios para una señorita de mi clase. Sonrío con felicidad por primera vez mucho tiempo antes de tomar un short talla alta color n***o, una blusa roja por dentro de él y una chaqueta negra. Busco unas botas altas que le quedan de maravillas y dejo mi pelo suelto pintando mis labios de rojo. Me maquillo y el resultado me gusta tanto que me quedo por unos momentos simplemente contemplándome en el espejo. Hace mucho que no veía esa chispa en mi mirada, se siente increíble tener el poder de hacer algo tan normal como una salida, pero sé lo que me juego con esto. Esta noche me debo olvidar de ser Valeria la de los silencios, esta noche simplemente seré una chica normal y corriente. Una chica de veinte años que todo lo que hará será disfrutar una velada tranquila y divertida con un amigo. Busco dinero y mi teléfono. Trato de darme porras mentales, pero cuando camino hacia la puerta sabiendo que ya mis padres no se encontraran en la parte baja, me detengo. Mi cabeza comienza a llenarse de los gritos de mamá, de todo lo que dirá. Tengo también las amenazas de Alonzo, los reproches de papá. Mi mano tiembla y retrocedo mirando la puerta. Si salgo muchas cosas podrían cambiar para mí, ¿o no? La incertidumbre de lo que pueda ocurrir comienza a pasearse por todo mi sistema y siento miedo sobre lo que pueda pasar si me atrevo a dar ese paso. Vamos Valeria. Esto era lo que necesitabas, ¿vas a arruinarlo? ¿Realmente quieres perderte esta oportunidad? Es algo que no volverás a tener y lo sabes. Enloquecerás si no sales de este lugar lo más pronto posible. Es cierto. Mi mano envuelve la perilla, pero aun así no la giro. Siento como mi corazón late como loco y me doy cuenta de todo lo que me han hecho como para que yo sienta tanto temor en algo tan normal como lo es salir. Giro la perilla apagando las luces de mi habitación dejando todo en penumbras. Me quito las botas y descalza comienzo a caminar verificando que no haya nadie cerca. Comienzo a bajar y siento tantos nervios que casi me voy rodando por las escaleras. Cuando salgo de la casa siento que ese es el primer obstáculo, falta la seguridad. Muerdo mi labio inferior colocándome las botas y alguien jadea a mis espaldas por lo que giro teniendo solo una bota puesta mientras que la otra descansa en el suelo. —Wao—habla Harry mirándome y sus ojos me recorren de una manera que me hace estremecer—Valeria, te ves… realmente hermosa—susurra y se agacha tomando la bota y entiendo cuando me mira. Me sonrojo mientras él me ayuda a colocarme la bota. Por un momento sus dedos rozan mi piel cuando la sube por mis piernas, eso me hace estremecer. —Gracias, tú también vas bien—digo de manera torpe. Él sonríe y es cierto que se ve muy bien. Con unos vaqueros, una camiseta y el cabello alborotado. Somos un dúo divertido de ver en este momento. —¿Pensó en cómo salir de aquí?—pregunta él y niego. —No sé cómo burlar a los de seguridad, ¿tienes algo en mente?—pregunto y él me observa antes de sacar una peluca color negra. —Fingir que es mi novia. Una amiga vino esta tarde, creo que el guardia de la tarde ya se fue a descansar, por lo que no la van a reconocer. ¿Cree que pueda hacerlo?—pregunta divertido. Tomo la peluca y comienzo a ponérmela con rapidez y luego lo miro. —¿Cómo me queda?—pregunto y él me observa. —Se ve preciosa—sonrío un poco antes de que él tome mi mano y me haga caminar—¿lista para disfrutar lejos de aquí?—pregunta. —Muy lista—aseguro sabiendo que si las cosas salen bien atesoraré esta noche para siempre. Y sin duda alguna, lo hago.  
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