- Señor Vlad, señorita Samantha, bienvenidos. – habló un hombre de alrededor de unos cincuenta años cuando los vio en la entrada. Regordete y de tez blanca. Tenía algo de canas en sus cabellos, una piel semiarrugada en el rostro y ocupaba lentes en sus ojos. Estaba nervioso por la llegada del hombre que le era imposible evitar que sus manos tiemblen. - su llegada nos tomó por sorpresa, apenas no dio tiempo para preparar todo. - Mis llegadas aquí siempre son sorpresa. – aclaró Vlad. – no hay necesidad que les informe. – retiró sus guantes, miró a Samantha y volvió a decir. – señor Taylor, ella es mi prometida y futura esposa, Samantha Willians, revisaremos juntos las instalaciones y montaremos una rueda de prensa aquí en el internado donde se dará a conocer nuestro compromiso. Esta a carg