Capítulo 17

1625 Words
Lucas Hacía más de veinticuatro horas que Orión se había ido en su misión, y desde entonces, el tiempo parecía moverse a un ritmo diferente en el búnker. Dos horas después de su partida, recibimos el contacto para discutir la planeación de unir los búnkeres con un túnel. La noticia había traído una oleada de energía y propósito a nuestra lucha, una chispa de esperanza. Nos pusimos manos a la obra rápidamente, compartiendo entre los búnkeres los planos y discutiendo las posibles direcciones del túnel. Había un sentido de urgencia en el aire, una necesidad de hacer algo que nos diera una ventaja en nuestra lucha contra la opresión de la Diosa Luna. Decidimos comenzar al mismo tiempo el cavado, coordinando nuestros esfuerzos para ser lo más eficientes posible. Mientras tanto, Orión debía reportarse en breve, y esa era mi principal preocupación en ese momento. Su seguridad era de vital importancia para mí, y cada momento que pasaba sin noticias aumentaba mi inquietud. Me senté en un lugar apartado, cerrando los ojos y respirando profundamente, intentando establecer un vínculo mental con él. Con cada respiración, sentía cómo la conexión se hacía más fuerte, cómo la presencia de Eloy se hacía más clara en mi mente. Estaba esperando, como yo, atento a cualquier señal de Orión. En ese momento de concentración, la voz de Orión comenzó a resonar en mi mente a través del enlace. Su voz era clara, aunque sentía la tensión en sus palabras, una señal de las pruebas que estaban enfrentando fuera del búnker. "Lucas, hemos llegado al Búnker de Alfa Declan, tuvimos una situación con una de sus aldeas," comunicó Orión. "Hubo resistencia, pero estamos bien. Los planes para el túnel están en marcha, ¿cómo van las cosas por allí?" Al escuchar su voz, un alivio inmenso me invadió. Saber que Orión y los demás estaban bien era como quitarme un peso de encima. "Hemos comenzado con los trabajos del túnel. Todos los búnkeres están coordinados y avanzando según lo planeado," respondí, sintiendo una chispa de orgullo por la eficiencia y el trabajo en equipo de nuestra gente. "Excelente," replicó Orión. "Mantén las cosas en orden hasta que regresemos.” "Entendido," dije, mi mente ya trabajando en las tareas que tenía por delante. Me levanté, decidido a continuar con mis responsabilidades en el búnker. Aunque la ausencia de Orión era notable, sabía que era mi deber mantener todo funcionando sin problemas en su ausencia. Con el plan del túnel en marcha y en buenas manos, decidí enfocar mi atención en otro aspecto crucial para nuestra seguridad y supervivencia: las cámaras de vigilancia dispersas por el bosque. Sabía que algunas habían sido destruidas por los Elegidos de la Diosa, pero tenía la esperanza de que otras aún estuvieran operativas. Me dirigí hacia el centro de mando del búnker, donde teníamos las pantallas y los controles para las cámaras. Al observar las imágenes en las pantallas, pude identificar varias cámaras que ya no transmitían, sus señales perdidas o interrumpidas. Sin embargo, había algunas que parecían estar aún en funcionamiento, ofreciendo vistas parciales pero útiles del bosque y las áreas circundantes. Decidí compartir la idea de las cámaras con los demás Alfas. Era importante que todos estuviéramos al tanto de cualquier movimiento en nuestros territorios, especialmente ahora que la amenaza de los Elegidos de la Diosa se hacía cada vez más cercana. Una vez en la sala, me conecté con los Alfas a través de nuestra red de comunicación improvisada. —Alfas, tengo una sugerencia que podría mejorar nuestra seguridad, —comencé, captando su atención. —Algunas de nuestras cámaras de vigilancia en el bosque todavía están operativas. Propongo que conectemos estas cámaras a nuestros sistemas de vigilancia en cada búnker. Esto nos dará una visión más amplia y nos permitirá estar mejor preparados para cualquier amenaza externa. Hubo un breve silencio mientras los Alfas consideraban la propuesta. Luego, uno tras otro, comenzaron a responder. —Es una idea excelente, Lucas, —dijo Alfa Zane. —Podemos usar toda la ventaja que podamos conseguir. Comenzaré a verificar nuestras cámaras aquí. Alfa Havoc, su voz firme, asintió en respuesta. —Una red de vigilancia compartida. Eso podría darnos una ventaja estratégica considerable. ¿Cómo sugieres que procedamos? Einar intervino: —Podríamos establecer un sistema de relé para las transmisiones. Eso nos permitiría recibir y enviar datos entre búnkeres sin exponernos demasiado. —Es vital que mantengamos estas cámaras seguras y ocultas. Podríamos usar camuflaje natural y asegurarnos de que sean difíciles de detectar para cualquier intruso. —Adrián añadió. —Excelente, —dije, satisfecho con sus respuestas y sugerencias. —Trabajaremos en la implementación de un sistema de relé y en el camuflaje de las cámaras. También compartiré los planos de las rutas de cableado que hemos diseñado, para que puedan adaptarlos a sus propios búnkeres. Con el plan de la red de vigilancia en marcha y el apoyo de los Alfas, me sentí motivado y listo para avanzar. Después de finalizar la llamada me puse manos a la obra para coordinar los esfuerzos de implementación. Primero, me enfoqué en reunir un equipo técnico en nuestro búnker. Necesitábamos expertos en tecnología y vigilancia que pudieran trabajar en la configuración del sistema de relé y en el camuflaje efectivo de las cámaras. La selección fue rápida; muchos estaban ansiosos por contribuir a nuestra seguridad y defensa. Luego, procedí a compartir los planos y rutas de cableado con los otros búnkeres. A través de las comunicaciones seguras que habíamos establecido, cada Alfa recibió la información necesaria para comenzar su propia implementación. La colaboración fue impresionante; a pesar de estar separados físicamente, sentí una fuerte sensación de unidad y propósito común entre nosotros. Mientras tanto, también mantuve un ojo en la construcción del túnel. Era un proyecto ambicioso, pero avanzaba a buen ritmo. La idea de tener un medio seguro de desplazamiento entre los búnkeres era una perspectiva esperanzadora, una que podría cambiar significativamente nuestra situación actual. Poco a poco, el sistema de vigilancia comenzó a tomar forma. Las primeras cámaras reinstaladas y camufladas empezaron a transmitir imágenes claras del bosque y sus alrededores. Cada nueva cámara operativa era un pequeño triunfo, un paso más hacia un mayor control y conocimiento de nuestro entorno. Durante la siguiente mañana, mientras revisaba las imágenes de las cámaras, capté algo inusual. Una de las cámaras, ubicada en la periferia del bosque, mostraba un movimiento sospechoso. Amplié la imagen y observé un grupo de figuras moviéndose con cautela. No eran los Elegidos de la Diosa, pero tampoco parecían ser lobos. —Creo que son humanos —susurró una voz detrás de mí. Me volví hacia la persona que había hablado, era Jenna, una de nuestras mejores exploradoras. —Vamos a ver de qué se trata, —dije, determinado. Rápidamente, reuní a un pequeño grupo de lobos, incluida Jenna, y nos preparamos para salir. Nos movimos con cautela, conscientes de que, si aquellos individuos eran sobrevivientes humanos, estarían probablemente aterrorizados y confundidos. Nos acercamos sigilosamente al grupo, tratando de no parecer amenazantes. Al llegar a donde estaban, nos encontramos con un grupo de jóvenes que se veían exhaustos y asustados. Miraban a su alrededor con ojos desorbitados, claramente temerosos de ser atacados en cualquier momento. —Tranquilos, no vamos a lastimarlos, —dije suavemente, alzando mis manos en señal de paz. —Somos sobrevivientes, igual que ustedes. Uno de los jóvenes, que parecía ser el líder del grupo, dio un paso al frente. —Salimos a acampar justo cuando todo esto comenzó, —explicó con voz temblorosa. —Las nubes y la niebla aparecieron de golpe, y desde entonces hemos estado huyendo de... de criaturas que no sabemos lo que son. —Los llevaremos a un lugar seguro, —les aseguré. —Han hecho un buen trabajo sobreviviendo hasta ahora. La llegada de los jóvenes sobrevivientes al búnker trajo consigo una revelación impactante y desestabilizadora. Hasta ese momento, operábamos bajo la creencia de que la Diosa Luna había exterminado a los humanos, o al menos eso indicaban todas las informaciones que teníamos. La presencia de estos jóvenes, vivos y relativamente sanos, desafiaba esa noción y abría un sinfín de preguntas. —¿Cómo es posible que hayan sobrevivido todo este tiempo? —murmuré para mí mismo, mientras observaba a los recién llegados acomodarse en el búnker. Jenna se acercó a mí, compartiendo la misma expresión de incredulidad y asombro. —Esto cambia muchas cosas, Beta, —dijo, su voz cargada de una mezcla de esperanza y preocupación. —Si ellos han podido sobrevivir, podría haber más humanos allá afuera, escondidos o huyendo. Asentí, contemplando las implicaciones de este nuevo descubrimiento. —Tenemos que reconsiderar nuestros planes y estrategias, —admití. —Esto podría significar que la Diosa Luna no ha sido tan exitosa en su campaña contra la humanidad como pensábamos. Tal vez, solo tal vez, aún haya una resistencia humana en algún lugar. Sam, que hasta ese momento había estado coordinando los esfuerzos para acomodar a los nuevos refugiados, se detuvo abruptamente cuando uno de ellos la llamó por su nombre. Su reacción fue instantánea y cargada de emoción. Se quedó paralizada, con los ojos muy abiertos, fijos en el rostro del joven que la había llamado. —Liam, —susurró ella, su voz apenas audible en medio del bullicio del búnker. La sorpresa y el reconocimiento se reflejaban claramente en su rostro. Sin decir una palabra más, Samantha cerró rápidamente la distancia entre ellos y se fundió en un abrazo con Liam. Aunque sentí una punzada de celos al ver a Sam y Liam en ese abrazo, supe que no era el momento para dejarme llevar por esas emociones. En lugar de eso, me mantuve observando, reconociendo la importancia del momento.
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