No puedo evitar reír cuando Harry hace una anécdota de su niñez. Me cuenta como fue un niño muy travieso y escurridizo cuando de atraparlo se trataba. Él continúa conduciendo sin yo saber a dónde me lleva, pero no importa, cualquier lugar parece uno mucho mejor que mi casa. Encerrada, llena miedos, con mi madre recordándome lo imperfecta que soy a pesar de tratar de ser lo que ella quiere de mí. Nada parece que llenará los estándares que ella necesita y yo me siento agotada. Mi repentina seriedad hace que Harry detenga su hablar para mirarme de reojo. Aprieto mis manos contra la tela de mi pantalón y bajo la mirada. Él no comenta nada dándome mi espacio y cuando el coche se detiene es cuando levanto la vista. Un mirador. Me quito el cinturón de seguridad bajando del coche encantada en co