Anillo de compromiso

1103 Words
Samantha salió muy temprano del departamento en busca de trabajo. La ubicación que encontró en el periódico fue en una joyería, así que fue a probar suerte ahí. - ¿Tienes experiencia en trabajar? – preguntó el gerente. Un señor regordete y hasta algo calvo. Samantha había trabajado desde joven, tenía mucha experiencia en ventas. - Sí señor. – dijo honesta. – yo aprendo muy rápido. Jorge fijó su mirada en ella. Se veía desesperada por trabajar, además de ser una buena persona. Asintió y le dijo. - De acuerdo, te daré una oportunidad, una sola. – Samantha sonrió en agradecimiento. – empiezas desde hoy. Toma una de las camisas que te queden, estas a cargo de vender la joyería. - Gracias, no va a arrepentirse. – aseguró y fue a cambiarse para empezar con su primer día. Estaba tras el mostrador, de repente el sonido de la campana en la puerta se escuchó indicando la llegada de nuevos clientes. Samantha fijó su mirada hasta ahí para llevarse con la gran sorpresa de que era su exesposo tomado de la mano con Heidy, quien se suponía que era su mejor amiga. Ellos también la observaron, él endureció su rostro antes calmado y ella sonrió. - Sean bienvenidos, señores Mickelson. – dijo el gerente. – lo que busquen, lo tenemos. – agregó. - Busco un anillo de compromiso para mi novia y futura esposa. – habló Dante con la mirada en Samantha. - Lo tenemos, por favor, pasen por aquí. Nuestra empleada los ayudará a elegir uno. – caminaron hasta donde Samantha y el gerente le dijo. – por favor, ayuda a los señores con nuestros mejores anillos. Samantha tragó saliva e hizo como si no los conociera. Agachó su cuerpo hasta tomar los anillos y los puso sobre la repisa. Luego tomó los que estaban a los lados. - Me gusta este. – dijo Heidy al mismo tiempo que tomaba un anillo. Este tenía una gran piedra de diamante y sus aros eran de oro puro. – y para ti que sea este, cariño. – tomó uno de argolla de oro para Dante. - ¿Podrá grabar nuestros nombres? – preguntó sonriente - Perfecta elección. – felicitó el gerente. – por supuesto, ahora mismo lo haremos. – miró a Samantha y ordenó. – personifica sus nombres. Ellos son los señores… - Sé cómo se llaman. – dijo ella interrumpiéndolo. Tomó los anillos y con la ayuda de un lápiz de metal empezó a escribir. Al finalizar se los dio. – Gracias por su compra, vuelvan pronto. Heidy sonrió por su gran regalo que significaba un paso más. - ¿Me lo pones? – preguntó a Dante al darle su anillo. El hombre asintió y frente a las pocas personas introdujo el anillo en su dedo. – gracias. – dijo feliz y tomó el anillo de Dante, era su turno. El gerente por ver tan encantadora escena aplaudió en honor a la pareja al igual que el resto de los empleados. - Gracias, están todos invitados a la boda. Será dentro de tres meses y para expandir más nuestra dicha, les invitamos al baby shower de nuestro bebé. – dijo Heidy extasiada de placer y felicidad, creando más aplausos entre los presentes. Samantha observó a otro lado que no sean ellos, no podía compartir una felicidad que no sentía. - Tú también estas invitada, Samantha. -dijo Haidy con un tono un poco dulce y calmado. Samantha estiró sus labios - Iré encantada. – respondió. Dante con su rostro aun duro tomó la mano de Haidy, se despidió del gerente y de sus felicitaciones y salieron del establecimiento. Samantha los observó alejarse, hacían buena pareja eso no hay que negarlo. Ella su mejor amiga desde la adolescencia estaba por casarse con su ex, y Dante, el primer novio que tuvo y testigo de la amistad que tenía con Heidy, la iba a desposar. Ellos merecían casarse, nacieron el uno para el otro, al parecer quienes impedía esa felicidad era Samantha. Dejó de observarlos cuando subieron al coche, tenía que concentrarse en formar un futuro, para ella y para su pequeño, tener el dinero suficiente para darle una buena vida y que Dante no se lo pueda a arrebatar, ya iba a tener un hijo y hasta una familia, que se conforme con eso. …. Fue un excelente día de trabajo, Samantha salió del local y empezó a caminar sola, no tenía dinero para regresar al departamento y lo poco que tenía era para hacer algunas compras. Al querer cruzar la calle un vehículo n***o la interceptó, de este bajaron dos hombres con capucha, taparon su cabeza con un costal, la tomaron de las manos y obligaron a subirse al carro para después marcharse. - No tengo dinero si es lo que buscan. – habló ella desesperada, viendo más que oscuridad y pensando en su hijo. - No buscamos dinero. – dijo uno de los hombres. Samantha reconoció su voz de inmediato. - – ¿Señor Cirius? – preguntó dirigiéndose a él. Lo recordaba como mano derecha de su patrona, un hombre maduro que duplicaba su edad. De cuerpo robusto e inteligente. - ¿Por qué lo ha hecho? ¿Por qué me secuestra si conoce mi posición económica? - Yo sólo obedezco órdenes. – fueron sus últimas palabras y no hubo más que silencio. Llevaron a Samantha hasta un lugar que ella muy bien conocía, era la residencia en la que un día trabajó. - ¿Por qué me traen hasta aquí? – preguntó cuando le quitaron el saco de la cabeza. – no pienso entrar. – habló muy firme. - Señorita Samantha, la señora Andrea solicita verla es importante. - No quiero ver a esa mujer, sáqueme de aquí, Cirius. – ordenó. - Sabía que si se lo decía no iba a venir, es por eso por lo que decidí traerla a la fuerza. Le pido disculpas si la asusté, pero por favor es importante que la vea. – entristeció su voz. – la señora Andrea, está agonizando, tenga un poquito de compasión por ella. Samantha lo pensó y accedió a ir por ella, no podía negarse ante su última petición. Abrió la puerta muy despacio, sobre la cama yacía una mujer moribunda. Había perdido todo brillo en un día, su piel estaba pálida y sus ojos totalmente caídos. - Samantha, pasa por favor. – dijo con voz débi y áspera, pero feliz por verla. Ella pasó firme con la mirada en alto y se puso en frente. - Señora Andrea, no sé para qué quiere verme, no después de lo que me hizo.
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