Prólogo
El silencio es lo único que reina en este lugar, miro el cielo y suspiro con tristeza.
Ver el cielo oscurecido sin estrellas es grato, es como un recordatorio de lo asquerosa que es mi vida y de todo lo que tengo que aguantar diariamente.
El movimiento a mi lado no me sorprende, no sé por qué esperaba que él viniera a verme. Tal vez es la necesidad de no sentirme tan sola.
—¿Eres feliz?—su voz es lo único que llena el silencio.
Dos palabras, nueve letras. Esa es la pregunta más difícil que me pueden hacer. No, no soy feliz, no lo soy y no lo seré mientras las cosas sigan así. Mientras el curso de mi vida continúe tan monótono, él sabe cuánto significa para mí una pregunta así.
¿Soy feliz? Por supuesto que no. No lo soy y nunca lo seré, no cuando mi madre quiere construir una chica perfecta teniendo yo tantos defectos. No cuando me impuso un novio idiota solo porque era de mi misma clase social. No cuando mis supuestas amigas se burlaban de mi a mis espadas. No cuando mis queridas primas en realidad no me soportaban y seguían fingiendo cariño por el dinero que mi padre poseía.
Tengo un padre millonario, una madre con clase y un novio igual de rico que mis padres. Entonces, ¿por qué no ser feliz? Simplemente porque la única persona que quiero y necesito, es la única que tiene prohibido tenerme.
Quisiera decir que le respondí que no, que nunca lo he sido. Que fui valiente y a él no le mentí, que no le dije esa farsa que siempre cuento, pero lo cierto es que no fue así.
La brisa de la fría y oscura noche me hace estremecer. La soledad de aquel parque me parece satisfactoria mientras no mire su rostro. No quiero ver su expresión.
—Sí, soy muy feliz—esa falsa confesión fue lo que hizo que él se levante. Que sus ojos tristes busquen los míos y que lentamente se aleje de mi lado. Como si con él se alejara lo que me quedaba de tranquilidad.
Pero era necesario para que mi historia siguiera su curso. Sin embargo, las palabras siguen atoradas en mi corazón.
Te amo.
Dos palabras que serían un crimen confesar, pero él tal vez se merecía escucharlas. Te amo, lo amo como nunca amé a una persona jamás.